No lo dicen abiertamente para no generar una histeria colectiva, pero lo reconocen en corto. No lo difunden en forma masiva ni en redes sociales, pero en sus reuniones con colaboradores lo admiten: Las y los candidatos -la mayoría- a los puestos de elección popular que se disputan en México y en Tamaulipas, tienen miedo.
El miedo no lo muestran a todos, pero sí a familiares y círculo más cercano. La preocupación existe y la inquietud por lo posible, también.
En la entidad, públicamente, hay apenas unos pocos indicios de esto: Primero fue la candidata morenista al Senado, Olga Sosa Ruiz, quien solicitó al INE que se le brindara seguridad, pero apenas unos días después desistió de esa petición. Luego, la abanderada del Partido del Trabajo (PT) al mismo cargo, Cendy Robles, hizo la misma petición a las autoridades electorales.
Ambas lo hicieron motivadas por el fundado temor de que pudieran ser víctimas de algún hecho violento que ponga en riesgo su integridad física y la de sus colaboradores, ya que ambas tienen que recorrer de día o de noche, carreteras estatales y federales, caminos y zonas urbanas en donde las estadísticas dicen que no hay total seguridad.
Del tema ya había hablado hace días en este mismo espacio, haciendo referencia al asesinato de la candidata morenista a la Alcaldía de Celaya, Gisela Gaytán, quien fue ultimada a la luz del día, durante un recorrido.
Hablaba de eso, de la indignación y del miedo de la gente, de lo alarmante que es ver cómo impunemente se asesina no solo a ciudadanos, sino ahora también a candidatas, candidatos, funcionarios del Tribunal Federal Electoral y a cualquier otra persona.
El temor es real, en algunos casos mayor que en otros, pero es algo que por igual afecta el desarrollo de las campañas, especialmente a partir de este viernes que fue asesinado el Alcalde con licencia de El Mante, Noe Ramos Ferretiz, quien era también el candidato del PAN en búsqueda de la reelección.
El mensaje, más allá de las elucubraciones que de inmediato comenzaron entre los distintos bandos políticos que se disputan el poder, es el mismo que en otras partes del país: Ni los candidatos o políticos están a salvo de la violencia que puede arrebatarles la vida en un segundo, debido a que la impunidad que campea en México alienta esas acciones.
Quien pretenda negar que la impunidad prohijada por la ausencia de una política de combate a la inseguridad es la responsable de este y los más de 30 asesinatos de aspirantes en el país, incurre en una irresponsable actitud que justifica el reparto de abrazos antes que aplicar la ley a quien la viole.
El homicidio del candidato del PAN -pudo haber sido de Morena, del Verde o de cualquier otro partido-, en pleno acto de campaña, de día y con total impunidad, es una muy mala señal para los ciudadanos y aspirantes.
A pesar de todo, Tamaulipas se había mantenido al margen de la violencia que afecta a la política. El último caso de alto impacto fue durante el gobierno del priísta Eugenio “El Geño” Hernández Flores, cuando mataron también de día y en la capital del estado al candidato oficialista Rodolfo Torre Cantú.
Por cuanto hace a la postura oficial, ayer mismo el gobernador Américo Villarreal Anaya expresó sus condolencias a la familia del Alcalde con licencia que fue asesinado, se comprometió a estar al pendiente de las investigaciones que harán las autoridades y reiteró el compromiso de hacer cumplir la ley, para evitar que quede impune este homicidio.
Casi al mismo tiempo, candidatos del PAN, Movimiento Ciudadano y hasta el Verde anunciaron la suspensión de sus actividades proselitistas en señal de solidaridad con la familia del aspirante asesinado y como una manera silenciosa, pacífica, de demandar que se garanticen las condiciones adecuadas de seguridad para todos.
El miedo es real y lo tienen las candidatas y candidatos especialmente en los municipios y regiones en donde tradicionalmente, las condiciones de seguridad son más complicadas. La frontera, por ejemplo, aunque también el centro del estado y ahora la zona cañera ya están en ese mismo rango.
Ayer mismo también el Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam) fijó su postura y lamentó los hechos, refrendando su intención de seguir trabajando institucionalmente con autoridades civiles, fuerza de seguridad y sociedad civil para garantizar un clima de tranquilidad durante el proceso electoral local, que apenas lleva cinco días.
¿Es un mal augurio? Por supuesto y ojalá que solamente se trate de algo aislado, porque pensar que esto puede ser una constante, arruinaría lo que hasta ahora han sido las campañas en Tamaulipas.
Hasta ahora, las condiciones que prevalecen en el estado son, en términos generales, de tranquilidad. El homicidio del candidato del PAN en El Mante es una mala señal, un acto abominable que, si no se atiende con toda la fuerza del aparato de justicia, con transparencia en las investigaciones y resultados rápidos, puede convertirse en un hecho que impacte en el ánimo social y logre su objetivo de desanimar a la gente de salir a votar. Eso sería perverso.
POR TOMÁS BRIONES
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