El síndrome de fatiga crónica (SFC) es un padecimiento enigmático con cada vez más casos. Según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, se estima que 3.3 millones de personas padecen síntomas que coinciden. Esta cifra revela una realidad inquietante: el SFC no es una rareza médica, sino una preocupación de salud pública creciente. Mujeres de entornos desfavorecidos y zonas rurales son especialmente susceptibles, aunque la enfermedad no discrimina, afectando a personas de todas las edades y razas.
La escepticidad médica y la falta de un diagnóstico claro dificultan la vida de quienes padecen esta afección. Este informe de los CDC es un paso crucial hacia el reconocimiento y la validación del SFC, además de que se abre el camino para investigaciones futuras y mejores estrategias de tratamiento.
¿En qué consiste el síndrome de fatiga crónica?
El diagnóstico del SFC es un desafío. Se basa en la presencia de un agotamiento extremo persistente por más de seis meses, que no mejora con descanso. Los pacientes reportan niveles de fatiga tan severos que actividades cotidianas como ir de compras o atender a sus hijos se convierten en tareas dificilísimas. Acompañando a este cansancio debilitante, otros síntomas incluyen dolor de espalda, confusión mental y trastornos del sueño.
Curiosamente, estos síntomas se asemejan a los del llamado “Covid largo”, aunque su etiología sigue siendo un misterio. Sin embargo, la causa exacta del SFC sigue siendo un enigma. Algunos expertos sugieren que puede estar relacionada con respuestas inflamatorias del sistema inmunitario. Sin una cura conocida y sin pruebas diagnósticas claras como análisis de sangre o escáneres, el tratamiento se centra en aliviar síntomas. Esto incluye terapias alternativas como yoga, estiramientos, masajes y técnicas de respiración profunda.
¿Por qué es importante acudir con un profesional de la salud?
Acudir a un profesional de la salud es crucial porque solo un experto puede realizar un diagnóstico adecuado, descartando otras afecciones médicas que pueden presentar síntomas similares. Muchas veces, los síntomas de la fatiga crónica, como el dolor, la dificultad para concentrarse y el malestar general, pueden solaparse con los de enfermedades como la depresión, la anemia o trastornos del sueño, lo que hace esencial una evaluación profesional para un tratamiento adecuado.
Además, un profesional de la salud puede ofrecer una guía personalizada y un plan de tratamiento que puede incluir cambios en el estilo de vida, terapias de rehabilitación y estrategias para manejar el estrés y mejorar el sueño. Sin un manejo adecuado, la fatiga crónica puede afectar significativamente la calidad de vida, impidiendo a las personas realizar actividades cotidianas.
CON INFORMACIÓN DE EL HERALDO DE MÉXICO