2 junio, 2025

2 junio, 2025

¡Cómprate tu propio carro!

Esta es la respuesta que muchos conductores de plataforma dan si el pasajero cuestiona su servicio

El Uber llegó y se estacionó frente a la casa de los vecinos del Caminante. Dos hombres adultos y un señor de la tercera edad salieron y se aproximaron al auto, un Nissan Marcha blanco.

El anciano, con inicios de mal de Parkinson, intentó con su mano temblorosa abrir la puerta del copiloto, pero el conductor extendió el brazo y le advirtió con voz firme que no lo hiciera. – No se puede viajar en el asiento de adelante jefe, lo tenemos ‘prohibido’ – dijo el empleado de la plataforma bajando el respaldo del asiento. Uno de los otros dos pasajeros intervino.

– ¿Qué pasó amigo? ¿Cómo que no se puede? – Si por favor acomódense los tres atrás si me hace el favor. – No amigo, el señor es discapacitado y de la tercera edad, él necesita ir en su propio asiento – refutó el pasajero.

– Es que no nos dejan, es por lo del seguro, si pasa algo el seguro no me cubre el pasajero de adelante – argumentó el conductor. – No cabemos atrás los tres amigo. – Ah pues entonces cancele, no hay problema – dijo el conductor y se puso a revisar su celular. – Tienes que cancelar tú el viaje para que podamos pedir otro conductor – dijo el pasajero al tiempo que ayudaba al anciano a subir a la acera, pero el chófer seguía ignorándolo. – Compi, porfas cancela el viaje, para pedir otro, porque se nos hace tarde. – ¡Cancele usted! Yo ya estoy en el punto de encuentro pero ustedes no se quieren subir, si no quiere el viaje cancele usted, porque entre más se tarde en cancelar, más le va a cobrar la aplicación.

El otro pasajero, un hombre como de un metro ochenta y tantos, se desesperó y enojado rodeó el auto y de un movimiento abrió la puerta del chofer y lo enfrentó. – Bueno ¿qué pasa con usted? ¿No entiende que si no quiere ofrecer el servicio debe cancelar usted el viaje? – ¡Usted no me puede gritar, lo voy a reportar a la aplicación! – dijo el conductor al tiempo que, atemorizado por la advertencia, cerró su puerta y pisó el acelerador para irse.

Lamentablemente este tipo de escenas desagradables se ven cada vez con más frecuencia en la capital. Los conductores de plataforma lanzan cualquier cantidad de argumentos para justificarse.

Algunos dicen que las aseguradoras no responderán por daños o lesiones de los pasajeros si viajan en el asiento delantero.

Esto es posible pero realmente, la responsabilidad de contar con un seguro que sí cumpla con este requisito, es de ellos. Otros explican que al momento de comprar el auto, la unidad ya viene con un seguro incluido, pero que no es el requerido por la App, y si se llega a presentar un accidente, el primero que los extorsiona es el tránsito, con mordidas que pueden alcanzar 5 mil o hasta 10 mil pesos.

Eso aparte de tener que pagar los daños tanto propios como los del afectado. También hay conductores que se quejan de que al ir adelante, el pasajero les “limita la visión periférica” (como si los automóviles se acabarán de inventar, o nadie nunca antes condujo un auto con acompañante).

También se quejan que les hacen plática o los distraen o que les apestan quien sabe cuantas cosas. “Mi carro mis reglas” suelen escribir en diversos grupos de Facebook, y aprovechan para descargar toda su frustración y enojo contra los pasajeros, incluso con lenguaje soez.

En realidad, cuando viaja un solo pasajero, este casi siempre aborda los asientos traseros. Pero cuando son 3, uno de ellos puede elegir viajar en el asiento del copiloto (lo cual está permitido dentro de las reglas de Uber y DiDi) y más aún, cuando es una persona discapacitada o de la tercera edad.

Es importante aclarar que no todos los conductores son así, al Caminante le ha tocado conocer a muchos muy amables y considerados, con actitud de servicio y que se apegan a las reglas establecidas. Las plataformas de servicio ejecutivo se pasajeros (Uber, Didi, InDrive, Cabify etc) fueron creadas para que particulares pudiesen autoemplearse y tener un ingreso EXTRA, al brindar este servicio.

Pero en ningún momento la App se anuncia como un trabajo real del cual va a salir suficiente dinero para subsistir. Y aunque, a decir verdad, las plataformas han dado empleo a muchas personas, una gran mayoría no ha entendido que no son “servicios de taxi” en los que el conductor establece sus tarifas, las cuales a su criterio juzgan como muy bajas. Esto se complica si el conductor no tiene carro propio y se ve forzado a pagar rentas semanales de 2 mil quinientos a tres mil pesos.

No es negocio. Pareciera que tanto pasajeros como conductores han iniciado una guerra, que no va a beneficiar a ninguno …y no hay muchas esperanzas de que esto se arregle. Ni modo. Demasiada pata de perro por esta semana.

POR JORGE ZAMORA

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