Los datos recientes sobre el desempeño escolar en nuestra entidad no son meras estadísticas; son el reflejo de un nuevo rumbo, una apuesta que parece estar construyendo cimientos sólidos para las futuras generaciones.
La cifra es elocuente y debería resonar en cada aula y hogar: los alumnos de tercer y sexto grado de primaria han logrado una mejora de más de 8 puntos porcentuales en las cruciales pruebas estatales de matemáticas y lenguaje en tan solo un año. Esto no es casualidad. Habla de un esfuerzo coordinado que va más allá de lo superficial, apuntando a lo fundamental: que nuestros niños y niñas no solo “pasen”, sino que verdaderamente aprendan a leer, escribir y comprender el mundo que les rodea. Es el aprendizaje que abre todas las puertas.
Un problema endémico en nuestro sistema educativo ha sido el abandono escolar, ese goteo constante de talentos y esperanzas perdidas. Aquí, Tamaulipas muestra una victoria significativa: la tasa de deserción en primaria es de un ínfimo 0.1 por ciento, muy por debajo de la media nacional.
En educación básica en general, Tamaulipas ha logrado reducir a más de la mitad la deserción, pasando de un preocupante 10.6% a un esperanzador 5.1%. Esto se traduce en miles de niños que hoy siguen en las aulas, construyendo un futuro que antes parecía incierto
¿Cómo se explica esta transformación? Detrás de los números hay una estrategia integral y un compromiso visible. La eficiencia terminal ha crecido dramáticamente, con casi 10 mil estudiantes más concluyendo sus estudios básicos en el último ciclo. Esto se ha cimentado con acciones tangibles: más de 4 mil nuevas plazas docentes que fortalecen la presencia del maestro en el aula, y una expansión digital que ha llevado internet satelital a más de mil 300 escuelas, beneficiando directamente a más de 52 mil estudiantes y miles de docentes, rompiendo barreras de conectividad, especialmente en zonas rurales.
Es cierto que el camino no está exento de retos. Los niveles de deserción en secundaria y bachillerato aún se mantienen ligeramente por encima del promedio nacional. Esto nos recuerda que el esfuerzo debe ser constante y que la visión de una educación de calidad es una carrera de largo aliento.
La disminución en los niveles de aprendizaje, agravada por la pandemia, sigue siendo una cicatriz que exige atención permanente. Sin embargo, los datos actuales de Tamaulipas no solo nos dan una base para el optimismo, sino que también nos instan a mantener el rumbo y replicar lo que funciona.
La apuesta por la infraestructura, la digitalización y, sobre todo, el enfoque en los aprendizajes fundamentales de matemáticas y lenguaje, está demostrando ser una fórmula efectiva. Es un testimonio de que, con voluntad política y una ejecución enfocada, la educación puede y debe ser el verdadero motor de transformación de nuestra sociedad. Es la hora de consolidar estos avances y llevarlos a cada rincón de nuestra entidad
CAMPAÑA DE FISCALÍA PARA EVITAR RECLUTAMIENTO
En los últimos días se ha encendido una alerta que debería retumbar en todas las escuelas del país, en todos los hogares donde hay un joven que termina el ciclo escolar, que busca una oportunidad, un ingreso, un destino. La Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí, junto con el sistema de Alerta AMBER, ha lanzado una campaña urgente para prevenir un fenómeno criminal que ha tomado fuerza: el reclutamiento de jóvenes a través de ofertas laborales falsas.
Este fenómeno no es nuevo, pero se ha agudizado. En Jalisco, las autoridades han documentado cómo adolescentes y jóvenes han sido enganchados con promesas de trabajos bien pagados, ofrecidos mediante redes sociales o contactos casuales. La promesa: empleo inmediato, buenos ingresos, posibilidad de viajar.
La realidad: secuestros, desapariciones forzadas, y uso como mano de obra para actividades del crimen organizado. Es decir, ya no es necesario que los grupos criminales salgan a buscar jóvenes. Ahora los atraen con anuncios de empleo. Muchos de ellos ni siquiera alcanzan a sospechar el verdadero trasfondo de la supuesta oportunidad laboral. Y cuando lo descubren, ya es tarde. No están firmando un contrato, están sellando su condena.
Por eso es urgente replicar esta campaña en todos los estados que colindan con San Luis Potosí: Tamaulipas, Nuevo León, Zacatecas, Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes. Esos estados conforman una red de tránsito humano, de jóvenes que buscan avanzar, que quieren crecer, pero que pueden quedar atrapados en el camino.
EL MENSAJE DEBE SER CLARO:
No existen empleos milagrosos. Nadie paga grandes sueldos sin experiencia, sin entrevistas, sin procesos formales. Si una oferta suena demasiado buena para ser verdad, probablemente sea una trampa.
Las fiscalías estatales no pueden ser solo reactores de las denuncias. Deben anticiparse, comunicar, formar redes de prevención, ir a las escuelas, hablar con los padres, con los directores, con los propios estudiantes. Y los medios de comunicación, también tenemos una responsabilidad: difundir, denunciar y alertar.
Porque cada joven que cae, es una historia truncada. Una familia rota. Un futuro que se desvanece. Que no esperemos a que el crimen toque a nuestras puertas para actuar. Que el silencio no sea el aliado de la delincuencia. Que esta campaña no se quede solo en San Luis Potosí. Que sea el inicio de un frente común por nuestros jóvenes. Que nadie más sea reclutado con engaños.