Estaba en la casa de mi amigo Luis, alguien con quien había hecho una buena amistad, hacía mucho tiempo que no nos veíamos y nos encontramos casualmente en un centro comercial, nos dio mucho gusto vernos y me invitó a su casa a tomarnos un café.
Nos encontrábamos sentados en la sala cuando apareció uno de sus hijos, al que por supuesto también tenía mucho tiempo de no verlo. Iba de prisa, pero se dio un minuto para saludarme y hacerme saber el gusto que le daba verme y que hubiera ido a visitar a su papá ahora que estaba pensionado, luego se despidió de su papá pidiéndole que no cerrara con llave la puerta pues después de ir a la oficina se iría con sus amigos.
Luis respondió con un tono molesto que no iba a dejar abierta la puerta para que llegara a la hora que quisiera. Héctor -su hijo- le respondió “no la vas a dejar abierta nada más sin pasador, mi cuate”, nuevamente Luis respondió molesto “pues le voy a poner pasador si no llegas a las nueve, y no me digas cuate, no soy tu amigo, soy tu padre” dijo terminantemente. Quién sabe si Héctor lo haya escuchado porque salió a toda prisa. En ese momento le pregunté a Luis “¿Qué edad tiene Héctor”, “Treinta y seis años “ me respondió, y ¿no crees que tiene edad como llegar a la hora que quiera? -pregunté, “A ver, él está aquí en la casa por unos días, porque hoy precisamente tiene una junta y quiso visitarnos a su mamá y a mí, lo que por supuesto nos agrada mucho, pero rompe nuestra rutina y altera nuestra tranquilidad, él tiene que entender que necesita atender las reglas de la casa”, “Y ¿Por qué no le das una copia de la llave” -respondí yo- “Le di una y la perdió, pero antes de que la perdiera cuando venía a visitarnos hacía reuniones con amigos y no nos dejaba conciliar el sueño”, “Pues deberías ver cómo puedes ayudarlo a mantener su independencia para que no se sienta limitado y por otra parte me parece genial que te considere su “cuate”, su amigo” -contesté- “Hombre tú que eres un seguidor de Ernesto Sábato, acuérdate de lo que dice: “la relación padre-hijo debe estar fundamentada en el respeto y la autoridad moral, más que en una relación de igual a igual que es lo que sucede en una amistad.
Un padre debe ser una figura de referencia moral y ética, alguien que guíe y ofrezca estabilidad”. Empezamos un pequeño debate, le mencioné que la psicóloga Laura Markham sostiene que la amistad entre padres e hijos puede fomentar una “comunicación abierta”, lo que permite a los hijos sentirse cómodos compartiendo sus problemas y buscando orientación sin temor a represalias o juicios severos.
El siguió mencionando a Sábato que decía “al tratar de ser amigos, los padres corren el riesgo de perder el respeto de sus hijos, ya que la amistad implica una cierta horizontalidad en la relación. Si un padre se convierte en un “igual”, es probable que el hijo deje de ver a su progenitor como una figura de autoridad respetable.
Que Aristóteles definía la amistad como una relación entre individuos que se respetan y se valoran mutuamente en igualdad de condiciones. Sin embargo, en la relación entre padre e hijo, existe una necesaria desigualdad de poder”
Así seguimos debatiendo por un rato cuando inesperadamente llegó Héctor, tenía cara de agobio y de tristeza, se fue al comedor y le habló a Luis quien fue a ver qué pasaba, finalmente salió Luis con la cara seria mientras que Héctor subió rápidamente las escaleras.
Una vez conmigo Luis me confió que su hijo había perdido el empleo, era algo que no se lo esperaba y estaba abatido.
Ese trabajo significaba mucho para él y sentía que ya no tenía nada. Héctor vivía en otra ciudad, pero le había pedido que lo hospedara en su casa por un tiempo. “No por mucho tiempo papá, pero necesito tranquilizarme, aclarar mis pensamientos y definir qué voy a hacer” -le comentó- “Aquí te puedes quedar todo el tiempo que necesites o que quieras, tu mamá y yo vamos a estar muy contentos de que estés con nosotros. Aquí tendrás el refugio que necesitas para recuperarte sin tener que preocuparte de otras cosas, al fin y al cabo ¿Para qué son los papás?” Yo me quedé pensando: En última instancia, el desafío para los padres es encontrar un equilibrio: ser afectuosos, comprensivos y cercanos a sus hijos, sin dejar de cumplir su rol como figuras de autoridad.
Aunque la amistad en el sentido tradicional puede no ser adecuada, una relación de apoyo y guía emocional, que combine respeto y límites claros, puede ser la clave para una paternidad efectiva y saludable.