Andrés Manuel se fue de la Presidencia de la República hace una semana y muchos lo empezaron a extrañar desde el primer día. Otros tantos, se alegraron de que haya terminado su gobierno.
Físicamente se fue -dijo que a su rancho en Chiapas- pero nos dejó suficiente como para no olvidarlo: En lo público, a sus seguidores una imagen construida pacientemente con una narrativa que los identifica. A los demás, lo opuesto.
Avances y pendientes forman parte del balance en cifras que puede desglosarse en claroscuros, en aspectos positivos que contrastan profundamente con los negativos. No puede hablarse de su administración sin mencionar los grandes asuntos que no pudo y no quiso resolver.
Hay cosas que no han cambiado desde que se fue Andrés Manuel y que deberían haberlo hecho, porque estamos en un nuevo gobierno, distinto, con criterios e ideas personales propios, así como con voluntad de poner un sello personal a la administración entrante.
Entre las cosas que dejó López Obrador están la inseguridad y grandes extensiones del territorio controlado por los delincuentes, la sensación de impotencia y de impunidad a la que se enfrenta la gente.
Así es como Guerrero se convirtió hace años en algo así como Sinaloa, Guanajuato, Chiapas, Veracruz y prácticamente todo el país: Un infierno en donde las víctimas son quienes enfrentan el desamparo ante la acción impune de los criminales.
En el gobierno del compañero Andrés Manuel, el reparto de abrazos y tolerancia se convirtió en permiso para delinquir. Lo que debía haber sido la aplicación irrestricta de la ley se volvió complicidad mediante la narrativa de “atacar las causas” de la violencia. Patrañas.
En Guerrero, en menos de una semana fueron asesinados brutalmente el secretario del Ayuntamiento y el Presidente Municipal de Chilpancingo. A éste lo decapitaron y dejaron su cabeza en el toldo de una camioneta.
La brutalidad con la que se cometieron ambos crímenes, especialmente el segundo, hace que la actuación de los criminales -repito, solapados y tolerados por el gobierno de López Obrador- nos ponga a pensar si realmente ya pasamos la línea de la violencia cruda al terrorismo.
El objetivo de la exhibición de los restos del funcionario público o de cualquier persona es infundir terror, al tiempo de reafirmar el dominio de los delincuentes en determinado lugar. En este caso, en cualquier parte del país.
El Presidente Municipal asesinado había ganado la elección postulado por la coalición opositora y su triunfo fue consecuencia de la molestia de los ciudadanos de Chilpancingo, porque la Alcaldesa saliente había sido exhibida en reuniones con líderes criminales.
¿A qué viene esto, si Guerrero está del otro lado del país? A que debería preocupar a todos independientemente de si se vive en Baja California o en Yucatán, en Tamaulipas o en Michoacán. El problema es generalizado y la causa es la misma: La indolencia criminal, la cómplice tolerancia regalada por el gobierno de Andrés Manuel a quienes rompen la ley. Así de sencillo.
Ser condescendiente y pretender justificar que los homicidios dolosos o la violencia derivada de las actividades delincuenciales diciendo que son culpa del pasado, es ser un cínico.
Mucho del problema que vivimos hoy se debe a errores y omisiones de años anteriores, pero también a la ineptitud y a la complicidad de quienes el último sexenio tuvieron la responsabilidad de aplicar la ley y no lo hicieron.
En lo que va del segundo gobierno de Morena en el país, la violencia sigue incontenible. Los pactos parecen haber caducado y mientras los grupos dedicados a actividades fuera de la ley encuentran acomodo, nuevos acuerdos entre ellos o con quienes los protegen desde el poder, la situación es complicada para la gente que se dedica a trabajar, a producir, a generar ingresos para pagar impuestos para sostener programas sociales.
Se fue Andrés Manuel pero nos dejó muchas cosas: La violencia desatada, la impunidad y el terror de los ciudadanos son parte de esa herencia maldita que entregó. El problema es que la dejó para todos, no solamente para sus beneficiarios y herederos.
LOS PRIMEROS ACUERDOS DE LOS ALCALDES CON AMÉRICO
Una semana después de haber iniciado las nuevas administraciones municipales, los 43 Alcaldes de Tamaulipas tuvieron ayer su primera reunión conjunta con el gobernador Américo Villarreal Anaya.
Los Presidentes y Presidentas Municipales, algunos de los cuales fueron reelectos y otros que llegan por primera vez al cargo, participaron en un encuentro en el que hablaron del interés colectivo para impulsar acciones de beneficio a la población en cada localidad que gobiernan.
De ahí se derivaron acuerdos que serán importantes para darle fluidez a la cooperación con los gobiernos estatal y federal, para la aplicación de los recursos públicos en proyectos de infraestructura y programas de apoyo a la población.
Posibilidades de obtener financiamiento federal por parte de Banobras, proyectos de obras públicas con dinero estatal, becas, pensiones y diversos apoyos disponibles en el abanico de opciones dentro de los programas asistenciales, también fueron expuestos en esa reunión.
Después de este primer encuentro se espera que cada Alcalde comience a diseñar sus planes municipales de desarrollo de acuerdo con las necesidades que existen en cada localidad, para alinear sus objetivos con los del gobierno estatal.
Por. Tomás Briones
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