Morena tuvo ayer su día más difícil desde que comenzó el proceso electoral.
Los berrinches de Mario López -no son una novedad, pero ayer se convirtieron ya en un aprieto para la alianza- y la designación de Carlos Peña Ortiz desataron una tormenta.
El pleito interno entre los morenistas fronterizos no es un asunto menor si se considera que Matamoros y Reynosa son las dos ciudades que más votos pueden aportar a la elección.
Acaso ese sea el problema. Que Maki Ortiz y Mario López, se creyeron la absurda idea de que no hay operación posible de la 4T en sus territorios sin su participación, y que los resultados que han obtenido se deben a su capacidad.
No podrían estar más equivocados.
El caso de Matamoros es digno de análisis: Mario López fue designado de rebote como candidato a la presidencia municipal en el 2018.
Luego de una trayectoria gris en la función pública, compitió en esa elección debido a una coyuntura muy especial en la que los otros aspirantes se fueron cayendo uno a uno.
“La Borrega”, como se llama a sí mismo, ganó la elección en los hombros del fenómeno político de López Obrador que en ese proceso electoral arrasó en todo el país.
A partir de entonces, Matamoros ha arrojado una buena cantidad de votos a los proyectos morenistas, pero para eso han contribuido múltiples factores, como la vocación obrera del municipio.
También tienen mérito otros grupos políticos como el que encabeza la Secretaria de Finanzas, Adriana Lozano que mantiene amplia presencia territorial.
En fin, que la soberbia le está impidiendo a Mario entender dónde está parado. Tan sencillo como que él le debe su carrera política a Morena, y no al revés.
Algo similar ocurre en Reynosa, donde Maki Ortiz y familia asumieron la loca idea de que el municipio les pertenece y están decididos a seguirlo gobernando por un trienio más, para cumplir un total de 12 años. Un delirio.
El problema, más allá de lo cuestionable de este larguísimo periodo, es que la ciudad está lejos de reflejar cambios positivos.
Tener año con año el segundo presupuesto más alto de los 43 municipios de Tamaulipas no ha sido suficiente para que Reynosa siquiera empiece a superar las crisis de servicios públicos y de planeación urbana que ha padecido históricamente.
¿Por qué pese a estas condiciones sociales y políticas el Comité Nacional de Morena -vía su delegado- insisten en ofrecer el Ayuntamiento a la familia Ortiz Peña?
¿Por qué en Matamoros se seguirán tolerando los desplantes de Mario López?
Ambos clanes han recibido ya suficientes retribuciones por los “servicios” prestados a los proyectos electorales de la 4T.
Si hoy Morena de verdad aspira a ser más que un grupo de ínsulas de poder regadas por la entidad, va siendo hora de que pongan un alto a las amenazas y los chantajes de Maki y La Borrega.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES