Queridos lectores,
El final de un año siempre nos invita a reflexionar, a detenernos por un momento en medio de nuestras rutinas y mirar hacia atrás. Este 2024 ha sido un periodo de intensas conversaciones, análisis profundos y reflexiones que, como siempre, he tenido el privilegio de compartir con ustedes.
Hablamos del poder de las ideas y de cómo, en política, a veces se confunden con la manipulación. Discutimos la importancia de aceptar la realidad, incluso cuando no coincide con nuestros deseos, porque solo desde ahí es posible construir un futuro sólido. Nos adentramos en los problemas de nuestra región y el mundo: la situación de Venezuela, las tensiones globales por los semiconductores, la complejidad de la relación entre empresarios y obreros, y la importancia de acuerdos como el T-MEC para nuestra prosperidad.
También exploramos los ideales que sostienen nuestras sociedades. Las leyes como pilares de la justicia, la división de poderes como garantía de libertad, y la figura del político, que Platón describía como aquel que guía con sabiduría, un modelo que parece cada vez más necesario.
Incluso tuvimos espacio para pensar en lo simbólico, como el impacto de que una mujer lidere una nación, y lo práctico, como la responsabilidad que cada ciudadano tiene en el bienestar de la república. Este año me recordó que los grandes cambios comienzan con pequeños pasos, con cada acción que hacemos en nuestro día a día.
En este cierre de 2024, no puedo dejar de pensar en lo mucho que hemos aprendido juntos. Hemos mirado al pasado para entender el presente y proyectarnos hacia un futuro mejor. Y ese futuro, queridos lectores, es 2025, un año que nos espera con desafíos, sí, pero también con oportunidades.
Mi esperanza para el próximo año es que mantengamos viva esta capacidad de diálogo y reflexión. Que sigamos construyendo juntos, con optimismo y determinación, una sociedad más justa, solidaria y próspera.
Porque el futuro no está escrito. Depende de nosotros escribirlo.
¡Feliz Año Nuevo!
POR MARIO FLORES PEDRAZA