CD. VICTORIA, TAM.- Jesús es la segunda generación de su familia que trabaja en el servicio postal mexicano.
Gracias a su constancia ostenta el nivel de cartero especializado y tiene 21 años trabajando en correos, continuando una dinastía que antes de él iniciaron sus tíos, y después su hermano y una prima.
Chuy comenta al Caminante que así como casi todos sus compañeros de oficio, también tuvo que experimentar la clásica persecución con explosión de adrenalina, que le aplicó un perro de raza boxer en los andadores de la colonia Miguel Alemán.
– ¿La sentiste cerca compi? – le pregunta el Caminante. – Casi me pesca – cuenta Chuy un poco apenado entre nerviosas risas – en la correteada hasta perdí un zapato.
Jesús recuerda con nostalgia y hasta con un poco de orgullo esa ocasión de su graciosa huida, pues con todo y todo, afortunadamente el can no logró probar de sus carnes.
Él, como muchos, empezó a trabajar muy joven como cartero ordinario, en una de las 36 rutas que componen el ramal de entregas de este municipio.
Tal vez habrá muchos lectores que piensen qué, con la acelerada evolución de la tecnología, la labor del cartero haya quedado obsoleta, pero la realidad es que no es así: no solo evolucionó, sino que se expande cada vez más.
Ciertamente, la manera actual de comunicarse persona a persona es mediante el uso del celular y las redes sociales: hoy en día es posible mandar un mensaje a cualquier parte del mundo en solo segundos, pero hay muchas otras cosas que el servicio postal realiza.
Con el ‘boom’ del comercio electrónico y la enorme oferta de mercancías y productos hechos en China, el flujo de envíos creció exponencialmente en nuestro país.
El cartero (como tradicionalmente se le llama) ya no solo entrega cartas, sino correspondencia gubernamental y bancaria, además de una innumerable cantidad de objetos, ropa, electrónicos y baratijas que ofrecen sitios como Wish, Bandgood, Amazon, Mercado Libre, Aliexpress, Linio, Temu, Shein y todas las grandes tiendas departamentales, aparte de los envíos entre particulares.
Esto ha multiplicado su chamba a un nivel impresionante, tanto al exterior así como de recepción. El trajinar diario de los carteros tiene muchos matices. Para algunos, su jornada se desarrolla en la penumbra de la madrugada, otros en el solazo de la tarde.
En Victoria, a partir de las 10:30 de la mañana empieza a retumbar el rugido de motocicletas en el patio del Palacio Federal en el inicio de la jornada de entrega del servicio postal mexicano.
Para Chuy, la mayor satisfacción de chambear como cartero, es que cuando duran un buen tiempo trabajando en una ruta, se crean vínculos muy cercanos con los usuarios. Por ejemplo, cuando le ha tocado repartir las cartas que se envían desde la penitenciaría, que es el único medio de comunicación permitido entre el interno y sus familiares.
Al momento de entregar la misiva con noticias de su hijo, hermano o padre encarcelado, los destinatarios reciben el sobre con mucho sentimiento y alegría.
Pero también ha habido situaciones tristes en más de una ocasión. Por ejemplo, cuando el cartero traba una amistad con personas mayores, que mes a mes reciben correspondencia y que de manera espontánea y amena se echan la platicada, sin embargo y debido a la pandemia, llegó la ocasión en que acudió a entregar correspondencia y se topó con la noticia de que esa persona ha pasado a mejor vida.
“Durante la pandemia fue triste no volver a ver tanta gente amable que se ha ido, personas mayores con las que convivías, con las que conversabas y te ofrecían un vaso de agua o un refresco, y de un día para otro ya no están” comenta el cartero.
Sin embargo, la vida sigue, la correspondencia nunca deja de llegar, y la chamba no espera. Chuy tiene que dejar hasta aquí su plática con el Caminante, pues debe reintegrarse a su intensa labor en esta enorme oficina, donde la continua actividad se ensambla como una maquinaria para clasificar y enrutar cada sobre y cada paquete.
El servicio postal mexicano es una empresa indispensable para el buen funcionamiento del país y el enlace necesario para miles o millones de personas que intercambian cartas y mercancías a nivel nacional e internacional.
Desde estas líneas, se envía una felicitación, un agradecimiento y un homenaje a estos héroes de la comunicación en su día, hoy 12 de noviembre. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA