El fin de semana en la Ciudad de México y enseguida, la visita del Presidente López Obrador a Matamoros, fueron las dos ocasiones en las que el morenismo tamaulipeco aprovechó las oportunidades para mostrar su fuerza.
Lo que se vio fue que hay unidad sólida en torno al liderazgo de Américo Villarreal Anaya y quedó claro con los testimonios gráficos y la participación entusiasta de los consejeros nacionales que acudieron a su Congreso Nacional en el World Trade Center de la capital del país.
En ese recinto se reunieron los consejeros y delegados de Tamaulipas, entre quienes estaban líderes sectoriales y municipales, Alcaldes electos, diputados federales y otros personajes importantes en la estructura partidista.
La delegación tamaulipeca fue encabezada por Américo en su calidad de militante destacado, dejando a un lado su investidura como Gobernador, pero asumiendo el liderazgo de la Cuatroté en la entidad.
En las abundantes fotos y vídeos se dejaron ver, mostrando grandes sonrisas, alegría y compañerismo -en algunos casos, amistad-, integrantes de la clase política estatal. Bueno, particularmente miembros de Morena, que es hoy el partido mayoritario en la entidad.
La presencia de los morenistas tamaulipecos se notó bastante en la asamblea en la que fue electa Luisa María Alcalde Luján como nueva presidenta de Morena, en la cual también se votó por que Andrés Manuel López Beltrán asumiera la secretaría de Organización.
El acto confirmó que el relevo generacional del que varias veces habló el compañero Andrés Manuel está en marcha, aunque el asunto de la inclusión de su junior sí causó cierto resquemor entre quienes piensan que el partido debe seguir juna ruta hacia la institucionalización y alejarse del peligroso caudillismo.
La reafirmación de su fe partidista y lopezobradorista, permitió a los morenistas tamaulipecos que acudieron al Congreso Nacional mostrar una fuerza renovada y lista para impulsar los cambios planteados desde hace dos años por Américo, cuando llegó a la gubernatura.
Con la mayoría calificada en el Congreso y una serie de movimientos políticos y jurídicos que están en marcha, Américo se afianza como cabeza de Morena el Tamaulipas y la figura que los militantes tienen como referencia para buscar la consolidación de ese instituto político.
Cuando todavía no terminaban de celebrar el domingo la renovación de su dirigencia nacional y la reafirmación de su unidad en torno al liderazgo de Américo, muchos de los asistentes al evento partidista fueron a Matamoros, en donde ayer el compañero Andrés Manuel tuvo su última visita a la entidad.
Acompañado por su mujer, Beatriz Gutiérrez Müller y por la Presidenta electa Claudia Sheinbaum, López Obrador inauguró una estructura de concreto en memoria de Catarino Erasmo Garza Rodríguez, un personaje admirado por Andrés Manuel por su lucha en defensa de sus convicciones.
Catarino Erasmo tomó las armas en varios sitios y en una de sus participaciones murió en Panamá hace décadas. Hasta allá envió el compañero Andrés Manuel a elementos militares a buscar afanosamente los restos del tamaulipeco y aunque solamente lograron recuperar un fragmento óseo diminuto, lo significativo es que esa parte de sus restos se depositó en el basamento de la estructura.
El caso es que Matamoros se convirtió en el escenario en el cual en menos de 72 horas, los morenistas tamaulipecos acompañaron al Presidente saliente y a su sucesora, así como al gobernador Américo Villarreal Anaya reafirmando su pertenencia al movimiento.
Los diputados federales y locales, Alcaldes electos y salientes -morenistas, claro-, así como los consejeros y diversos liderazgos sociales le dieron la despedida a López Obrador, pues la de ayer fue su última visita.
Pudo verse, en ambos casos, que hoy por hoy no parece haber nada más fuerte que Morena en el escenario político tamaulipeco. Las perspectivas son inmejorables en el corto y mediano plazo, mientras que no se tienen a la vista disputas visibles por candidaturas que tendrán que definirse en tres años.
Y lo que pudo apreciarse también es que sí, aunque hay corrientes y grupos que hacen que el partido sea heterogéneo de norte a sur y de la costa a las montañas, los morenistas tamaulipecos han entendido que lo correcto es aglutinarse en torno a Américo, quien en dos años no solo logró vencer al cabecismo que con rudeza quiso descarrilarlo en la carrera por la gubernatura, sino que volvió a conducir informalmente la fuerza del morenismo para recuperar la mayoría del Congreso, hacerse de las principales Alcaldías y de casi todas las diputaciones federales.
Sin riesgos a la vista, sin pugnas ni acelerados que puedan representar la posibilidad de grietas en la unidad partidista, el morenismo tamaulipeco le dejó el mensaje al compañero Andrés Manuel de que lo aprecian, de que valoran lo que su gobierno hizo por la entidad y de que consideran que ha dejado un legado.
A pesar de la unidad, no van a faltar aquellos a quienes les encanta el protagonismo -lo mismo varones que mujeres- que por haber obtenido el triunfo en los comicios de junio pasado, ya se creen con la fuerza suficiente para empezar a volar solos en el firmamento político estatal.
Nada más equivocado: Si no les queda claro que la unidad, la prudencia, el trabajo territorial y el respaldo al proyecto estatal que lidera Américo es prioritario y fundamental para que mantengan sus propias aspiraciones, estarán cometiendo un error enorme.
En cuanto a la dirigencia estatal, renovada por prelación al salir del cargo Yuriria Iturbe, me parece que conforme se vaya viendo el desempeño del actual presidente del comité en la entidad, la misma fuerza que sostiene al morenismo va a empujar su permanencia o el cambio, si se queda corto en responder al reto de consolidar la Cuatroté.
ESCOTILLA
Sinaloa sigue siendo el recordatorio permanente de que no solo fue un error, sino que ha sido criminal haber renunciado a aplicar la ley, para repartir abrazos y tolerancia a los delincuentes.
Esa entidad no es la manzana podrida, sin hablamos metafóricamente: Es la cruda muestra de que la impunidad prohijada por la indolencia federal, está haciendo colapsar la narrativa que culpa al pasado.
El grave error de no tener una política en materia de seguridad se tradujo en una complicidad criminal del gobierno federal con los delincuentes. Y no hay quien pueda negarlo con números en la mano.
Por. Tomás Briones
abarloventotam@gmail.com