Una vez más está en entredicho la viabilidad política de la alianza entre el PAN, PRI y lo que queda del PRD.
Cada vez que Xóchitl tiene que posicionarse en serio sobre los temas que de verdad atañen al país más allá de los chascarrillos y las groserías, la precandidata de la alianza sufre en serio.
La ausencia de mensaje, la narrativa titubeante está a la vista de todos y contrasta con lo que hay enfrente, la claridad en la oferta de Claudia Sheinbaum es transparente en cuanto a su apuesta política, la continuidad de la llamada Cuarta Transformación.
La precandidata de Morena, el PT y el Partido Verde, ya puso su apuesta sobre la mesa: Claudia y los suyos confían en que una mayoría de votantes coincidan con los principios de la 4T y busquen su profundización.
No deja de haber un riesgo en ello después de cinco años de gobierno y el desgaste que ello implica, pero queda claro que la jefa de gobierno con licencia no se va a mover un centímetro del discurso presidencial durante toda la campaña, no habrá deslinde alguno, ni pasos al costado, o rutas zigzagueantes, para utilizar lenguaje obradorista.
A Claudia se le podrá acusar de plegarse por completo -hasta en el estilo- a la línea trazada por el presidente, pero no de esconder su oferta política.
Con Xóchitl en cambio, aún a estas alturas resulta difícil conocer el rumbo que va a tomar su campaña, más allá de la oposición casi obsesiva a Morena.
No es un problema exclusivo de ella, otros candidatos que han competido por el PRI-PAN-PRD también han incurrido en serias confusiones políticas, y han errado la ruta.
Imposible olvidar cuando en los días previos a la campaña por la gubernatura de Tamaulipas, César “Truko” Verástegui, se definió así: “Y puedo decir que soy izquierdoso, que soy de izquierda, soy de derecha y soy de centro, al final del día yo creo que cuando hay conocimiento porque hay una gran diversidad en la sociedad, hay que respetar y hay que hacer un traje a la medida para cada segmento de la sociedad”.
La autodescripción trukista no está muy lejos de las que ha ensayado Xóchitl: “Provengo de la liga obrera marxista, soy trotskista de origen y, su servidora, ha trabajado durante muchos años al lado de los pueblos indígenas, así es que los descalificativos de derechas e izquierdas a mí no me incomodan”.
Es verdad que en estos tiempos pudiera parecer insuficiente una definición de izquierda o derecha para alguien que aspire a gobernar un país, pero el momento político que vive la República sí exige claridad sobre su visión del mundo, una guía que ayude al votante a descifrar lo que hay detrás del personaje.
Ya ha quedado bastante claro en los últimos procesos electorales que el antimorenismo recalcitrante no es suficiente para ganar una elección.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES




