“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones… el de difundirlas… por cualquier medio de expresión.”
-ONU, Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 19-
Vivimos actualmente en la época de la humanidad con el mayor acceso a la comunicación y a la información en toda su historia. A través de internet y los teléfonos inteligentes, miles de comunicadores comprometidos con su profesión dan a conocer los hechos que nos interesan y acontecen en todas partes.
Hemos visto las fotografías de las cientos de miles de galaxias y astros del universo capturadas por el telescopio espacial “James Webb”, la inauguración con un concierto de U2 en Las Vegas de Sphere, el centro de espectáculos de la más alta tecnología de sonido e imagen que ha existido, asistimos en todas partes al estreno de Hackney Diamonds la nueva grabación de los Rolling Stones.
También recibimos con pesar, casi en vivo, los videos de los ataques con misiles de Hamas y la respuesta violentísima del ejercito de Israel, vemos en tiempo real las manifestaciones de repudio a la guerra en todo el mundo, observamos las dolorosas imágenes de la devastación que causa la fuerza de la naturaleza en Acapulco.
Veintitrés periodistas han muerto en menos de veinte días desde que inicio el conflicto entre Hamas e Israel en aquel lejano país de la costa del Mediterráneo. Todos ellos, comunicadores de televisión, de cadenas de radio o de redes sociales tratando de informar al mundo de los horrores de esa guerra súbita que ha transformada en tragedia la vida de cientos de miles de seres humanos, miles de vidas perdidas de mujeres, hombres y niños, la mayoría víctimas desarmadas de la locura bélica.
Hay equipos completos de profesionales de la comunicación que están procesando permanentemente la información disponible para comprobar su veracidad y compartirla con el mundo. Por eso, resulta ridículo el uso perverso de la información que hacen pandillas de analistas, comentaristas e informadores opositores al gobierno de México que encuentran siempre una forma de socavar el trabajo de quienes ejercen alguna función en el servicio público.
Ningún tema les es ajeno ni les inspira respeto o consideración, mienten, alteran o distorsionan la información sobre todos los temas, son productores seriales de FakeNews: los Muertos de la Pandemia, los Abrazos y No Balazos al crimen organizado y el narco, las vacunas rusa y cubana que no sirven, el colapso de la economía nacional, el dedazo presidencial, la política exterior Miss Universo de México, la deriva autoritaria, el Rey del Cash, el gobierno populista, dictatorial, y tiránico, 30 millones de personas sin servicio de salud, los libros de texto comunistas, el robo del Fonden que impedirá la ayuda a los damnificados de Otis, y cuando los temas se agotan y la desesperación aprieta, el insulto directo, soez y cobarde.
A esos pequeños grupos de propagandistas de la derecha opositora, todo mal les viene bien para organizar una campaña de desprestigio, trivializar toda tragedia humana, ya sea la guerra en la Franja de Gaza, la desolación de los migrantes en la frontera de México con Estados Unidos, o la destrucción de Acapulco por un Ciclón de la máxima categoría. No hay tema que les merezca respeto, todo les sirve para sembrar odio y división, es un lamentable desperdicio de los espacios de la comunicación y de la libertad de expresión.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ