Es muy probable que la última visita presidencial de Andrés Manuel López Obrador a Tamaulipas ocurra durante la última semana de su sexenio.
Se prevé que el presidente esté en Matamoros para inaugurar el monumento erigido al revolucionario mexicano, Erasmo Catarino Garza, nacido en esa ciudad en 1859.
La escultura se construye actualmente en una plaza ubicada frente al Puente Internacional Nuevo, y es viable que ahí se depositen los restos del personaje, que fueron encontrados por especialistas mexicanos en el territorio de Panamá, tras un operativo que causó mucha polémica por su costo.
Erasmo Catarino Garza fue un revolucionario mexicano cuya figura se volvió emblemática en la lucha contra el régimen porfirista, nació en 1859 en Matamoros, en la frontera con Texas, poco tiempo después de que Estados Unidos se adueñara de ese territorio. Su historia además, se convirtió en uno de los grandes temas de referencia para el presidente López Obrador.
En el 2016 publicó un libro sobre su historia, y ya durante su presidencia ordenó una expedición a cargo de personal de la Comisión Nacional de Búsqueda para encontrar su restos.
Finalmente, de acuerdo al presidente, lo lograron a metros del mar de aguas cálidas y verdeazules de Isla Colón, la isla más poblada del pintoresco archipiélago de Bocas del Toro, en la esquina noroeste del istmo de Panamá. La vida del revolucionario matamorense estuvo llena de sobresaltos.
En 1877, se trasladó al otro lado del río Bravo—una frontera entonces de tránsito libre—y comenzó a forjar su trayectoria como periodista en diversos diarios locales, donde se manifestó en contra del gobierno de Porfirio Díaz, quien había instaurado un régimen desde 1876 tras un golpe de Estado.
A principios de 1892, el periodista Richard Harding Davis reflexionaba sobre el futuro de Garza, sugiriendo que, en algún momento, podría ser reconocido como presidente de México o, en el peor de los casos, desaparecer en el anonimato. Garza había logrado reunir a una multitud de adeptos en el sur de Texas, persuadiéndolos a levantarse en armas contra la opresión que ejercía el régimen de Díaz, conocido por su enfoque autoritario y sus políticas que beneficiaban a una élite, mientras la mayoría de la población enfrentaba precariedad.
M a s a d e l a n t e d e s a r r o l l ó u n “ P l a n Revolucionario” que aspiraba a derrocar al régimen de Porfirio Díaz y restaurar los principios establecidos en la Constitución de 1857.
Esta constitución defendía la separación de poderes, la salvaguarda de las garantías individuales, el federalismo, la soberanía nacional y varios derechos laborales.
Sin embargo, el objetivo de Garza no incluía una clara agenda de igualdad económica y social, un apunte destacado por el historiador Elliott Young, quien señala que su enfoque era más político que social. Entre los seguidores de Garza, se encontraba el general Ignacio Martínez, un antiguo aliado de Díaz, cuya carrera militar se vio afectada por el cambio de posturas políticas del presidente.
Martínez, quien había desempeñado un papel crucial en la llegada al poder de Díaz, se retiró del ejército debido a su descontento con la transformación de su antiguo compañero en un líder autoritario.
Luego de exiliarse en Laredo, Texas, Martínez se unió a Garza en su lucha contra el porfiriato. Su participación en incursiones armadas a México en 1890 lo convirtió en un objetivo para el gobierno, y su asesinato en 1891 fue un catalizador para que Garza decidiera alzar las armas.
Para ese entonces, Garza ya gozaba de popularidad en el sur de Texas, donde sus palabras instaban al levantamiento.
En su proclamación, urgió a sus compatriotas: “Conciudadanos, levantémonos en masa para derrocar en unos cuantos días a los tiranos que con el nombre de gobierno federal nos oprimen, y salvemos a nuestra querida patria que está próxima a desaparecer, víctima de la esclavitud, del robo y la miseria”.
Garza, reconociendo su papel como el “último de los periodistas independientes”, decidió abandonar la pluma por la espada, en defensa de los derechos del pueblo mexicano. Su base de operaciones se estableció en el rancho de su suegro en Palito Blanco, Texas, desde donde gestionaba un territorio de 130.000 hectáreas. Allí recibió apoyo en forma de caballos, pistolas, dinero en efectivo, alimentos y la colaboración de 1.000 “garcistas” armados que se unieron a su causa.
El 15 de septiembre de 1891, Garza, acompañado por un grupo de aproximadamente 40 hombres, cruzó el río Bravo y se enfrentó al ejército de Porfirio Díaz en lo que constituyó la primera de tres incursiones.
A medida que avanzaba la lucha, Garza y sus combatientes debieron eludir no solo las fuerzas mexicanas sino también el escrutinio del gobierno estadounidense, que apoyaba a Díaz. Bajo la normativa local, la organización de una rebelión armada en territorio estadounidense representaba una violación de la ley de neutralidad, lo que complicaba aún más su cruzada por la justicia y la dignidad.
A través de esta narrativa, se destaca la valentía y determinación de un hombre que buscó desafiar un orden establecido en defensa de un México más justo, un legado que resuena en la memoria histórica del país.
Erasmo Catarino Garza continuó su búsqueda de aliados para fortalecer su causa. En su esfuerzo por obtener apoyo, entabló conversaciones con los independentistas cubanos, aunque finalmente decidió unirse a los liberales colombianos exiliados en Costa Rica, quienes luchaban contra el conservadurismo en su país.
En este sentido, solicitó ayuda a cambio, pidiendo que le enviaran hombres colombianos para su ansiada revolución en México. En marzo de 1895, a los 35 años, Garza llevó a cabo un ataque decisivo a los cuarteles militares de Bocas del Toro, una localidad caribeña que en ese entonces formaba parte del departamento de Panamá, antes de que este se separara de Colombia en 1903.
Sin embargo, su movimiento no pasó desapercibido; bajo la atenta vigilancia de la marina estadounidense desde el puerto y tras varios días de intensa lucha, su vida llegó a un trágico final cuando un teniente colombiano lo asesinó.
Justo en ese lugar, es donde más de un siglo después sus restos fueron encontrados.
POR STAFF