“Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”
-Voltaire-
El 2 de octubre de 1968 está marcado en la memoria histórica de México como una fecha que recuerda el oprobio de un gobierno capaz de someter a los jóvenes de su país a la persecución y represión violenta en nombre de una razón de estado inexistente.
El movimiento estudiantil de 1968, que exigía que se detuviera la represión de los cuerpos de seguridad y defendía la libertad de expresión, fue objeto de persecución de los líderes del Consejo Nacional de Huelga CNH, sufrió diversos ataques de la policía a manifestaciones pacíficas, la detención ilegal de estudiantes y maestros, la ocupación de las instalaciones del Politécnico y la UNAM, mientras el gobierno del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, acusó una conjura comunista detrás de movimiento y sus líderes para derrocar a su gobierno y ordenó la represión armada el 2 de octubre contra una manifestación de estudiantes desarmados e indefensos que fueron asesinados.
El hecho brutal es incontrovertible, pero también hay que decir que desgraciadamente no fue único porque estaba encadenado a una vergonzosa posición presidencial de intolerancia a la disidencia política y proclividad a la represión autoritaria y violenta.
El movimiento ferrocarrilero de 1958-59 fue reprimido por el gobierno federal que encabezaba Adolfo Ruiz Cortines, y sus lideres sindicales, de formación comunista, Valentín Campa y Demetrio Vallejo, fueron encarcelados.
El movimiento campesino a favor de una mejor paga para los ejidatarios cultivadores de la caña y en contra de la imposición política violenta y arbitraria, concluyó en 1962, después de años de lucha y persecuciones, con el asesinato de su fundador Rubén Jaramillo líder campesino de formación comunista, siendo presidente Adolfo López Mateos.
El movimiento médico de 1964-65, que demandaba el pago de las prestaciones y salarios de los médicos residentes y la mejora de sus condiciones de trabajo, fue reprimido por el gobierno de Adolfo López Mateos, y los líderes del Sindicato Independiente, Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos AMMRI, fueron despedidos y desprestigiados.
El movimiento estudiantil de 1971, que reclamaba respeto a la autonomía universitaria fue reprimido a balazos por el grupo paramilitar Los Halcones ligado al gobierno del Presidente Luis Echeverría. Durante su gobierno se desató el desmantelamiento y persecución del movimiento estudiantil en todas las universidades públicas del país y se llevó a cabo una guerra sucia contra los movimientos armados surgidos en esa época.
Además de honrar la memoria de los estudiantes del 68 y de los lideres e integrantes de todos los movimientos sociales previos y posteriores, el recuento hoy vale la pena para establecer el contraste con un gobierno que renunció por completo al uso de la fuerza contra la libertad de expresión y que respeta a toda costa la disidencia política.
El Presidente Lopez Obrador ordenó la desaparición del Estado Mayor Presidencial y la reintegración de los 8 mil soldados que lo integraban a disposición de la Secretaría de la Defensa Nacional. También dispuso el desarme de los cuerpos antimotines bajo el mando del ejecutivo, que realizan ahora sus labores disuasivas protegidos solo con sus uniformes y escudos transparentes de plástico endurecido.
Desde 2018 no ha habido detenidos, heridos o muertos que sean producto de la represión del gobierno por manifestarse públicamente y expresar sus ideas, ni la Marea Rosa anti gobierno, ni obreros, campesinos, estudiantes, periodistas, intelectuales o analistas disidentes.
Hoy tenemos en el gobierno del Presidente Andrés Manuel Lopez Obrador una prueba fehaciente de que se puede dirigir el rumbo del país sin desplantes autoritarios, sin abusos de poder y con respeto verdadero a la libre manifestación de las ideas.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ




