Con el registro del gobernador con licencia de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda como aspirante a la candidatura presidencial por Movimiento Ciudadano, el partido naranja avanza lentamente, pero con firmeza, a la senda que lo llevará a convertirse en el nuevo Verde.
La esperanza que en algún momento llegó a generar MC entre los ciudadanos que no se sentían identificados con las opciones vigentes -PRI, PAN, PRD, PT y demás alternativas-, se fue diluyendo gradualmente conforme el partido fundado y refundado por el expriísta Dante Delgado Rannauro comenzó a transitar al lado del oficialismo. Movimiento Ciudadano sorprendió cuando ganó el gobierno de Jalisco de la mano de Enrique Alfaro, tras varios años siendo dominado por el PAN.
Luego, la irrupción mediática de Samuel García en Nuevo León les dio ánimos para pensar en grande y venderse con una estrategia como un partido nuevo, en crecimiento y con capacidad de gobernar bien.
Pero mientras eso sucedía en esos estados, en las Cámaras de Diputados y de Senadores el partido naranja también empezó a ganar espacios, la mayoría por la vía plurinominal ante el hecho innegable que su fuerza territorial es escasa, que no posee figuras políticas relevantes y de que no cuenta con estructura que le permita impulsar un crecimiento en los municipios.
No obstante, eso sirvió para que Dante Delgado pudiera negociar bien -.al viejo estilo priísta-, con el oficialismo cuatroteísta: Las bancadas naranjas han sido demasiado condescendientes con el gobierno federal y han jugado a ser oposición, mientras replican el modelo de denostación a los demás partidos, tal como lo hace Andrés Manuel desde hace años.
La narrativa, diferente en la forma, es la misma en el fondo y apuesta por seguir desgastando la imagen que los partidos tienen entre amplias capas de la población, que están desencantadas con el comportamiento de exgobernadores, exalcaldes, exdiputados y exsenadores de los partidos grandes.
Con expectativas altas, hace 6 años Movimiento Ciudadano formó una coalición con el PAN y el PRD para postular a Ricardo Anaya, pero el deterioro de la imagen de esos partidos y del PRI, el cansancio de la gente y la oportuna campaña de polarización realizada por López Obrador hicieron lo suyo: Anaya no ganó y Movimiento Ciudadano se volvió a quedar con ganas de ser una fuerza política representativa.
Seis años antes, postulando Andrés Manuel con el PRD y el PT, también se habían quedado cerca, pero entonces se llamaban Convergencia.
A Movimiento Ciudadano le pasó lo que al Partido Verde de la familia González Torres, tras haber participado en forma independiente, luego al lado del PAN en el 2000, posteriormente con el PRI con el que amarró su alianza más fructífera -en todos los sentidos- y al final, para uncir su destino al de Morena y López Obrador.
El partido naranja, haciendo gala del pragmatismo clásico del viejo priísmo, está en la ruta que hace años llevó al Verde a ser el nuevo esquirol del oficialismo, pues Samuel García será el inminente candidato presidencial de Movimiento Ciudadano en 2024 y aunque haya escaramuzas verbales con Morena, su objetivo estará centrado en confrontar a la candidata del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez con su conocido recurso retórico que hace alusión a la vieja política.
Como si MC hubiera sido fundado por un demócrata de centro o un moderado, en vez de un expriísta encarcelado por presunta corrupción durante su gobierno.
Irónico, ¿No? Sin embargo, en la política al estilo mexicano de las últimas tres décadas hay que entender que eso es parte del juego de partidos que, como MC, surgen al amparo de políticos que repiten los viejos modelos y van pensando más en sus beneficios personales que en contribuir genuinamente a la formación de una cultura democrática y en la promoción de prácticas de gobierno honestas. Movimiento Ciudadano es, sin lugar a dudas, el nuevo Verde, el aliado oficialista más reciente y con imagen menos gastada que el Verde, aunque con las mismas mañas y taras ideológicas desde su nacimiento. Ambos proceden del mismo árbol político, aunque de diferentes ramas.
En la política, como en la biología, los resultados siempre se notan. ¿Y en estados como Tamaulipas en donde Movimiento Ciudadano es más un partido de papel que una fuerza política real? Pues aquí, como en las demás entidades en donde no existe, MC le apostará a captar gente descontenta con otros partidos y a postular a ciudadanos que crean eso de que son la fuerza política emergente, independiente y viable que necesita el país.
ESCOTILLA
La decisión de Marcelo Ebrard de no irse de Morena para buscar la nominación por Movimiento Ciudadano, confirma lo que se dijo siempre: No es ni por asomo, émulo de Cárdenas y de quienes, como él, se fueron del PRI en el 87 por la imposición de Salinas.
Se quedó en Morena tras negociar posiciones para sus colaboradores y seguramente, consideraciones para sí mismo. Atrás quedaron sus quejas y pataleos por la inequidad que denunció en el proceso interno. Que cada quien saque sus conclusiones.