Divorciar.- “Separar, apartar personas que vivían en estrecha relación, o cosas que estaban o debían estar juntas.”
-Real Academia Española-
El triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, ha provocado un inusual interés en la política en segmentos de la población que mantenían una actitud pasiva o indiferente ante esos temas. Unos defienden al gobierno y a Morena el partido que lo postuló, y otros los critican y los atacan.
Este aumento de interés en los asuntos políticos sin duda es positivo para el desarrollo democrático del país, pero es necesario señalar también que una parte de esa actividad en el debate de las ideas se ha visto afectada por la confrontación irracional que divide, en torno a las acciones del Gobierno, sus partidos afines, los opositores, los actores de la sociedad civil y los medios y las redes sociales.
La discusión de los temas se da en los más diversos espacios, en programas de noticias, programas de análisis político en TV y radio, en artículos y columnas en diarios y revistas, en las mesas de los cafés, restaurantes, bares y hasta en los millones de hogares de nuestro país.
Se debate en conversaciones en persona, en chats uno-uno, en grupos de WhatsApp, en los muros de Facebook, en X, en Thread, en Instagram, en videos de YouTube y TikTok, videoconferencias individuales y grupales, en las oficinas, escuelas, centros de trabajo, clubes deportivos, en los taxis, el uber, las peseras y los camiones, los mercados y las taquerías, la conversación está en todas partes.
El tono de los debates ha evolucionado vertiginosamente, desde hacer pequeños comentarios sobre las acciones de gobierno hasta el debate documentado sobre indicadores económicos, pobreza y desigualdad, apoyo a la empresas, deuda externa, inversión extranjera, relaciones exteriores. De ahí la narrativa ha escalado a la descalificación acalorada hasta llegar al insulto abierto y directo.
La división en bandos es ya muy clara, los chairos y los fifís, los aspiracionistas y los progres, los pejezombies y los derechairos, el populista y los conservadores, la izquierda y la derecha, el comunismo y la democracia, los calificativos y los insultos son infinitos y han permeado desde la discusión política hasta el ámbito personal, provocando distanciamiento y hasta rupturas entre familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo.
En la democracia mexicana la elección de los servidores públicos se da en periodos de 3 y de 6 años, hay procesos electorales con precampañas, campañas y elecciones, y una vez terminados los funcionarios electos deberán cumplir con sus mandatos como Presidente, Gobernadores, Senadores, Diputados, Legisladores estatales, Presidentes municipales, síndicos y regidores.
Pero los viejos afectos, los de toda la vida, los que nacen del parentesco cercano, de la amistad, de la buena vecindad, del trabajo y la responsabilidad compartida, esos ¿Cómo se renuevan? ¿Cómo se solucionan los conflictos y las rupturas provocadas por una discusión política? ¿Cómo se resuelve un agravio, una palabra mal dicha, un insulto nacido al calor de una discusión? ¿Cómo se recupera una relación dañada por la enemistad política? Quizá sea un buen momento para reconsiderar si vale la pena llegar tan lejos. Como dice “Catón” Armando Fuentes Aguirre, “Pero que conste, yo no estoy criticando, yo estoy diciendo, nada mas”.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ