Te conocí antes de encontrarnos este día. Entre tanto del tiempo pasado habían sucedido cosas: un mueble cambió de sitio, una hoja del diario quedó inconclusa, algo que nunca ocurrió sucede ahora y nos seduce.
Tanto pasado viéndonos sin mirarnos por el retrovisor y en las vidrieras del centro lloviendo. Yo desde luego marquesina con algunas luces, árbol no muy alto pero visible me detuve en mi sombra para esperarte. Llovía y estuvimos ahí desconocidos sin pronunciar palabra, esto es después de aquella lluvia lo que quedó de ambos.
De niño me ocultaba tras la ropa hasta que me encontraran tal como hicieron los viejos vecinos. Me volví huidizo para matar el tiempo, atleta, corredor de cien metros planos. Trepé entonces, déjenlo algun día tocará tierra, dijeron.
Como ves, los libros me han cambiado al grado de sentir la necesidad de escribir este encuentro contigo. Soy el que me mira y escucho desde tus palabras, por ello abordo temas sencillos y comunes. Sin rosas ni espinas, tardé en reconocer que el paraíso es una sonrisa mucho tiempo tuyo aquí conmigo.
El mundo no se detuvo y seguimos dando vueltas como locos, estoy un poco mareado, llevo desabrochados los zapatos y aún estoy de pie amenazando con dar un paso. Igual me corretea un perro.
Debi ser un bravo y temerario muchacho, pero también un ingenuo que jamás supuso traición alguna y me llené de sorpresas mientras deletreaba la crónica estrafalaria de morras de inmutable belleza.
Te veo y eres todo lo contrario a lo que pensé, con mis contradicciones antes de ti fui un ser anónimo, y tú eras un destino, el pasaporte en un tren que comenzó a moverse.
Te conocí antes de conocerte, sólo no recuerdo dónde, en cuál parte de un sueño. Llegué corriendo mas estaba a dos pasos, a miles de kilómetro de este encuentro. ¿Quién nos convocó?, la gente entre las calles permitió la coincidencia con Ia inquietud necesaria y a la vez la calma de este breve instante.
Dos horas antes y me hubieras encontrado lavando trastes o tirando baba en la reja. Hay situaciones que ignoramos el uno del otro y eso nos vuelve interesantes.
Las estrellas nos miraban en el fuego pensado de la noche entre el ejército de ciudadanos. En el mínimo trozo de tierra a un tiempo y sin saber que el cosmos se miraba a través de tus ojos con un pasajero en silencio, te buscaba.
Fue un cuento de hadas de un libro cerrado. Hubo ciertos pasillos que me condujeron a la nada, debía tener mi propia casa, mi espejo ciego y el nudo en Ia garganta para evitar blasfemias en tu ausencia. De entre los agujeros chamuscados del tiempo brotaron mariposas buscándote.
El pasado es ya indestructible y lejano sin la condición física que me trajo. Siento que por primera vez abro los ojos, hago un reconocimiento de lo que ya sabía, casi nada, empiezo a pasar por un fan de tus ojos. El pasado por lo mismo es la época imprecisa, la fórmula correcta emborronada en la libreta, por tanto tengo hoy interés por los triunfos sin falsas espectativas, sin pudor arriesgar el ir ganando y a vote pronto perder todo.
A pesar del pasado separados, sé, sonreímos al mismo tiempo porque siempre sonríes y hago lo mismo. Es inevitable no coincidir con tus palabras. El tiempo pudo ver hacia adelante y toparnos, y sin embargo el presente es arrogante. Por eso estamos aquí viéndonos de frente. Hemos sido puntuales a esta cita en el universo.
Sonrío y correspondes, un gesto tuyo es mio decayendo por los años triviales. Traje la ropa que te gusta, sé cómo adivinar tus gustos y emociones, llevo muchos años buscándome, juro que aunque no pueda creerlo soy ese que por primera vez en la vida se detiene a mirarme. Al rato voy a echarme unos tacos, no sé si quieras ir conmigo Rigo.
HASTA PRONTO
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POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA