Mientras los grupos morenistas se disputan el control de las regiones donde han arraigado sus intereses y se atribuyen méritos y reclaman derechos de antigüedad, surgen interrogantes sobre la composición de la próxima legislatura local.
La experiencia de poco más de un año y medio de gobierno ha tenido que enfrentar el trago amargo de la disfuncionalidad de la bancada morenista, debido a la improductividad y a las limitaciones de sus diputados, más preocupados por sus intereses personales que por legislar para concretar los proyectos del gobierno en turno.
En el actual proceso electoral, que terminará en menos de dos semanas, hay incertidumbre sobre la posibilidad de alcanzar una mayoría calificada o por lo menos retener los 18 escaños que garantizan mantener una mayoría legislativa que permita confrontar a una oposición panista que sueña con regresar al poder y desde ahora se mueven con la espada desenvainada, dispuestos a hacer ruido para dar un respiro al cabecismo, que vive un proceso de extinción.
Aunque los alcaldes y sus grupos juran que conseguirán la votación necesaria, como suele decir AMLO, los panistas alegan engallados que “tienen otros datos”.
En la frontera, los resultados han sido favorables para Morena, salvo en el caso de Valle Hermoso y Matamoros, donde hay una fuerte competencia con el PAN. Lo mismo sucede con los distritos 13 y 16, correspondientes a San Fernando y la Región Cañera, Altiplano y parte de la costa, respectivamente. En la zona sur, al menos los distritos 21 y 22, controlados por el PAN, parecen permanecer en la misma dinámica.
Las interrogantes surgen con los distritos 19 y 20 de Madero, donde los morenistas locales no han logrado generar la certeza del triunfo por la veleidosa actitud de los grupos políticos y económicos locales.
Sobre los distritos 14 y 15, hay una buena dosis de incertidumbre generada por fricciones iniciales entre los grupos morenistas y la alianza con los Verdes que tienen como figura central al exgobernador Eugenio Hernández Flores.
Gran parte de estos problemas han sido generados por la impericia y deficiente operación de la Secretaría General de Gobierno, que juega un papel de figura decorativa.
El reto que plantea la integración del Congreso Local despierta además la duda sobre la posibilidad factible de tejer alianzas aunque sean circunstanciales con un sector del panismo ya declarado en franca rebeldía contra el ex gobernador y que en momentos parece más dispuesto a entrar en negociaciones que algunas facciones morenistas empeñadas en mantener a cualquier precio sus cotos de poder.
Probablemente con la bancada panista del futuro, ya liberada de la presión del “liderazgo” en extinción, entrarían grupos de poder nacionales menos empeñados en la confrontación auspiciada por un cabecismo en picada.
Tal vez se abra la oportunidad de establecer un equilibrio que no dependa únicamente de los personajes que representarán en el congreso a grupos morenistas que se sienten dueños absolutos de sus parcelas de poder.
Así, una vez obtenido un holgado quórum, podrían abrirse las puertas para una depuración en el gabinete actual, que fortalezca y consolide los márgenes de gobernabilidad y a la vez garantice lealtad y trabajo a quien gobierna Tamaulipas.
POR PEDRO ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ
@pedroalfonso88
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