• (In memoriam José Luis Velarde del Angel )
Tal vez en ciudad Victoria muy poca gente lo conoció, pero la señora muerte se llevó a quien mucha falta nos hará porque son demasiados dedos en las manos para contar quién es quien entre nosotros.
Arde la vela de un ángel, se incinera la era, se termina la vida, se conoce a la gente, unos se van otros se quedan, nadie sabe cuándo ni cómo todo termina y lo demás queda inerte, como si nada hubiese pasado; pero no, sin José Luis Velarde del Ángel ya nada puede seguir siendo igual. Maestro Velarde, ahí donde estés estás bien porque así es el destino y eso es de todos; es el camino que forjaste para tu vivir donde tienes un lugar especial por ser inteligente, profesionista profesional, probo, justo, educado y prudente.
No cualquiera llega a ser como tú fuiste con tu vida, pero así pasa cuando sucede lo que acontece, naces, creces, te reproduces y mueres; tú lo sabes mejor que yo.
Es poco decir que José Luis Velarde volaba por los confines de la cultura general universal ¿quién ahora habrá para disertar sobre la gente de este mundo? de todo lo que nos rodea, su música, las guerras, los poderosos con sus artimañas y triquiñuelas para conservar el poder a costa de lo que sea aun en detrimento de la Humanidad del planeta Tierra, la hipocresía de los políticos y el cinismo sin sentido con afán de engañar a los semejantes; fueron esos sentimientos que a Velarde le influenció la ideología hippie y la corriente beat contracultural, cuando leyó los escritos de Jack Kerouac, Ginsberg y Burroughs.
José Luis Velarde, como revisor y corrector en el Comité Editorial, cansado y fastidiado venía a mi escritorio para descargar su desencanto por las barbaridades que la gente escribe cuando redacta sus trabajos académicos.
José Luís Velarde, cual sastre remendón que hace costuras para crear una nueva prenda, reescribía los textos para que fueran coherentes en su explicación; soy testigo que él me dijo que en un semestre corregía hasta 50 proyectos de libro ¿y ahora quién va a hacer todo eso? quién va a decirnos lo que está mal escrito, quién recomendará regresar a cursar la materia de redacción en el primer semestre de la carrera, quién va tomar las riendas de la escritura correcta, quién se tomará el tiempo para leer nuestras líneas de escritura y tendrá la suficiente paciencia para decirnos que eso, así no va.
La actitud, compromiso y responsabilidad hacia el trabajo que realizamos se trae del ejemplo que nuestros padres nos inculcaron, aunque no es igual para todos cuando los padres no son ejemplo de nada. ¿cómo aceptar que alguien así nada más como si nada de pronto se va? y ya más nunca lo volverán a ver en la vida ¿dónde va a quedar tanta imaginación que José Luis Velarde tiene para escribir sus ensayos, sus cuentos, sus relatos, sus historias y sus reflexiones existenciales? cuál será el fin de sus escritos publicados en revistas internacionales de literatura ¿acaso alguien regresará para buscarlos? A dónde irán a dar sus archivos digitales que con tanto ahínco José Luís coleccionó para que fueran algo así como… un “álbum de la música contemporánea”.
Dónde encontrar alguien que con sentido crítico y lógico sepa redactar un texto académico y científico ¿dónde? quién ahora va a imaginar una estación de radio cultural donde la educación social sea la línea que guía el propósito de la intención ¿dónde quedó mi confidente? el que me hace creer que sí hay alguien que entiende lo que digo. Amigo José Luis Velarde, ya no estás más a mi lado y el tiempo sigue pasando con los recuerdos de nuestra amistad; gracias por conocerte, hay gente que brilla y gente que solo eso es. Tu eres una luz y un ejemplo de cómo ser brillante.
POR CARLOS MARTÍN HERRERA DE LA GARZA