5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

Volar sobre las nubes

EL FARO / FRANCISCO DE ASÍS

Revisó minuciosamente todos los papeles que llevaba, estaba nerviosa, era la primera vez que solicitaría una visa para ir a los EE.UU. Iba a la ciudad de México a la Embajada de ese país para solicitarla, la acompañaría la señora de la casa de donde trabajaba y eso le daba cierta tranquilidad. A las 0:00 salió el autobús hacia la ciudad de México, se había tomado dos pastillas de Dramamine porque los viajes largos la mareaban y además le ayudaría a dormir y así relajar sus nervios.
Llegaron a las 05:30 de la mañana, tomaron un taxi que las llevo a la embajada y en un restaurant pequeño desayunaron. Tenía la cita a las 09:00 de la mañana. Diez minutos antes de la hora estaba formada y le revisaron los papeles, la persona que revisaba la documentación le hizo notar que le faltaba uno, que no la iba a poder dejar pasar, que tendría que regresar a Tampico por él. Sin embargo. podría regresar a solicitarlo cuando ella quisiera.
Triste se fue con la señora y le comentó lo sucedido. No hubo de otra, tuvieron que regresarse. Llegando, la señora buscó afanosamente y le hizo otra cita para dentro de dos semanas. Esta vez fue sola, nerviosa, pero con la experiencia anterior donde fue tratada amablemente y además con la recomendación de la señora “Tu tranquila, recuerda, no estás haciendo nada malo ni ilegal, te va a ir bien”. Viajó con los papeles abrazados a su pecho, como el más grande tesoro que poseía en esos momentos durmió a ratos a pesar de las pastillas de Dramamine que se tomó.
Diez minutos antes de la hora de la cita estaba en la fila, nuevamente le revisaron la documentación que llevaba y esta vez pasó sin problema.
La oficial que le recibió sus papeles le preguntó a qué iba “Voy a ayudarle a mis patrones -dijoya son personas mayores y necesitan ayuda, y hasta comida especial para ellos”. La oficial tomo nota en la computadora y la condujo para la toma de datos biométricos (fotografías digitales y huellas dactilares). Le dieron un recibo donde le indicaban que tenía que regresar a una entrevista en cinco días más.
Cinco días más tarde viajo a la embajada. Puntual, limpia, atenta, pero nerviosa, se encontraba en la fila diez minutos antes de la hora señalada. Pasó con el oficial que le asignaron quien revisó la información y empezó a entrevistarla.
-Buen día Flora, ¿Es la primera vez que viajas a los EE. UU.
-Si, señor -contestó ella.
-¿A qué vas? -preguntó el oficial.
-Voy con mis patrones, necesitan quien les
ayude porque ya son grandes y a eso voy. -¿Y te van a pagar cuando estén allá?,
¿Cuánto?
-Si señor -y dio la cifra que correspondía al salario mínimo de Alabama, estado a donde se dirigiría.
El Oficial con una sonrisa benevolente le dijo;” Felicidades Flora San Juan, tu visa ha sido aprobada”.
Ella sintió que el corazón se le iba a salir, feliz de haber logrado que le autorizaran la visa, el oficial le informo que la visa junto con el pasaporte le iban a ser enviados por paquetería. Esa misma tarde se regresó a Tampico.
Tres semanas más tarde, viajaba con la señora que iba a visitar a su hija en el estado de Alabama . Abordó el avión sentándose al lado de la señora, hora y media más tarde llegaban a Houston, TX , se alinearon en la fila para pasar por migración. La señora le decía para calmar sus nervios “tranquila, no estamos haciendo nada malo ni ilegal”. Les tocó el turno de pasar por migración.
-Por favor frente a la cámara. Le indico el oficial a la señora. Tomo unos momentos verificando su pantalla y luego le indicó a Flora.
Por favor frente a la cámara. Igualmente verificó en la pantalla y les indicó que podían pasar.
-Te fijaste -le dijo la señora a FloraNo nos pidieron ni pasaporte ni visa,
-Si señora, ¿aquí es donde se lo piden a uno?
-Si, es la primera vez que me pasa eso. Siempre me han pedido el pasaporte y la visa.
Más tarde, ya en casa de la hija de la señora, Flora llamó a su casa para avisar que ya había llegado y que todo estaba bien. Con quienes habló primero fue con sus hijos que querían saber que se sentia en el avión, como había llegado, le hicieron encargos de todo tipo.
Luego a su mamá, doña Leonarda, le dijo: “Te acuerdas cuando fui a México y nomás sabia náhuatl, así me senti aquí”.
El papá, don Eustolio, serio, pero con una gran curiosidad le preguntó:
-¿Que se siente en el avión? -preguntó en voz baja, casi como si se fuera a revelar un gran secreto.
-Ay pues yo tenía miedo al principio, cuando iba subiendo, estaba lloviendo y cruzamos las nubes, aquello es hermoso papá, las nubes blancas, blancas como si fueran de algodón. el sol brillando, aunque abajo estaba lloviendo, parecía que uno se podía subir en ellas y saltar.
En ese momento oyó a su padre sollozar, estaba viviendo la emoción de haber volado arriba de las nubes como lo hizo su hija. Don Eustolio se sentó bajo el tamarindo a ver el cielo, las nubes eran diferentes, más bellas.

POR FRANCISCO DE ASÍS

Facebook
Twitter
WhatsApp

DESTACADAS