De fobias y filias
La elección presidencial de Argentina, cuya segunda vuelta se realizará el domingo, funciona como ejemplo de un fenómeno que impacta al sistema político
de múltiples países, incluido México.
Hay dos rasgos que dominan el paisaje democrático de Occidente. Primero: una polarización de la
que ya tenemos suficientes muestras en la reciente experiencia mexicana y tamaulipeca.
Acaso la pulverización de los partidos políticos haya contribuido a la percepción de que solo hay dos alternativas posibles para el ejercicio del poder, sin matices ni claroscuros de por medio.
En México, en Latinoamérica, en Estados Unidos y en Europa están enfrentándose dos maneras de ver el mundo radicalmente opuestas, que invisiblizan y en el peor de los casos dinamitan todo lo que se sitúe en medio.
El caso argentino es extremo y por la situación crítica que vive ese país, resulta desolador.
Dentro de tres días, los ciudadanos saldrán a votar por las dos opciones que obtuvieron más apoyo en la primera vuelta.
El candidato del oficialismo es Sergio Massa, un peronista que está lejos de ser considerado parte del ala dura de esa ideología política, y que actualmente desempeña el cargo de Ministro de Economía; es decir, a él se le responsabiliza de la inflación del 142 por ciento que empobrece cada vez más a los argentinos.
Su contrincante es Javier Milei, un outsider antipolítica.
Un economista que se hizo famoso por sus comentarios en programas de televisión en los que suele proferir todo tipo de insultos contra lo que llama “la casta”.
Entre sus propuestas más polémicas y aplaudidas por sus millones de seguidores está la desaparición del Banco Central y la dolarización de la economía argentina.
Como es un fundamentalista del mercado, opina que se debe permitir la venta de órganos, o que las adopciones entren en la misma dinámica de compraventa: “un mercado libre de bebés”, dijo alguna vez. Además de romper relaciones comerciales con Brasil -su principal socio comercial- porque Lula “es un comunista”.
Qué difícil para los argentinos elegir entre estas dos opciones.
Es el “vota por el menos peor” llevado a su máxima expresión, pero aunque suene a broma, es verdad que existe un mal menor en esta cruel disyuntiva.
Massa, el peronista -ligado por tanto al kirchnerismo- representa esa opción.
Milei, quien además de sus polémicas propuestas económicas es negacionista del cambio climático y hasta de la dictadura argentina que asesinó a 30 mil personas, parece más bien el tiro de gracia para el sistema democrático y político de un país que ha sufrido todo tipo de crisis en las últimas décadas.
A pesar de eso, hay un amplio sector de la población que pudiera considerarse políticamente ilustrada, que parecen dispuestos a darle una pistola cargada a este candidato delirante.
Ese es el segundo rasgo que permea -y lastima- las democracias actuales: antes que lo más conveniente están las fobias.
Solo así puede explicarse que los ex presidentes mexicanos Felipe Calderón y Vicente Fox hayan firmado un pronunciamiento a favor de Milei, por considerarlo una alternativa contra el peronismo argentino, y los políticos kirchneristas con los que mantienen históricas diferencias.
Son las fobias por encima de lo razonable, y en buena medida, ese rumbo va a tomar el 2024 en nuestro país.