Los panistas tamaulipecos que hasta hace poco vitoreaban a Francisco García Cabeza de Vaca como la única opción para que el Frente Amplio aspirara a ganar la Presidencia de la República, hoy se pelean por figurar como los primeros aliados de Xóchitl Gálvez.
Nada nuevo bajo el sol, ese comportamiento es propio de la política y los políticos.
Pero tampoco puede pasarse por alto que algunos férreos cabecistas lanzaron en voz baja y por lo alto, todo tipo de descalificaciones contra la casi segura candidata de la oposición.
La acostumbrada agresividad de ese grupo político originario de Reynosa es una muestra más de que no será fácil para el panismo salir a dar una batalla digna en la elección del 2024.
Si en Morena hay pleitos al rojo vivo -para muestra el mensaje que le mandó Mario López a Alberto Granados durante el inicio del ciclo escolar-, la 4T goza de una ventaja que no tiene Acción Nacional: más allá de las escaramuzas mediáticas, hay dos mandos que en cualquier momento pueden poner orden, a nivel federal el Presidente de la República, y en el estado, el gobernador Américo Villarreal.
Esa condición no existe en el PAN.
(¿Cómo andarán las aguas que una de sus figuras de mayor peso en la entidad es el alcalde de Mante?)
Por eso, los diferentes grupos políticos azules están pintados de guerra por las candidaturas.
La apasionada adhesión al proyecto de Xóchitl Gálvez, la disputa por la selfie y por un lugar más cercano en la mesa de la candidata, es otra muestra de esa batalla que en los próximos meses no va a hacer sino empeorar.
Alito vs Beatriz
Alito Moreno retrata a la perfección la imagen del priísta ventajoso, que entiende la política como el arte de hacer trampa.
Por eso, cuando alguien se pregunta si el dirigente nacional del PRI sería capaz de traicionar a Beatriz Paredes, la respuesta es inmediata: sin lugar a dudas, sí.
Lo grave para la oposición es que este comportamiento errático, aunque nada sorpresivo, de Alejandro Moreno, no perjudica solo a su partido, sino a todo el Frente Amplio, que había presumido de ofrecer un proceso interno democrático y transparente. Tanto que se arriesgaron para organizar una mezcla de consulta interna y elección primaria, con todos los riesgos que eso implica.
Todo esa narrativa se desplomaría si se cumple el adagio que adelantó Alito el lunes, cuando, con toda la mala leche del mundo, aseguró que las encuestas no favorecen a su candidata.
Si el PRI le suelta la mano a Beatriz y la presionan para que se baje de la contienda, habrá festejo en Palacio Nacional.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES