2 junio, 2025

2 junio, 2025

Meten miedo a migrantes

El número de detenciones por cruces irregulares en la frontera entre Tamaulipas y Texas ha caído drásticamente en el primer mes de la administración de Donald Trump. La vigilancia reforzada y las restricciones al asilo han reducido el flujo migratorio en zonas antes concurridas

Durante el primer mes de la administración de Donald Trump, el cruce ilegal de migrantes hacia Estados Unidos por la frontera entre Tamaulipas y Texas se ha reducido de manera considerable.

Los que solían ser sitios muy concurridos para desembarcar cerca de la ciudad fronteriza de Mission estaban desiertos de migrantes que anteriormente cruzaban allí, aunque la orilla del río estaba llena de ropa, pulseras de plástico distribuidas por contrabandistas y un oso de peluche en una mañana de jueves inusualmente fría.

Un autobús de la Patrulla Fronteriza permaneció vacío esta semana, a la espera de cualquier migrante que se entregara cerca del extremo sur de Texas. Agentes en dos lanchas rápidas pasaron rápidamente por zonas de playas arenosas, conocidos puntos de desembarco para personas que ingresan a Estados Unidos de manera ilegal desde México sosteniéndose en neumáticos inflables, pero no vieron nada sospechoso.

Las detenciones por cruces irregulares han caído drásticamente desde un récord mensual de 250,000 en diciembre de 2023, quizás de manera más notable en el Rio Grande Valley, el epicentro de las llegadas de migrantes de 2013 a 2022.

Periodistas de The Associated Press que acompañaban el jueves a agentes de la Patrulla Fronteriza en una camioneta y lanchas rápidas —las cuales recorrieron 48 kilómetros a lo largo del Rio Grande Valley y el río durante cinco horas— no encontraron a ningún migrante.

Las detenciones, que ya estaban en sus niveles más bajos desde 2019 cuando el presidente Donald Trump asumió el cargo el 20 de enero, han caído drásticamente en las últimas semanas. El jefe de la Patrulla Fronteriza, Michael Banks, dijo el viernes que actualmente son unas 350 al día, en comparación con más de 1,500 diarias en diciembre, el último mes del que se han publicado datos.

Los agentes de la Patrulla Fronteriza en el Rio Grande Valley, donde viven aproximadamente 1,4 millones de personas, han estado haciendo unas 50 detenciones al día, en comparación con un promedio diario de 325 en diciembre y casi 3,000 en los días de mayor tránsito de 2021. A pesar de la relativa calma, Trump declaró una emergencia nacional en la frontera en su primer día en el cargo. En un memorando sobre política migratoria al asumir el cargo la semana pasada, la secretaria de Justicia Pam Bondi escribió: “Los cruces fronterizos ilegales y la migración irregular hacia Estados Unidos han alcanzado niveles récord, lo que resulta en una amenaza sustancial e inaceptable para nuestra seguridad nacional y la seguridad pública”. Durante la noche del jueves hubo detenciones a lo largo del río Bravo —que Estados Unidos denomina Rio Grande—, así como un tiroteo el miércoles.

La Patrulla Fronteriza informó que un agente le disparó a alguien en un presunto incidente de contrabando en la localidad de Boca Chica, hiriendo a un sospechoso.

Sin embargo, no se encontraron migrantes a lo largo del río el jueves por la mañana en antiguos puntos sumamente transitados como Mission, una ciudad de 87,000 habitantes donde, incluso en diciembre pasado, solicitantes de asilo aguardaban en campos abiertos cerca de un puente internacional muy transitado para que los agentes los recogieran, o en muchos otros puntos a lo largo del sinuoso río bordeado de cañas gigantes. El incremento en la vigilancia por parte de las autoridades mexicanas dentro de sus propias fronteras y las severas restricciones al asilo en Estados Unidos contribuyeron a las drásticas caídas en los cruces irregulare antes de que Trump asumiera el cargo.

En los últimos años, la Guardia Nacional de Texas y la policía estatal se han convertido en una presencia importante bajo la “Operación Estrella Solitaria” del gobernador Greg Abbott, una iniciativa fronteriza para controlar la inmigración a un costo de varios miles de millones de dólares.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza acordó recientemente permitir que la Guardia Nacional de Texas arreste y detenga a personas por cruces iregulares, lo que previamente había sido del dominio exclusivo del gobierno federal. El jueves se autorizó que 300 miembros de la Guardia de Texas efectúen detenciones migratorias en conjunto con los agentes de la Patrulla Fronteriza y se desplieguen aún más a lo largo de la frontera.

NERVIOSISMO EN ALBERGUES

Los centros de acogida para migrantes en Texas atraviesan una severa crisis debido a la drástica reducción en el número de solicitantes de asilo, consecuencia directa de las nuevas políticas migratorias implementadas por la administración Trump en enero. La situación ha llevado a varios refugios al borde del cierre, mientras que otros operan muy por debajo de su capacidad.

El impacto es particularmente visible en el Centro de Respiro de McAllen, operado por Caridades Católicas del Valle del Río Grande, donde las cifras de atención han caído de manera alarmante.

El centro, que atendió a 3,188 migrantes en enero, ahora recibe un promedio de menos de 12 personas diarias, lo que proyecta menos de 350 personas para todo febrero. Este descenso es dramático si se compara con los cerca de mil migrantes diarios que llegaban en años anteriores. La crisis se extiende a otras instalaciones en el estado.

En El Paso, Annunciation House, que llegó a operar más de 20 refugios, ahora mantiene funcionando solo cuatro instalaciones. Ruben García, director de la organización, señala que actualmente albergan únicamente a 40 personas, una cifra muy inferior a los 250-300 migrantes diarios que solían recibir. García anticipa que para fin de mes solo quedarán uno o dos refugios operativos.

La situación se ha agravado con la pérdida de financiamiento federal. Desde el 30 de enero, el programa de Refugio y Servicios de FEMA dejó de compensar los gastos operativos del Centro de Respiro de McAllen, un apoyo que había sido crucial desde su establecimiento durante el primer mandato de Trump.

“Ya estábamos recortando personal porque no tenemos personas que lleguen o los números son muy, muy bajos, como 10 o cinco”, explica Norma Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande. A pesar de las dificultades, Pimentel asegura que continuarán operando mientras haya personas necesitadas: “Si hay personas a las que podamos ayudar, la iglesia siempre estará presente para hacerlo”.

El declive en las llegadas de migrantes comenzó durante la administración Biden, influenciado por las medidas del gobierno mexicano para frenar la migración y una orden ejecutiva que prohibía solicitar asilo a quienes ingresaran al país fuera de los puertos de entrada oficiales.

Esta tendencia se ha intensificado con las nuevas políticas implementadas en enero. Algunos centros ya han cerrado sus puertas, como la Casa del Sagrado Corazón en El Paso, que suspendió operaciones en septiembre del año pasado, y el Centro de Recursos para Migrantes en San Antonio, que recientemente dejó de aceptar nuevos solicitantes de asilo.

POR STAFF

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