¡Buen lunes! Me da gusto saludarte una vez más este inicio de semana, estarán de acuerdo conmigo que durante mucho tiempo, muchas empresas vieron al marketing como un lujo o peor aún, como un gasto inevitable: “hay que hacer publicidad porque todos lo hacen”, decían. Hoy sabemos que quien sigue pensando así está perdiendo dinero. En realidad, el marketing —bien usado— es una de las herramientas más poderosas para lograr rentabilidad real en un negocio.
Cuando hablamos de rentabilidad, no solo nos referimos a vender más. Se trata de construir relaciones con clientes que regresen, que recomienden, que confíen en la marca. Y eso no pasa por casualidad: se diseña, se mide y se optimiza. Ahí es donde el marketing entra en acción.
La primera gran herramienta es el conocimiento del cliente. No se trata de lanzar campañas al aire y esperar a ver quién cae. Hoy, con un poco de investigación (y algunas encuestas decentes), podemos entender qué motiva a nuestro mercado, qué problemas tiene y cómo podemos ser parte de su solución. Dejar de adivinar y empezar a actuar basados en datos hace toda la diferencia.
Luego está el posicionamiento. ¿Qué diferencia a tu marca de las demás? El marketing bien aplicado te ayuda a construir una identidad clara, una propuesta de valor que no solo sea bonita en un folleto, sino que resuene en la mente (y en el corazón) de tus clientes. Cuando un cliente entiende por qué debería elegirte, la batalla está medio ganada.
Otra joya poco valorada es el seguimiento. Muchos negocios invierten en atraer prospectos, pero los dejan enfriar por falta de procesos claros. Un buen sistema de marketing integra herramientas como CRM’s, automatizaciones de correos, recordatorios y estrategias de nutrición de leads para que ninguna oportunidad se escape. Aquí, cada peso invertido en atraer clientes se aprovecha al máximo.
Y claro, no podemos dejar de lado la medición. Si no mides, no sabes qué funciona. El marketing actual nos permite ver casi en tiempo real qué acciones están dando resultados y cuáles no. Esto no solo ahorra dinero, también da enfoque. Podemos dejar de hacer campañas «bonitas» pero ineficientes, y empezar a invertir más en lo que realmente genera ventas.
Al final, la perspectiva que necesitamos es simple: el marketing no es una varita mágica que convierte todo en oro de la noche a la mañana. Es una serie de estrategias inteligentes, adaptadas al negocio, que al ejecutarse de manera consistente construyen algo mucho más valioso: un negocio rentable, sostenible y en crecimiento.
Así que si estás viendo tu presupuesto de marketing como un gasto más, es momento de darle la vuelta. Usado con cabeza y con intención, el marketing es la mejor palanca para alcanzar la rentabilidad que tanto deseas.
Por: Jorge Reyes
IG: JorgRC