En esta contienda electoral Maki Esther Ortiz Domínguez irá con todo y por todo, pues sabe que del resultado dependerá su proyecto de ser candidata gubernamental en 2028. Así que desplegaría ‘una campaña independiente’ a la que diseñe Eugenio Javier Hernández Flores, según se estima, porque no querría correr riesgo de una derrota que la dejara fuera de la jugada.
La versión que circula entre su cofradía política es que haría campaña por su cuenta porque existe la sospecha de que hubo un acuerdo cupular para que Movimiento Regeneración Nacional (morena) se adjudique los dos escaños de mayoría (con Olga Patricia Sosa Ruiz y José Ramón Gómez Leal), en tanto el Partido Verde Ecologista de México alcanzaría el de primera minoría.
Para evitar que eso ocurra, es necesario que Maki y Eugenio estén en sincronía; con ellos sus respectivos equipos de campaña y la estructura del Comité Directivo Estatal (CDE) que encabeza Manuel Muñoz Cano.
Cierto es que para sus contendientes del membrete guinda, ahora la tendencia electoral pinta a la baja; y las otras parejas partidistas o aliadas no han impactado entre la ciudadanía.
Pero de ahí a que Maki asuma una actitud separatista antes de iniciar campaña, hay un mar de diferencia.
Sobre todo, porque Ortiz Domínguez y Hernández Flores deben saber, cuando menos, que:
1) En el proceso electoral de 2006, por vez primera perdió los escaños el entonces ‘invencible’ PRI llevando de candidatos a Amira Gómez Tueme y José Manuel Assad Montelongo; y
2) En 2012 se repitió el fracaso del tricolor, con Anastacia Guadalupe Flores de Suárez y Manuel Cavazos Lerma, aunque éste entró a la cámara alta por primera minoría.
En aquellas épocas, como ahora, la oposición al partido enquistado en el poder lució endeble, pero sus candidatos se vieron incapaces para ganar.
Entonces ¿qué espera Maki para entender que debe jugar al mismo ritmo que su compañero de aventura, si acaso en realidad busca ganar?
Fuerza mediática
Son muchos los spots que ya se transmiten en televisión por parte de los tres candidatos presidenciales, pero ninguno impacta.
Basta situarse frente a la pantalla chica para recibir casi de inmediato el bombardeo de spots, donde los propios abanderados hablan en primera persona de sus merecimientos, cualidades y de su quehacer político.
Claudia Sheinbaum Pardo y Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz son los más beneficiados con este tipo de promocionales, en tanto Jorge Álvarez Máynez hace su propia lucha para ganar espacios, por ser el menos beneficiados por el Instituto Nacional Electoral (INE) en estos menesteres.
Pero aun así acaparan micrófonos y cámaras –es decir, aprovechan hasta la mínima oportunidad para hacer todo tipo de declaraciones sobre cualquier tema–, porque ello les garantiza espacios.
Si usted no es muy dado a sintonizar la televisión, pero en su hogar cuenta con Internet o de perdida línea telefónica, seguramente ya habrá recibido alguna invitación para sumarse a tal o cual proyecto; pero si es televidente habitual o sufre el síndrome de la pantalla chica, a estas alturas está consciente de la lucha que libran los candidatos.
No sé, con precisión, cuál de los políticos inició esta batalla. Pero de una cosa sí estoy seguro: ahora los vemos y oímos hasta en el baño.
Durante las pre campañas se transmitían dos o tres spots al día, pero a partir del viernes uno de marzo estos podrían incrementarse sin haber reposo para el receptor, a menos, claro, que apaguemos los aparatos electrónicos y/o busquemos otras actividades con qué perder el tiempo.
El contenido de los anuncios electorales poco interés despierta en la comunidad, pues hasta el momento ninguno ha logrado impactar al presunto votante, aunque sí, reconozco, su cometido primario está más que rebasado, pues si personalmente no se conoce a los personajes cuando menos hoy se sabe de ellos y se les ha visto y escuchado al menos en los municipios más desarrollados de México.
Ahí estriba la fuerza de los medios de comunicación masiva.
Las redes sociales son reflejo del momento –todos lo sabemos–, y se ha exagerado en su utilización; mientras que los medios electrónicos y la prensa escrita –ésta que es testigo de la historia–, han sido relegados porque simple y llanamente los asesores en difusión que acompañan a los aspirantes todavía no le entienden bien al juego.
De cualquier forma, la guerra mediática está desatada. La alentaron los propios aspirantes con posibilidades reales de acceder al poder –los otros evitan mezclarse por saberse derrotados–, y cada día cobra mayor fuerza.
Por tanto, resultaría inútil y estéril quejarse de lo que la prensa opine o deje de publicar.
Ignorancia albiceleste
Por disposición constitucional el gobernador de Tamaulipas está obligado a entregar por escrito su informe anual de labores ante el Congreso estatal; y no a leerlo en una sesión legislativa, como estima la fracción parlamentaria del Partido Acción Nacional (PAN).
El desconocimiento de las leyes, es harto evidente en el diputado local Carlos Fernández Altamirano, al afirmar que “es un deber del gobernador y una obligación que acuda personalmente a entregar la glosa del informe…”
Al respecto, dos aclaraciones:
1) La bancada panista decidió no asistir a la entrega del documento en su irresponsabilidad para atender los asuntos legislativos; y
2) La glosa significa el análisis político, jurídico, económico y social por parte de los grupos parlamentarios ante la presencia del funcionario que se encarga del área específica a tratar.
Lo que en su caso puede hacer un mandatario, de presentarse ante la legislatura en turno, es hacer un recuento de las acciones emprendidas por su administración durante el ejercicio anual correspondiente.
¿Así, o ‘Charly’ quiere que se le explique con manzanas?
POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
Correo: jusam_gg@hotmail.com
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