Ante la palabra nada, tengo que quitarme el sombrero, ponerme de pie o una cosa de esas que sirva de reverencia para una letras juntas que significando nada lo son todo en la vida.
Abajo del polvo de esa palabra tan contundente llamada nada, suele haber años de polvo, minúsculos retazos de olvido. Con el tiempo los hechos son escasos recuerdos, lo poco significativo se convierte en nada. La vida tiene esa magia.
Nada es una palabra feliz, una palabra blanca y limpia. Antes de ella hubo que quitar todo lo que había como medida preventiva para la envidia, pero en Ia paradoja nadie logra tener nada, asi como tampoco nadie lo obtiene todo. Cualquier presunción es un riesgo, todos sin embargo escondemos algo a punto de ser descubierto. En lo que nada pasa, nos pasa todo.
La nada es, la palabra que estalla antes de una búsqueda, un oportuno punto de partida, único. Para ser nada, es mucho.
Es una nave que se esconde, volando lejos y rápido desaparece volviéndose nada, simple vacío, como el olvido. Hubo tantas cosas en el pasado que hoy se volvieron nada. Uno es esa nada en el fondo del agua y nada.
Y sin embargo el todo se hace de la nada. Hay especialistas en comenzar de cero después de tocar fondo, de todas maneras en alguna parte inevitable la nada nos aguarda.
En medio de la nada habitan las cosas que no existen : la perfección, el silencio que ya dijimos, el tiempo y los relojes, el vacío atrapado en un recipiente.
Te dieron un patadón jugando fútbol y el árbitro dice que no fue nada, es así como se esconde la nada, en la oscura impunidad, en la negación de cualquier realidad. En la fanaticada local hacen coperacha para comprarle lentes al árbitro miope.
Es una palabra sencilla de cuatro letras que puede ser terrible si no traes nada en la bolsa, como cuando te andas ahogando y todos te gritan nada y no sabes nadar. Ojalá luego de llenar el carrito del super al pagar la cajera te dijera no es nada señor y fuese cierto y no un párrafo del sueño. Nada es lo que te ha de quedar del sueldo.
Cosas que son nada como el tiempo a quien nadie vio pasar por la calle: o el silencio en Ia mano apretada de la maestra que lo pide a gritos y nadie se calla en el salón del 4to año de primaria.
Hay una tendencia empujando la teoría de que somos hologramas. Nada. Un simple reflejo sobre una pantalla con la cuál dos dioses se divierten, uno gana y otro pierde, al siguiente día invierte los papeles para que el juego continúe.
En todas partes, asomada a la ausencia, a la espera de una presencia, en el callar ahora y también para siempre, existe un batir de tambor y un doblar de campanas de la nada que camuflada en otros personajes cantinflea, habla mucho y no dice nada.
Origen y final, génesis y apocalipsis, nacemos desnudos y asi nos vamos, sin nada. La nada hace que la vida sea una ficción entre dos puntos. La incredulidad nos motiva a no creer en lo que vemos y anula la existencia del objeto. La sugestión hace que la percepción no vea la realidad.
Un mago desaparece objetos, en un buen truco, los hace aparecer de nuevo. La mente nos engaña y a veces vemos lo que nos conviene : si alguien nos pregunta, diremos que no vimos nada, puede que sea cierto.
Quienes meditan buscan alcanzar el nirvana, en otras palabras la nada. Despojar al cuerpo y la mente de la posesión material y de la ocupación mental que hace todo: El ruido, la música, la ansiedad, el hambre, la misma bondad, la presunción de Inocencia y la culpabilidad.
Para el cosmos nada somos y cuando lo entendemos comenzamos a ser polvo de luz. Tras el disfraz, el monje busca la utópica naturaleza de la realidad.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA