CIUDAD VICTORIA, TAM.- Los escritores comienzan con ellos mismos a sacudir el cuerpo de ideas que se tejer entre las páginas que semejan la autobiografía.
Helena Renne está frente a ese espejo de papel como artista, un espejo que la vuelve radiante en una poética desde la mujer que reclama su espacio, no con la audacia de otras artistas de su género que se enfrentan a la intimidad de su ser, sino que prueba sobre la imagen de su imagen que retrata en las visiones de otras mujeres que proclaman su belleza en el esplendor de sus rostros y la alegría de ser mujer, creo que hemos llegado a la falsa alternativa de una obra desde la mujer y otra sobre la separación de la creación sobre la mujer. no por el tema, sino por la expresión del interior femenino que rebasa los ámbitos de la pintura contemporánea que en nuestro país parte de universal como Frida Kahlo o Remedios Varo, de fuerte raigambre expresiva universal, como ejemplos mayores pero en los espacios de nuestros país carburan sueños y realidades de magníficas y extraordinarias artistas que abren mundos inusitados en la plástica.
Helena Renne es una joven artista norteña que está en el embalaje de la nueva presencia de creadores integrados a dos regiones de futuro; Nuevo León y Tamaulipas, que hermanan una potencia creadora que abre frentes de competencia, porque algunos de los artistas que pujan en la geografía regia son originarios tamaulipecos, Helena se integra a Bibi Zarate . Mary Carmen Aguirre, Julia Garcia, Olga Gonzalez, Ninfa Lerma, Quiqui Alvarado, Jessica Gadga, que configuran el rostro estético del noreste.
Sin duda se distingue la disciplina y pujanza de Jessica Gadga y el aliento expresivo de Bibi Zarate.
Helena Renne, inmersa en lo figurativo retorna a la alegoría y la fantasía de sus líneas, aún frenadas por un realismo del cartel, de la ilustración cómoda, y ahora ante la disposición para el cambio, la magia que otorga la constancia y el estudio. Ningún artista puede sustraerse del estudio y la investigación, el buen talento está cubierto por la disciplina y la reflexión sobre los cambios y motivaciones del arte de nuestro tiempo. Imposible escalar montañas si no contamos con alas para volar y sobre todo para soñar. Soñar es un trabajo, el mecanismo de la disciplina estética que rebasa las fronteras en busca del campo de posibilidades, la mesa de trabajo que abre nuestra conciencia de lo inédito.
La artista se enfrenta al proceso autocrítico, una de las razones del ser artista. la autocrítica que vitaliza el espíritu y que confronta las relaciones estéticas de la plástica contemporánea, donde existe un fregadero de buenos artistas que poco a poco pierden el hilo conductor de la creación al negarse a una autocrítica de sus orígenes creativos.
la propuesta de Helena Rene augura un mejor trabajo, si la capacidad se fragua en una disciplina, en un concepto de lo propi, en la nkbleza de sus elementos, y la sinceridad oara desarrollar con mayir cofraje los campos exresivos.onceptoop propi ded amar akl arre sobre tidas kas cosas.
El arte es un reto constante y un compromiso de ciudadanos de la belleza, el arte confronta y ennoblece a la realidad, como nos induce el fantasmagórico de Julio Ruelas al soportar el acoso de la crítica en su famoso autorretrato, todo artista debe estar para el ataque y la defensa de sus posiciones expresivas.sueños y angustia, al fin, frente al espejo de su conciencia artística.
Romper la coraza del almanaque,escapar del compromiso de lo decorativo para transitar al bullicio en el alma del artista. Los rostros de Helena Renne son su alegría y furia, desde su condición de mujer que sabe pintar. Espejo contra espejo, el refugio único de la conciencia crítica, el amuleto que cuelga en la cabeza y la mente de los artistas por su condición de dioses, los que inventan y crean mundos.
El arte es un desafío de nuestro espíritu, enfrentarse al espejo del trabajo, la expresión que siempre no será del todo nuestra porque pertenece a todos. Tenemos un compromiso social del arte, mentira que el artista es un solitario, el arte requiere testigos como los dioses para que existan los milagros.
El milagro del arte concurre con la presencia de los testigos, los que lo gozamos y contagiamos, El arte es un contagio universal, la parte más cercana al corazón humano. Sin el arte estamos fritos como pollos que dan vuelta a la hornaza de la vendimia.
Ante una buena artista no hay que ocultarlo bueno, cada obra es una afortunada experiencia, que el testigo como yo lo goza.
Aquí algunas de sus obras, al acrilico, lapiz y carbones.
Por Alejandro Rosales Lugo