CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- En la Sierra Madre, donde el fuego voraz ha consumido más de dos mil hectáreas, se desarrollan historias de heroísmo.
Por casi una semana, centenares de voluntarios han desafiado las llamas, la adversidad y hasta la indiferencia de autoridades para llevar alimentos, suministros, equipamiento y su valiosa mano de obra a los brigadistas que combaten el incendio.
Conmovidos por la magnitud del desastre, estos voluntarios decidieron actuar.
Sin buscar reconocimiento, sin dar comunicados de prensa, sin un ápice de publicidad, diariamente ascendieron por los senderos de la sierra para entregar sueros, hielo, comida, agua y herramientas.
También pusieron manos a la obra en la ardua tarea de crear brechas cortafuegos, un esfuerzo vital para contener las llamas.
Estas valientes personas no fueron la portada de los periódicos, ni ocuparon minutos en los noticieros.
Originarios de diferentes municipios, como; Bustamante, Matamoros, Villa de Casas y, por supuesto, de Ciudad Victoria, se organizaron en turnos y se distribuyeron en lugares tan diversos como; La Peñita, el Cañón del Novillo, el rancho Tejocote de don Horacio, Las Minas y La Chona, entre muchos otros puntos sin nombre en la extensa sierra.
Entre los nombres de estos héroes anónimos están Luisa Fabián, Elder Márquez, Osverto Vera, Isaac Montemayor, Joel Camacho, Adrián Luna, Uriel Márquez, Carlos de la Fuente, Roly Elizondo, Demian, Erick, Carlos, Kevin, Esther Cabrera, Rosy, Pancho, Panchillo, La Guma, Yesi, Sandra, Tina, Alberto Jiménez y René.
Estos son solo algunos de los muchos que han dado lo mejor de sí mismos, unidos por un propósito común y noble.
La gratitud que merecen es inmensa, aunque sus nombres no figuren en las primeras planas.
En un mundo donde las tragedias a menudo destacan más que los esfuerzos por mitigarlas, es crucial reconocer a estos héroes.
Gracias a ellos, la lucha contra el fuego en la Sierra de Ciudad Victoria no solo es un combate contra las llamas, sino un testimonio de solidaridad, valentía y humanidad.
A todos ellos, muchísimas gracias.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON