Desde que los dirigentes del PRI y el PAN se dieron cuenta de que los ciudadanos habían dejado de apoyarlos en las urnas, recurrieron a la práctica de los embustes y augurios alarmistas para contrarrestar el fenómeno y evitar la llegada, primero del PRD y luego de Morena, a la presidencia de la República.
Advertían que si el partido de la 4T ganaba la carrera presidencial, el 2006 y el 2018, México irá al comunismo, una amenaza engañabobos que ya no asusta, después propagaron que con Morena el país sería igual que Venezuela y más tarde que el dólar se dispararía de 20 a 30 pesos.
Tras comprobar que la frase “AMLO es un peligro para México”, no había frenado la desbandada de simpatizantes, recurrieron a otra engañifa: si el Movimiento Regeneración Nacional saca al PRI de los Pinos, el gobierno eliminará la propiedad privada y para rematar promulgará, afirmaban, una nueva constitución.
Pero nada de ello ocurrió. Andrés Manuel López Obrador llegó a Palacio Nacional el 2018 y el comunismo sigue sin llegar al país, México no se parece a Venezuela en nada, la economía mexicana es sólida y la libre expresión igual que otras libertades consagradas en la constitución se respetan como nunca.
El voto ciudadano, base de la democracia, vale como pocas veces para elegir a los gobernantes, a pesar de que la oposición sigue con la cantaleta de que Morena ha implantado una dictadura política y un mandato autoritario que, por supuesto, nadie les cree, porque la realidad demuestra lo contrario.
Pero no se rinden, ahora llaman a la ley de inteligencia aprobada para que las tareas de investigación y combate a la delincuencia sea más efectiva “Ley espía”, porque la utilizarán, dicen, para vigilarnos a todos, como en la época del PRI, hoy flamante aliado del PAN, que además prohibía a los medios de comunicación hablar mal de los gobiernos priistas.
La censura era total.
Recientemente salió a la luz pública que, de acuerdo a una denuncia formulada por un representante de la empresa israelita “Pegasus” , durante el régimen del presidente Peña Nieto, le habría pagado 25 millones de dólares para que espiara a mexicanos, incluidos el expresidente López Obrador y la propia presidenta Claudia Sheinbaum.
Hasta el mismo PRD le entró a la espiada. Sheinbaum denunció en la “mañanera” de ayer que cuando Miguel Ángel Mancera estaba al frente del gobierno de la ciudad de México y ella se desempeñaba como jefa delegacional, trabajadores del gobierno capitalino que simpatizaban con ella le pidieron que se cuidara porque el gobernante perredista la estaba espiando.
Era práctica común que las autoridades federales, estatales y hasta municipales del Revolucionario Institucional, intervinieran a través del CISEN y de la Dirección Federal de Seguridad de la secretaria de Gobernación las líneas telefónicas y vigilaran por todos los medios, sin que mediara la orden de ningún juez, a aquellas personas y empresas que, por alguna razón, le parecía necesario investigar.
Y ahora aseguran que la Cuarta Transformación utilizará, como todos los gobiernos del mundo, aunque lo nieguen, la nueva disposición legislativa de seguridad pública para vigilar a los ciudadanos.
POR. JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
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