Del 30 de diciembre de 1922 se fundó la URSS bajo el liderazgo de Vladímir Lenin, quien consolidó el poder bolchevique mediante un régimen de terror. Durante la Guerra Civil (1918- 1921), utilizó el “Terror Rojo” para derrotar a los contrarrevolucionarios y reformó la sociedad rusa con medidas como la expropiación de tierras nobles para los campesinos, la universalización de la educación y la reducción de la jornada laboral a 8 horas.
También firmó la paz con Alemania, cediendo territorios como Estonia, Letonia y Lituania, y reconoció la independencia de Polonia, Finlandia y Ucrania. Tras la muerte de Lenin en 1924, Iósif Stalin asumió el poder y transformó a la URSS en una superpotencia industrial y militar. Implementó planes quinquenales, promovió la colectivización agrícola y consolidó su dominio con purgas masivas durante el “Gran Terror” (1936-1938).
Aunque lideró la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial, expandiendo la influencia del país en Europa del Este, lo hizo a costa de millones de vidas. Stalin promovió un culto a su personalidad y una sobreexplotación laboral que marcaron su mandato.
Al morir Stalin en 1953, Nikita Jrushchov asumió el liderazgo tras eliminar a sus rivales políticos. En 1956, denunció los crímenes de Stalin en el “discurso secreto” del XX Congreso del Partido Comunista. Su gestión fomentó la desestalinización, redujo el terror estatal y buscó una “coexistencia pacífica” con Occidente. Bajo su mandato, la URSS consolidó su estatus como potencia mundial con hitos como el primer hombre en el espacio, Yuri Gagarin, en 1961. Sin embargo, fracasos como la crisis de los misiles en Cuba y problemas internos lo llevaron a ser destituido en 1964. Leonid Brézhnev sucedió a Jrushchov y lideró hasta 1982.
Su mandato estuvo marcado por estabilidad política, pero también por el estancamiento económico y social conocido como la “Era de Brézhnev”. Expansión militar, políticas exteriores agresivas y una economía incapaz de reformarse definieron su gestión.
Tras su muerte, Yuri Andrópov y Konstantín Chernenko ocuparon brevemente el poder, manteniendo una línea dura durante el declive de la Guerra Fría.
En 1985, Mijaíl Gorbachov inició reformas fundamentales bajo la Perestroika (reconstrucción económica) y la Glasnost (transparencia política), que permitieron críticas al gobierno y cierta descentralización económica. Gorbachov abandonó la Doctrina Brézhnev, permitiendo la independencia de los países del bloque socialista, lo que aceleró la desintegración de la URSS. En 1991, la Unión Soviética colapsó, marcando el fin de la Guerra Fría.
Boris Yeltsin asumió el poder tras el colapso de la URSS. Introdujo reformas económicas drásticas para transformar la economía planificada en una de mercado, lo que causó hiperinflación y una crisis social. Enfrentó conflictos con el Parlamento y una guerra separatista en Chechenia.
Su mandato estuvo marcado por corrupción y una grave crisis financiera en 1998. Renunció el 31 de diciembre de 1999, entregando el poder a Vladímir Putin.
Putin asumió la presidencia en 2000, destacándose por estabilizar políticamente al país, fortalecer el control estatal y promover un crecimiento económico basado en recursos energéticos. Intensificó la ofensiva militar en Chechenia y debilitó a los oligarcas que habían acumulado poder bajo Yeltsin.
Aunque impulsó reformas fiscales que mejoraron el nivel de vida, también centralizó el poder y limitó la libertad de prensa. Actualmente, Putin promueve una Rusia soberana y militarmente fuerte, enfrentando a Occidente con una política exterior confrontativa. Su liderazgo está marcado por el conflicto en Ucrania, la represión interna y un discurso nacionalista que busca restaurar la “grandeza” del país.
Sin embargo, el PIB per cápita en 2023 sigue siendo bajo, y la economía enfrenta desafíos significativos a pesar de su riqueza en recursos naturales que de seguir deteriorándose podra tener un colapso como el de 1991.