TAMAULIPAS, MÉXICO.- El hombre que amaba la música y el tango, no sabía bailar, y humilde reconoce que le hubiera gustado aprender. “pero no había tiempo –dice- me la pasé de un lado a otro, siempre trabajando, desde los 16 años”
El único comunicólogo que ha ocupado la oficina del cuarto poder en Tamaulipas en dos ocasiones, como Coordinador de Comunicación Social de los Gobernadores del Estado Ing. Américo Villarreal Guerra y Tomás Yarrington Ruvalcaba, que ha sido asesor de varios más, es el mismo hombre que se atreve a decir, con el empacho de la experiencia, que existen dos lujos que un político no se puede permitir: “La juventud y la soberbia”
Señala esto al recordar al joven Luis Donaldo Colosio Murrieta. “En la política hay que saber esperar los tiempos, hay que tener paciencia, lo mismo le sucedió al Meme Garza. A pesar de que él poseía el control absoluto de los medios en el Estado, pero no era el candidato natural ni el elegido”
En este medio, afirma, la disciplina juega un papel muy importante. Y a Meme Garza lo querían meter a chaleco. Por eso a lo largo de mi vida nunca me gustó que me recomendaran. El recomendado, subraya, casi siempre es un tipo que no sirve para nada.
Por eso a mí arribo a Tamaulipas, tuve que trabajar para abrirme camino y demostrar quién era. Un punto a mi favor, era el carácter afable del Ing. Américo Villarreal. Con él puedo decir sin temor a equivocarme, que viví los mejores años de mi vida. Ambos éramos fieles devotos de la sencillez y el trabajo, admirábamos aún sin saberlo, a dos grandes hombres: Benito Juárez García y a José María Morelos.
El hombre que tuvo la visión de adaptarse a los tiempos, que introdujo la Televisión como una herramienta indispensable en la difusión y seguimiento de las actividades del Jefe del Ejecutivo, reconoce que para echar a andar este proyecto, la labor de Genaro Arcos Navarro fue determinante. Es el mismo Manuel Montiel que montaba salas de prensa en todo el estado, para transmitir en vivo las notas de las giras presidenciales y secretarios de estado.
Es el mismo hombre que a sus 84 años opina que los medios de comunicación, en su afán de adoptar más y más tecnología, han ido haciendo a un lado el “pulso vivo de la noticia” y asegura: “hoy los grandes medios colocan en sus primera planas, la nota que vende, sin importar la trascendencia de la misma”
Y afirma: “creo que los periódicos tal y como los conocemos están desapareciendo, porque no se ve a simple vista un movimiento real para detener su declive”.
Igual que un lobo cuida y protege su manada, Don Manuel Montiel Govea ha sido para muchos, un padre, un hermano y un maestro e igual que el lobo, hoy es una especie casi en peligro de extinción.
Así lo describe la más humilde de sus colaboradores: “Vestía siempre una guayabera de manga larga impecablemente planchada, que dejaba entrevé su carácter sobrio. Invariablemente se levantaba a las 6 de la mañana y en unos cuantos minutos ya había leído los principales diarios nacionales, de los periódicos tamaulipecos él sabía con exactitud cuáles eran los titulares”.
También recuerda: quien entraba a sus aposentos, jamás salía con un NO por respuesta, acostumbrado a hacer favores, Don Manuel sabía cultivar el cariño y el respeto de sus subalternos, y a manera de consejo para todo aquel que deseara escuchar sentenciaba:
“Haga amigos, Rocío no enemigos. Recuerde que el bolero de la plaza puede ser el más fiel de sus aliados”.
Astuto como un lobo, colocaba de manera estratégica a cada uno de los jefes de prensa de todas las dependencias. Tenía oídos hasta en los rincones más inesperados del gobierno.
Recomendaba amigos para cargos importantes, para cargos medios, y de todos los niveles. Conseguía becas para los hijos de sus empleados y de los periodistas. Cuando Don Manuel levantaba el auricular para solicitar un favor, de salud, de educación o apoyos, siempre era para ayudar a los demás. Practicaba el poder con sabiduría y eso parecía llenarlo de enorme satisfacción.
¿Qué si tengo defectos? Repite la pregunta sorprendido.
¡Claro que los tengo!, afirma sin titubeos.
“Uno de ellos el principal, es mi intolerancia, me gusta que se hagan las cosas a mi modo y rápido. Detesto los errores”
Quien da fe de sus palabras, es su inseparable alumno Ángel Vázquez González, a quien Don Manuel Montiel aprecia como a su propio hijo.
“Llevo 36 años en el medio y a todos mis jefes les he aprendido algo, pero a Don Manuel Montiel le aprendí su disciplina para el trabajo y cómo defendía a su gente, porque él conocía el otro lado de la moneda. Nunca guardaba rencores, con la misma explosividad que se enfadaba, con esa misma hacía las paces”.
Un día, recuerda el hoy director de Radio Tamaulipas, apenas habíamos enfilado rumbo a la vieja carretera a Mante, íbamos a cubrir una gira del Gobernador del Estado Tomás Yarrington, Don Manuel sentado en la parte delantera de la Suburban, cantaba una canción de tríos, unas de sus favoritas. De repente entró una llamada y por el tono de su voz supe que sin lugar a dudas eran malas noticias:
¿Qué? Gritó sin miramientos,
¿A mí no me venga con pendejadas?
¡Hábleme hasta que haya resuelto el problema!
¿¡No me entiende o qué!?
En ese instante colgó, volvió a encender el aparato y acompañado del trío prosiguió cantando su canción. Ahí entendí que Don Manuel no se enojaba, canalizaba toda esa adrenalina para no quedarse con ella y con esa misma presión, hacía que los demás reaccionaran y enmendaran sus errores por sí solos, que aprendieran como él mismo lo había hecho.
Muchas veces, afirma Ángel Vázquez, estuve en los zapatos de aquel pobre cristiano, hasta que Don Manuel midió mi temple, entonces me convertí en un hijo para él.
“Don Manuel Montiel es rígido, autoritario, dictatorial, impone decisiones pero instruye en forma precisa y como un padre, es muy tolerante y todo por amor o por amistad” así lo define José Azpeitia uno de sus más allegados colaboradores en el medio periodístico, quien afirma: “Lo he visto obtener todo lo que desea, tan sólo pidiéndolo. Es un hombre al que no se le puede negar absolutamente nada. Nació con un don de gente muy especial y un olfato innato para el periodismo
Cuando anunciaban una gira presidencial Don Manuel Montiel, giraba instrucciones para que todo su equipo de colaboradores estuviera presente y acordar así, los preparativos para recibir a las autoridades, invitados especiales, a los medios nacionales y de todo el estado.
Pedro Alfonso García, René Martínez, Raymundo Hernández, Genaro Arcos, Francisco Reyes Villalobos, Carlos Peña Rojas, así como el Director de Radio Tamaulipas en ese tiempo Javier Anaya Sarmiento, acudían de inmediato a su llamado. Minucioso hasta el cansancio, a Don Manuel no le gustaba dejar ninguna hebra suelta, pero como un lobo sabía que podía confiar en su manada.
Para estas visitas tan importantes se contrataba además de los 8 reporteros, 10 fotógrafos y el equipo especial de 6 camarógrafos y asistentes, con que contaba la Coordinación de Comunicación Social personal de fuera, que vinieran a reforzar a su gente, el viejo lobo no permitía errores.
Ahora a la distancia, no oculta hablar de sus defectos, uno de ellos fue su mal genio, reconoce con humildad, y subraya: “pero nunca dañé a nadie, siempré apoye a mis colaboradores, y a los amigos de mis amigos. Nunca me enriquecí con el poder”.
Quien lo conocen, saben que el viejo no miente. Vive de manera modesta, rodeado de sus cosas personales y sus recuerdos. Con esa sencillez enfrenta la vida y asegura que para salir de este bache: “México necesita apoyar más a la juventud, todos los jóvenes deben tener las mismas oportunidades de desarrollo” Tal vez porque recuerda su pasado lleno de tropiezos.
Desde su silla de ruedas afirma que es necesario encontrar un punto de unidad, una fuerza real que impulse a los mexicanos a buscar el bien común. Se necesita un líder en quien confiar.
Don Manuel es un referente de la Comunicación institucional, formador de generaciones. –afirma Lucía Calderón Santos- “Es a mi juicio, el hombre más preparado en esa área, pues ha sabido compaginar su formación periodística con un agudo sentido autocrítico para su desempeño en la administración pública. El constituye un ejemplo del manejo de la mano izquierda que le ha permitido navegar y perdurar en aguas, muchas veces turbulentas, sin perder el rumbo de su responsabilidad”
El amante de la bohemia, el whiskey y el tequila, señala con nostalgia que siempre le ha atraído el mar, y que para él, tiene un embrujo especial. Orgulloso hasta la médula de sus hijos: Manuel, Dinora, Astrid, Verónica, Kay, Cristóbal y Samanta.
Rodeado de políticos de todos los niveles, Manuel Cristóbal Montiel Govea ha vivido en dos Méxicos muy distintos; en tan sólo unas décadas, ha sido parte de su historia y ha escrito a través de otras plumas, gran parte de la vida política nacional.
“Siempre, siempre me gustó jugar billar, me fascinaba esa precisión con que las bolas caían en las buchacas, pero yo era re malo para eso” –confiesa sin reparos- pero mi mayor virtud fue que nunca desistí… La perseverancia, va acompañarme el resto de mi vida”
Por. Judás Mirafuentes