CIUDAD VICTORIA, TAM.- Sabes que eres un muy hermoso insecto cuando te nombran como doncella de la mitología griega. En Jaumave, me encontré esta polilla Ío -de la familia Saturniidae- entre la vegetación. ¿Ven lo peludita y esponjadita que es? Pues eso tiene un propósito. Varios, de hecho. En parte, les ayuda a conservar calor y activar sus músculos de vuelo con mayor eficacia durante las frías noches.
También es útil cuando se quieren liberar de una telaraña. Pero creo que su aplicación más interesante es como barrera de protección contra murciélagos, quienes cazan polillas por medio de ecolocación.
Básicamente, la estrategia del murciélago es lanzar ondas de sonido y detectar aquellas que rebotan del entorno, identificando presas aéreas en el proceso.
Pero si la presa es un peluche como la polilla Ío, todo ese pelo sirve como absorbente de ondas sonoras – cediéndoles camuflaje a plena oscuridad. Otro de sus atributos más conspicuos es su par de antenas. Las diurnas mariposas tienen antenas algo… aburridas en comparación.
Son viles palos, a diferencia de las espectaculares y gigantescas formas de pluma que podemos apreciar en las polillas.
Esto también tiene varias funciones; principalmente olfativas y de vuelo. Un macho puede usarlas para rastrear una hembra a más de diez kilómetros de distancia, siguiendo la sutil pista de sus feromonas en el aire. También las usan como giróscopos para mantener equilibrio mientras vuelan. Lo eficaz y lo magnífico van de la mano.
Por último, el bellísimo par de “ojos” en sus alas, para disuadir depredadores. Me di cuenta de que cuando te acercas, parece que puedes ver el cielo nocturno en ellos. Curioso, ya que las especies cuya mirada busca imitar son cazadores nocturnos (como búhos y ocelotes), en cuyos ojos también se crea ese efecto.
O tal vez sólo soy yo. Automeris io, Jaumave, Tamaulipas.
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