Estaremos de acuerdo en que doña Claudia tiene modo propio de gobernar. Algo diferente al de AMLO, pero igual en lo ideológico y el concepto humanista de bienestar colectivo. Primero los pobres, equivale a plena justicia social cual reivindicación pospuesta desde el triunfo del movimiento de 1910. Los regímenes surgidos a partir de la caída de la dictadura solo colmaron ambiciones personales y de grupo, tanto que algunos caudillos no vacilaron para matarse entre sí o de plano ordenar el asesinato de auténticos revolucionarios como Madero, Zapata y Villa.
Durante estos ciento catorce años ha habido dignas excepciones, entre estas la de AMLO, la más importante cuando de manera pacífica estableció las bases de la Cuarta Transformación, sea sin derramar una gota de sangre, sacudiendo o cambiando la estructura utilizada hasta entonces para saquear y entregar los recursos naturales al capital nacional y extranjero. De ahí la resistencia de la minoría rapaz enquistada en los restos del PRI y el PAN que no tiene alcances para comprender que la república vive tiempos diferentes.
Usted dirá que a pesar de todo no podemos negar la creación de organismos derivados del mandato de la Carta Magna del 17. Tiene razón, lo malo fue que la burocracia de cuello blanco se apropió de todas aquellas instituciones que significaran negocio y riqueza. Y ni modo que sea invento considerando que los ejemplos desbordan las páginas del libro negro del poder. Un repaso a los nombres de quienes mal dirigieron al país comprobarán que México fue hasta antes del 2018, botín de buitres y depredadores.
El asunto es que la Jefa Claudia gobierna a su estilo, pero sin alterar la esencia de la 4T y, sobre todo, conservando sus convicciones y vocación de servir a sus semejantes sin más interés que cumplir el papel histórico que le toca desempeñar.
La oposición critica la presunta frialdad de la Señora presidenta para abordar y enfrentar los diversos problemas, pero hay que entender su formación científica y académica que la conducen a decisiones firmes y valientes. Aceptemos que buenos resultados empiezan a aparecer en seguridad, inversión externa, fortalecimiento paulatino del peso, relación con mandatarios poderosos como Biden o Trump que ahora mismo reconocen los esfuerzos para evitar la producción y exportación de drogas. Además, no hay indicios de alguna catástrofe financiera como lo desean los nietos(as) de Porfirio Díaz que se mueren de ansias para que a México le vaya mal.
Los sobrevivientes del neoliberalismo aseguran que “las mañaneras” no corresponden a la personalidad de doña Claudia por lo que debieran ser eliminadas. Eso quisieran los misérrimos porque saben, bien lo saben, que es la ventana ideal para exhibir y condenar la podredumbre de los 36 años de permanencia de los gobiernos de la corrupción. En casos concretos como el dueño de Elektra, TV Azteca, etc, ya advirtió que debe pagar lo que debe al SAT, que al parecer sobrepasan los sesenta mil millones de pesos, dejando entrever que no hacerlo traerá consecuencias. Y por algo lo dice. Si todos cumplimos, ¿por qué el sujeto de marras se niega protegido por la SCJN?. Pelao este.
Total, existen diferencias entre AMLO y Sheinbaum en el actuar, pero no en el supremo objetivo de lograr la felicidad mayoritaria.
SUCEDE QUE
Una visita presidencial siempre será benéfica para el estado y con mayor razón si se trata de Claudia Sheinbaum. De manera que Tamaulipas estuvo de fiesta. Aplausos… Por otra parte, el fanatismo conservador de Eduardo Verástegui toca niveles enfermizos. Apoyar a Trump es lo menos, pero pretender convertirse en titular del ejecutivo federal es irracional por no decir “lo más pior” que se le ha escuchado. Y deje, tantos recursos para promocionarse e intentar crear un nuevo partido. “Pos di’onde”, como dijo aquel.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA