Cada día que pasa, queda más claro que Arnulfo Rodríguez Treviño y sus más cercanos colaboradores, han embarcado a miles de maestros en una aventura personalísima que no tiene más estrategia que las ocurrencias del líder sindical.
Sus dos o tres apariciones diarias en redes sociales dejaron de ser informativas, porque se han convertido más en un espacio para el lucimiento del Secretario General de la Sección 30 del SNTE.
Ahí, cuenta chistes, da consejos, y de vez en cuando revela alguna pista sobre el rumbo del movimiento que encabeza.
Todo ello, seguido por el estruendoso aplauso de los maestros que gustan de escucharlo. “¡Arnulfo!, ¡Arnulfo!”, lo vitorean a la menor provocación.
Pero detrás del comportamiento errante del dirigente, cada vez se ha visibilizado con mayor nitidez el motivo para que más de 500 mil alumnos del estado se encuentren sin clases, apenas a unos días de haber iniciado el ciclo escolar. De pronto, ya no están sobre la mesa los puntos que inscribieron en su ambicioso pliego petitorio.
Poco se dice sobre la USICAMM, los adeudos y las plazas pendientes, porque el Gobierno del Estado ha mostrado disposición para abordarlos uno por uno.
Lo único que de verdad mueve a Arnulfo es la obsesión por tumbar a Lucía Aimé Castillo de la Secretaría de Educación.
Ayer se lo dijo al gobernador en su visita al plantón: “Ponga a quien usted quiera (al frente de la SET), y quitamos el plantón ahorita”.
Es decir, todas las legítimas demandas del magisterio, que se arrastran desde hace varios años, quedaron reducidas a nada, por debajo del pleito personal de Arnulfo con Lucía Aimé Castillo.
El problema para el dirigente sindical es que la Secretaria de Educación es por mucho, una de las funcionarias mejor calificadas del Gabinete estatal.
Su conocimiento del sector educativo está fuera de toda duda, pero además, Castillo ha mostrado estar en completa sintonía con la visión humanista de la educación en los tiempos de la Cuarta Transformación.
Arnulfo, es evidente, quiere volver a los tiempos en que los Secretarios Generales de la Sección 30 eran tratados como figuras omnipotentes que estaban muy por encima de la autoridad formal.
Ese modelo cambió, y qué bueno que así sea. Lo que no ha dimensionado Arnulfo, que cada vez luce más jovial en medio de las carpas que ocupan la calzada de Tamatán, es que lo que está en juego no es su pleito personal con Lucía Aimé, ni su aparente intención de sembrarse en alguna posición política de cara a la elección.
Detrás de sus balandronadas, hay un drama que no alcanza a detectar: miles de niños tamaulipecos, que ya sufrieron un grave rezago a raíz de la epidemia de Covid-19, padecen ahora un nuevo patrón en su formación educativa.
Y a juzgar por el comportamiento del Sindicato, así seguirán hasta que Arnulfo logre su cometido.