Una chulada de expediente
Muy poco queda de aquel muchacho entusiasta al que muchos reporteros conocieron atizando el asador, dando vuelta a la carne y sirviendo los frijolitos en los tiempos del PRI-Gobierno.
Después cambió, según recuerdan. Con la llegada de la aplanadora azul en 2016, la magia del parentesco lo convirtió en administrador universitario, cargo envidiable que ejerció con tanta fuerza que parecía un vicerrector.
Fueron sus tiempos mejores. La posterior etapa guinda no solamente lo desbancó sino que además le fincó cargos por un presunto desvío de 450 millones de pesos, tras una investigación oficial de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) federal.
Aunque observadores cercanos afirman que la UIF se habría quedado corta. La danza de los millones fue de más dígitos pues las factureras adheridas como sanguijuelas a dicho presupuesto tenían como mariscal de campo al primo del administrador, senador y hermano del entonces mandatario.
Todo se manejaba desde ese nivel. Al “manito” le fue concesionada la ordeña de dicha institución educativa, adquisiciones, compras, obras, servicios y hasta comunicación social.
Las factureras son parásitos todo terreno. Se adhieren con fuerza a cualquier tipo de dependencia, siempre y cuando haya el poder, exista la voluntad política y la orden tajante de dar entrada sin remilgos a todo lo que se documente. Eso y con lujo de pronto pago.
La UIF señala la existencia de una red de empresas fantasma que bombea, trasvasa, transfunde, acarrea kilos y kilos de felicidad entre las finanzas públicas y cuentas privadas, no solo para regocijo del senador sino de toda la familia de los cuernos, incluyendo el que fue número uno, hoy refugiado en Dallas.
BOYANTE SIMULACIÓN
Negocios “fachada” de facturación aviesa y puntual cobranza que (para colmo) ni generan empleo pues a
menudo carecen de instalaciones, se ubican en un domicilio fiscal ficticio y sin proporcionar algún bien o servicio en contraprestación a los voluminosos pagos.
Dinero gratis, en abundancia y perseverante entrega. Y mire usted, para alcanzar récords tan altos de ingresos en cortísimo tiempo no se necesita mucha inteligencia, ni cultura empresarial, ni vocación progresista.
Tampoco temple de emprendedor, creatividad, ingenio, nada de eso. Solo ausencia de escrúpulos y una parentela cómplice. Un primo en la esquina de la calle 15 y otro en el escaño senatorial. Con eso.
Y mire lo que son las cosas. Sin dejar del todo los asuntos de dicho partido, cabe señalar que su dirigente nacional, de nombre MARKO CORTÉS MENDOZA, recién externó una opinión con aspecto de radiografía sobre el aspirante naranja a la candidatura presidencial SAMUEL GARCÍA SEPÚLVEDA, gobernador con licencia de Nuevo León.
A riesgo de morder su lengua, CORTÉS se aventuró a proclamar que SAMUEL es también “facturero”, ocupación que en los tiempos que corren parece haber desplazado a todos los oficios y profesiones.
También le llamó esquirol y lacayo del obradorismo, amén de afirmar que la propia Fiscalía General de la República lo ha identificado dentro de la referida actividad de “facturero”. Razón por la cual el gobierno obradorista lo tendría bajo control.
-“Lo tiene bien agarrado”- dijo MARKO, aunque no aclaró de dónde, con qué, cómo o en qué parte de su anatomía. Cabe pensar que de los cabellos y mejor ahí la dejamos.
JORNADAS Y LEYES
Con toda la facha de anzuelo electoral, pero de innegable trascendencia, resulta el proyecto del gobierno obradorista para modificar la Ley Federal del Trabajo y reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales.
Ya está en manos del poder legislativo, mientras la opinocracia nacional, centrales obreras y cúpulas patronales discuten en torno a la utilidad de la medida, pros y contras.
Y aunque defensores de la reforma afirmen que los asalariados trabajarán menos y descansarán más, lo cierto es que el alto precio de la canasta básica seguirá exigiendo, a quienes ganan el mínimo general, esfuerzos milagrosos para sacar adelante a sus familias.
¿Qué efecto tendría la jornada de 40 horas?… Una carga gravosa para las micro y pequeñas empresas, aunque también facilitará el multiempleo a quienes no se conformen con sus 207 pesos diarios (312 en zona libre).
O bien permitiría cobrar como “horas extra” las ocho de diferencia que hoy se devengan dentro de la jornada regular. Ganar un poquito más por el mismo esfuerzo.
De modificarse nuestro histórico artículo 123 constitucional, los trabajadores gozarían de dos jornadas de descanso por cada cinco trabajadas. Lo cual implica un mayor desembolso por pagos extras para los patrones cuyos negocios tienen actividad al menos seis días.
Quedó muy atrás el esquema del siglo 19 y sus jornadas de 14 horas, los 7 días a la semana. Tantas como 98 horas semanales, sin distingo de edad o género, mismo rigor para menores de edad y mujeres embarazadas, segmentos que hoy en día merecen tratamiento especial.
Por igual van quedando atrás los modelos intermedios de 60 horas semanales, entre otros. Hoy opera el de 48 y ya se discute su reducción a 40 en la Cámara Baja. Convenga (o no) a la economía del país, su impacto mediático es innegable. Y, por supuesto, su utilidad electoral.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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