Donald Trump ha regresado a la presidencia de Estados Unidos como el mandatario número 47, marcando un hito político.
A pesar de enfrentar cargos por falsificación de registros comerciales y controversias relacionadas con su relación con Jeffrey Epstein, Trump logró una victoria contundente.
Su regreso no solo le devolvió el control de la Casa Blanca, sino también mayorías republicanas en el Senado y la Cámara de Representantes. En la Corte Suprema, durante su primer mandato, nombró a tres magistrados y ahora podría designar a dos más, consolidando una mayoría decisiva.
Esto le otorga margen de maniobra significativo para avanzar en su agenda. En una publicación en X (antes Twitter), Trump advirtió al Senado que espera cooperación total para confirmar sus nombramientos, acelerando sus políticas.
El retorno de Trump ha generado reacciones mixtas entre líderes mundiales. Aunque mandatarios como Zelenski, Macron y Netanyahu lo felicitaron, el tono de las conversaciones varió.
En su diálogo con Zelenski, se especula que la guerra en Ucrania y el rol de Elon Musk, proveedor de equipos de comunicación al ejército ucraniano, fueron temas clave.
La promesa de campaña de lograr la paz a través de la guerra genera gran preocupación porque abre la posibilidad del uso de armas nucleares. Trump iniciará su segundo mandato con promesas como una deportación masiva de migrantes indocumentados.
Ha designado a Tom Homan, exdirector interino de ICE, como “zar de la frontera”. Este plan, que afectaría a millones de personas, podría implicar la recepción temporal de miles de deportados en México, presentando retos humanitarios y económicos.
Uno de los métodos de presión de Trump hacia México ha sido la amenaza de aranceles a exportaciones, con tarifas que podrían llegar al 100%, amenazando el T-MEC.
Aunque improbable, esta medida reflejaría la importancia de México en la sustitución de importaciones desde China. Actualmente, México tiene una balanza comercial positiva con EE. UU., aunque China mantiene una ventaja global.
El sector manufacturero estadounidense, clave en la relación con México, ha disminuido en décadas recientes, pasando de 19.5 millones de empleos en 1979 a 12.4 millones en 2024. Trump busca revertir esta tendencia con políticas como “Compre productos estadounidenses” y “Contrate estadounidenses”, lo que podría impactar sectores como el automotriz, donde México es un gran exportador.
En seguridad, Trump priorizará la lucha contra cárteles de drogas mediante embargos navales, bloqueos financieros y el uso de fuerzas especiales. También ha propuesto la pena de muerte para traficantes de drogas.
Estas políticas podrían tensar la relación con México, especialmente si insiste en operaciones militares unilaterales. Estados Unidos, bajo la visión de Trump, debe ser un país hegemónico respaldado por un ejército poderoso capaz de intervenir en cualquier parte del mundo para proteger sus intereses, especialmente contra los cárteles de la droga y sus intereses geopolíticos.
Con un control estricto de la inmigración, limitándola a lo mínimo indispensable para satisfacer las necesidades económicas, y prioriza una economía fuerte basada en energía barata, sin importar el impacto ambiental. Su enfoque busca relocalizar cadenas de valor críticas, revitalizar la industria manufacturera —particularmente la automotriz— y reducir la dependencia de importaciones, consolidando a Estados Unidos como una nación autosuficiente y líder global.
A medida que Trump asuma nuevamente el poder, el mundo observará cómo se desarrolla este segundo mandato. Para México, la relación bilateral se verá marcada por retos en comercio, migración y seguridad, lo que requerirá una estrategia diplomática robusta para mitigar los posibles impactos. Trump regresa a la Casa Blanca con mayor libertad política avalada por los votantes con el control del Congreso y una Corte Suprema favorable, tiene los recursos y el poder necesarios para buscar consolidar su legado y cristalizar su visión.
Por. Francisco de Asís