La elección para el Senado en Tamaulipas, más allá de la fuerza que ostenta Morena a nivel nacional, será una prueba de fuego para la 4T que ha tenido que contener a sus heterogéneos liderazgos y batallar con los encontrados intereses de los grupos políticos dominantes en las diferentes regiones.
Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador mantiene sus niveles de popularidad a tope, los tropiezos de algunas administraciones municipales y el canibalismo entre morenistas pueden provocar un resultado adverso que podría aprovechar la oposición e inclusive sus amigos y competidores del Partido Verde.
La fórmula de Olga Sosa y JR (el gran ausente de la campaña) concentra su capital político en la Zona Sur del estado y en el padrón de beneficiarios de los programas sociales municipio por municipio, aunque tienen evidentes flaquezas en Reynosa, Victoria y su periferia, dominadas por Maki Ortiz y el exgobernador Eugenio Hernández Flores.
Mientras tanto, el Valle de San Fernando y la región cañera seguirían bajo el dominio de los cacicazgos aliados del panismo y cabecismo.
Los alcaldes, concentrados en su proceso electoral y pugnas internas, difícilmente podrán intervenir en la operación política para las diputaciones locales y se mantienen entretenidos en sus propios números (en su mayoría no tan optimistas).
La elección para el Senado deja cara a cara la conformación del reparto del poder regional, la fortaleza de grupos emergentes y la resucitación de otros considerados como extintos.
Deja en evidencia, al menos en el caso de José Ramón Gómez Leal, su lealtad al exsecretario de Gobernación Adán Augusto López, confrontando el poder en turno por sus alianzas con figuras como el exgobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, cuñado de JR.
Aunque la marca Morena ostenta fuerza en prácticamente todo el estado, el enredo político por implementar el ‘Plan C’ y la peculiaridad de cada tribu del morenismo estatal, junto con las complicaciones de cada grupo local, como los alcaldes, entorpecerían el trabajo realizado hasta el momento por Olga Sosa, quien ha hecho campaña en gran parte del estado, desde su soledad y a contracorriente.
*AMLO: el colguije*
A pesar de las complicaciones locales y los enredos entre candidaturas, la mayoría de los candidatos optaron por no por no gastar el presupuesto asignado para actos proselitistas y difusión de actividades.
La confianza en la figura del presidente, con una calificación casi impecable en todo el estado, parece suficiente para no gastar en la campaña y desaparecer las prerrogativas por arte de magia.
Pero la fuerza de Andrés Manuel no estará a su alcance en la suma final de los votos o cuando deban informar a las autoridades fiscalizadoras como ejercieron el presupuesto que les fue asignado.
POR PEDRO ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ
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