5 diciembre, 2025

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Trópico de Cáncer

Jesús Collado Martínez

Maximato y misoginia

 

La derecha internacional agrupada en la Internacional Demócrata de Centro – Internacional Demócrata Cristiana, conocida como IDC – CDI, protagoniza en todo el mundo verdaderas batallas contra los gobiernos de izquierda que asumen el poder.

Nacida en plena guerra fría en los años 60, los integrantes de esa organización han financiado y llevado a cabo siniestras campañas de propaganda dirigidas a socavar a los gobiernos que pudieran estar identificados con cualquier posición comunista, socialista, socialdemócrata o simplemente de izquierda. 

En México el PAN es integrante y sus militantes forman parte de su Comité Ejecutivo que es el órgano máximo de dirigencia internacional del IDC – CDI. Las campañas de desgaste tienen lugar en cualquier lugar en donde aparezca la izquierda popular, como ha sucedido a lo largo del siglo 20 y 21 en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Brasil, Chile, Argentina, México y recientemente Colombia.

Hoy en día, los medios y las redes sociales son aliados predilectos de la derecha con todos sus columnistas, intelectuales, y analistas afines, que atacan en cada país en el frente interno y también en los medios internacionales. Emprenden campañas sistemáticas y permanentes para desacreditar y debilitar a los gobiernos de izquierda, y para ello establecen agendas temáticas en periodos específicas, de tal manera que la sintonía en televisión y radio, la lectura de textos en la prensa escrita y las redes sociales siempre esté tratando el mismo tema.

Los ejes principales de su posicionamientos tienen denominadores comunes: 1. Descalifican la identidad ideológica de la fuerza o gobierno de que se trate. No son de izquierda, son populistas, anarquistas, demagogos, farsantes, estafadores. 2. Declaran a la izquierda incapaz de gobernar. Toda política pública dirigida a mejorar las condiciones de vida de los pobres es demagógica, no es sustentable y tiene como objetivo comprar votos. 3. Acusan a los gobiernos de izquierda de ser tiránicos, dictatoriales y autoritarios ante cualquier intento de reformar las leyes y las instituciones heredades de los regímenes anteriores. 4. Obstruyen el trabajo del gobierno mediante la presentación de acusaciones y demandas ante el Poder Judicial contra los funcionarios públicos y los actos del gobierno para impedir su trabajo y generar inmovilidad.

En México actualmente, esas estrategias han sido ejecutadas con precisión por todos los personeros de la derecha opositora, sin éxito, porque el país avanza y hacia el final del periodo presidencial todos los indicadores del desarrollo presentan saldos favorables y en el terreno político de acuerdo con las encuestas de opinión, el partido en el gobierno y sus candidatos cuentan con la mayor intención de voto a su favor.

La campaña de la derecha se dirige ahora a sembrar la narrativa del Maximato que consiste en afirmar que el Presidente Lopez Obrador quiere seguir mandando en el país después de que concluya su periodo de gobierno.

Sin embargo una revisión somera del pasado reciente desmiente esa afirmación, los presidentes de último medio siglo se han encargado de tomar medidas para dejar claro quien está al frente del país. Ningún expresidente ha influido o determinado que hacer en el mandato de su sucesor. No hay maximatos posibles, no los ha habido en los últimos 50 años.

Ahora llama mucho la atención que a la afirmación insultante para Claudia Sheinbaum que aspira a ser la primera Presidenta de México, de que se someterá dócilmente a la voluntad de quien ya no tendrá investidura ni poder alguno, para obedecer ciegamente sus deseos. Llama la atención la cantidad de calificativos peyorativos y el tono misógino y la ligereza con la que se le ataca llamándola títere, “juanita”, marioneta, pelele y debilucha entre otros epítetos. 

Es inevitable recordar a aquel candidato del PAN a Presidente y a aquel Presidente panista que se referían despectivamente a las mujeres como el viejerio y lavadoras de dos patas. Son el tipo de insultos y el tono despectivo con los que los voceros de la derecha maltratan a las secretarias del gabinete presidencial por su complexión física, su forma de vestir, de calzar o de peinarse antes de reconocer sus méritos y los resultados de su gestión como servidoras públicas. Son vestigios del pasado machista y conservador que en pleno siglo 21 se resisten a desaparecer.

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