En las últimas dos elecciones locales, el tema del agua ha sido una prioridad, sobre todo en ciudades como Victoria y algunas de la frontera donde se sufre un grave desabasto desde hace años.
Las plataformas políticas de todos los partidos -lo mismo cuando han sido oposición que cuando llegan al gobierno- se han llenado de propuestas para aliviar la falta de agua.
No es nada fácil, porque la única solución real para esta crisis hídrica es que llueva en cantidades considerables, lo que no ha ocurrido desde hace al menos tres años.
Pero en algo se ha avanzado gracias a la presión ciudadana y a la urgencia de las autoridades de dar resultados.
En el centro del estado, por ejemplo, están por iniciar las obras de preparación de la segunda línea del acueducto de la presa Vicente Guerrero, un proyecto largamente anhelado e indispensable para que llegue más agua a las familias de la capital del estado.
En una etapa todavía más temprana está el plan de construir un gran acueducto que lleve agua del Río Pánuco en la huasteca, hasta el centro y la frontera de Tamaulipas, lo que ayudaría a abastecer de agua a grandes zonas urbanas y a evitar más afectaciones para el campo.
Los esfuerzos para levantar infraestructura hidráulica ahí están y son encomiables, pero hay una realidad dolorosa que debe entenderse: en cualquiera de los casos, para llevar agua de un punto a otro de la entidad, se necesita que llueva.
Entre el alarmismo y la inacción hay un largo trecho.
Es verdad que de nada sirve crear pánico entre la población, pero queda claro que los ciudadanos deben estar conscientes de la situación crítica del abasto de agua en sus comunidades.
Ayer la Comapa de la zona conurbada emitió un posicionamiento que retrata el momento inédito que viven los cuerpos de agua de la región.
El inmenso sistema lagunario que hasta hace unos años parecía inagotable, atraviesa una etapa crítica que ya pone en riesgo el abasto para los habitantes del sur de Tamaulipas.
“Hoy, un estiaje o sequía que alcanza indicadores récord por la ausencia de lluvias durante ocho años, nos coloca en una situación de emergencia que enfrentamos con todas nuestras capacidades y recursos para evitar que escale a contingencia mayor”, dice una parte del comunicado, en el que se anuncian próximas medidas emergentes, que seguramente consistirán en tandeos generalizados que ya se implementan desde hace al menos un año en Victoria.
La crisis del agua llegó para quedarse, y solo podrá gestionarse si las autoridades, las empresas y los ciudadanos dimensiona su gravedad.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES