13 abril, 2025

13 abril, 2025

Un riesgo de todos los días

Lamentablemente ningún sitio es completamente seguro para una mujer en este país

CIUDAD VICTORIA, TAM.- Lourdes apretó el paso al bajar del microbús, consciente de que se hacía tarde y la oscuridad de la noche atrae las tragedias.

Las 11 cuadras que diariamente recorre desde esa avenida hasta su domicilio, parecían hacerse mas largas entre la penumbra resultante, de la mala calidad de las lámparas que apenas unos meses atrás recién instalaron, pero que a los pocos días dejaron de funcionar o se la viven parpadeando, que para el caso da lo mismo.

La mujer de 25 años va aferrada a su bolso e iluminando la calle de tierra con su celular, y rogándole a Dios que no se acabe la batería.

En su pensamiento esta su hijo ‘Jesusín’, y su madre Doña Carmelita, que la espera tronándose los dedos, pues algunas veces Lourdes ‘se queda sin micro’, ya que esa ruta deja de pasar desde las 8 de la noche, que es la hora exacta en que ella sale de su trabajo, en un conocido negocio de la zona centro. Con su estridente ladrido, un perro saca a Lourdes de sus pensamientos.

Es ahí cuando nota que unos 25 metros atrás la sigue un joven, con shorts cargo, playera negra, gorra y lleva su celular en la mano. Lourdes se apura y extiende su zancada lo mas que puede, pues quiere acrecentar la distancia entre ella y el hombre de la gorra.

Algunos automóviles iluminan el camino con sus faros LED, y la intensa luz blanca revela la polvareda que levantan al pasar. Voltea hacia atrás y el joven en vez de verse mas lejos, se ha acercado. ‘Lulis’ empieza a sudar, tanto por el esfuerzo de caminar con zapatos ‘de taconcito’ como por el nerviosismo que le provoca la incómoda ‘compañía’. A lo lejos, se divisa la luz de un carretón de tacos… la salvación. Casi corriendo, Lourdes llega a ese alumbrado puesto atendido por Don Praxedis, a quien conoce desde hace años y le saluda exhalando aliviada.

El muchacho de gorra se acerca y entonces Lourdes lo identifica. Es Martín, el nieto de doña Concha, la señora que vende quesos en su colonia.

El adolescente de 1.80 metros de altura va metido en sus pensamientos, viendo videos de Tik Tok y escuchándolos con sus audífonos, y no se da por enterado del terror que causó en su vecina. Respira aliviada y ahora camina mas lento. Jesusín la recibe con abrazos y besos. Por hoy, Lourdes llegó sana y salva a su casa.

Este episodio de nerviosismo, incertidumbre y temor lo viven miles de mujeres de esta ciudad, día a dia, y noche a noche. Pero, ¿qué sienten las mujeres, que emoción las invade, al verse vulnerables en las calles de la capital? El Caminante lo entendió hace un par de años, cuando fue al penal a hacer un recorrido. En aquella ocasión tanto los internos como las autoridades lo trataron a todo dar, de hecho, excelentemente. Pero algo pasó. Al cerrar la puerta a sus espaldas, se dio cuenta de que estaba entre convictos reales. Innumerables son las historias de terror de lo que ocurre en las cárceles de todo el mundo. Y fue entonces que ‘le cayó el veinte’: en ese momento, el Caminante entendió lo que es sentirse amenazado, vulnerable o presa fácil, pues al andar entre los pasillos del penal algún interno peligroso pudo haberlo agredido, atacado, y hasta darle ‘violín’… y como suele suceder ‘aquí nadie vio nada’.

Es así como se sienten las mujeres de este país… ¡pero en la vía pública! Ellas no necesitan estar en una cárcel para sentir miedo, o echar a andar la imaginación y creer que alguien las va a atacar: ese es un riesgo que corren incluso en un lugar lleno de personas. El Caminante en su ‘trajín’ diario ha recolectado muchas anécdotas como la de Lourdes, que literalmente no saben si un dia van a llegar o no a sus casas después de la jornada de trabajo.

“Uno ve en las noticias tantas cosas tan espantosas, que hacen que una desconfíe de todo mundo… nadie está a salvo en la calle” cuenta la mujer al Caminante con la voz quebrada.

“Algunos casos causan mucho alboroto en las redes sociales y nomás así las autoridades les dan seguimiento …porque hicieron mucho pedo, pero pues ¿cuántas mujeres desaparecen a diario… 7, 8? imagínese el miedo con que vive una mujer en este país” dice Lourdes quien confiesa que una vez fue ‘jaloneada’ por un hombre alcoholizado que la quería meter a un coche.

“Pero no crea que fue en una colonia alejada, o a oscuras, fue ahí en el 19 Rosales, a plena luz del dia, y lo peor es que pasaban micros y carros y nadie se acercó a ayudarme, si no es porque el hombre se cayó de borracho y corrí, yo no se qué me hubiera pasado” Ojalá llegue un dia en que todos los ciudadanos de este país comprendamos la gravedad de este asunto .Demasiada pata de perro por esta semana.

POR JORGE ZAMORA

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