5 diciembre, 2025

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Sebastián: con Dios por delante

Sebastián López pitcher victorense que busca sueño de grandes ligas nos cuenta su paso en béisbol 

CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Sebastián López cada que juega al  béisbol, pisa la loma con Dios por delante… y en su guante. Ahí, bordado, lleva Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” y no es solamente un versículo, es la realidad de su vida, porque Dios fortalece su mente, el corazón y ese brazo derecho que lo ha llevado hasta las Grandes Ligas con los Chicago Cubs, capaz de lanzar una recta a 88 millas por hora.
Hijo de una familia profundamente creyente, Sebastián creció bajo una bandera muy clara: la fe como arma y escudo. Ahí encontró la sabiduría y el talento que lo acompañan hasta hoy.
Su historia con el béisbol inició cuando apenas daba sus primeros pasos en la vida. Tenía cuatro años y más que seguir la bola, se entretenía jugando con tierra y piedras en el campo de entrenamiento del Parque de Béisbol Infantil Enrique Cárdenas de la Liga Santa María de Aguayo. No sabía en ese entonces que Dios y el destino lo llevarían a convertir ese pasatiempo infantil en su estilo de vida.
“Siempre fue y ha sido el béisbol, no llevo otro deporte en mi mente y mi sangre. Empecé a los cuatro años, siempre en la Liga Santa María de Aguayo. Me entrenaron Lupe Heredia, Javier Saldaña y después con el profesor Roberto Caballero”, explicó a Oé en entrevista vía llamada desde República Dominicana ya con 18 años recién cumplidos. 
No todo fue fácil. Antes de los 9 años hubo momentos en que quería dejar el béisbol. Los malos días en el campo lo desanimaban y le hacían pensar que ese no era su camino. Pero su constancia y la fe que lo ha acompañado siempre le recordaban que, si Dios tenía un propósito, debía seguir luchando.
Hoy la vida le ha dado una oportunidad de oro, una que no piensa desaprovechar, aquellos años de entrenamientos y trabajo, han dado frutos. Y ahora, está sin duda en la parte del libro de su vida llamada: El Camino hacia el éxito.

SUS PRIMEROS PASOS 
Pero esto no sería posible sin sus vivencias que pasó durante muchos años vistiendo la camisola de la Liga Santa María de Aguayo, e incluso con algunos otros equipos mexicanos como invitado. Desde el 2016 empezó el camino verdadero pues vivió esa fecha, sus primeras competencias de gran nivel. 
Como si fuera apenas ayer, Sebastián contó con alegría su primera competencia importante que tuvo como beisbolista, “en el 2016 si no me equivoco fue mi primer nacional, yo acudí de invitado con un equipo de Reynosa y dí lo mejor, era el invitado así que tenía que demostrar y creo que me fue bien”, comentó. Ese torneo sería apenas el primer paso de una historia que pronto dejaría de escribirse solo en Tamaulipas.

DE DIVERSIÓN A UNA VIDA 
Desde pequeño, Sebastián fue un niño de casa. Sus padres, Mónica y Marco, siempre estuvieron ahí para impulsarlo a seguir adelante. Era el más chico de la familia, y aunque hubo torneos a los que no pudo asistir por cuestiones económicas o de tiempo, nunca perdió la motivación. “Siempre me acompañaban, siempre me animaban”, recuerda con gratitud.
Aunque en un principio el béisbol era un pasatiempo, poco a poco Sebastián demostró su potencial y también él se dio cuenta que lo de él era ese deporte, “lo tomé más en serio a los 12 o 13 años”. Fue así que conforme mejoró, le fue abierta una puerta para iniciar el camino hacia lo que no imaginaba podía conseguir, “en el 2023 se dio la oportunidad de unirme a una Academia de Béisbol en Miami, después me fue muy bien y me fui a República Dominicana y en unos meses después empezaron los scouts a buscarme”, dijo. 
“Realmente me di cuenta que era bueno, pero tenía que seguir trabajando. Ya no lo hacía solo por diversión, porque siempre me divierto cuando juego, pero, ahora tenía que aprovechar el talento que tenía, siempre me ha gustado poner orgullosos a mis papás y familia”, añadió.  
Tras destacar tanto en las Academias de Miami y Dominicana, los ojos de cazatalentos empezaron a llegar. Iban a verlo a él a cada partido, lejos de casa, todo empezaba a valer la pena. 
“Sí fue difícil salir de mi casa, de mi zona de confort, pero es lo que quería, luchar por mi sueño. No quería defraudar a nadie, y fue una motivación todo el sacrificio que hice de irme de casa y agradecer siempre a mis papás y primero que nada a Dios, porque sin Él no somos nada”, contó. 

EL GRAN PASO 
Tras años de trabajo intenso fuera de casa, fue en el 2024 donde todo empezó a brillar en la vida de Sebastián. En diciembre llegó la primera oferta formal y el 15 de enero de ese mismo año se cerró su firma con los Chicago Cubs.
Un acuerdo verbal que terminó meses después en una firma ya con sus padres presentes. Ese día lo recuerda como si lo estuviera viviendo otra vez. 
“Lloré… fue un momento muy emotivo. Me acordé de que salí de mi casa, de todos los cumpleaños que me perdí, de la boda de mi hermana… de muchas cosas que me he perdido, pero es algo que no puedo explicar. Llamé a mis papás llorando que ya estaba dentro, y ellos también lloraron”, cuenta con la voz cargada de emoción.
Para Sebastián, firmar significó más que un contrato: fue la confirmación de que los sacrificios tenían sentido. “Fue un momento de felicidad. Se lo dedico a Dios, a mi novia, a los profes… al firmar ese contrato ya era profesional y de verdad no me caía el 20 de todo”, manifestó.
Hoy, en la Academia de los Cubs en la liga de verano en República Dominicana, sigue preparándose. Su recta alcanza las 88 millas por hora y la combina con una curva que ha perfeccionado con trabajo diario, sus armas más poderosas de su repertorio de lanzamientos. 
“Mi historia puede animar a muchos niños a practicar béisbol”, afirma, convencido de que el sacrificio y la disciplina son claves: “Si no eres disciplinado, no llegarás a ningún lado”.

EL MÁXIMO SUEÑO
Su sueño es claro y es debutar en Grandes Ligas. Y mientras ese momento llega, no se arrepiente de nada. “Los tiempos de Dios son perfectos así que no me arrepiento ni cambió nada de lo que viví”, repite con firmeza. 
“Yo me veo jugando en Grandes Ligas, no sé en cuánto tiempo, pero para eso trabaja uno. Realmente es algo que busco y buscaré, porque es un sueño que tengo”, remarcó.
Sebastián también tiene presente a quienes lo han inspirado en el camino: desde el recuerdo de los mundiales de 2017 y 2020 que lo motivaron, hasta figuras como Julio Urías, los tamaulipecos Gerardo Reyes, Fernando Gallegos, Iván Córdoba y Rocket Valdez. “Sería un sueño compartir campo con ellos con los que están activos, o ser algo de lo que ellos lograron”.
A los niños que sueñan con seguir sus pasos les deja un mensaje sencillo, pero cargado de verdad: “diviértanse, es lo mejor que les puedo dar y que se encomienden a Dios, el trabajo diario y disciplinarse”. Y lo dice con la tranquilidad de quien sabe que la fe, la constancia y el amor por el juego pueden abrir cualquier puerta.
Sebastián sabe que su historia apenas está comenzando. Cada lanzamiento en el montículo es una declaración silenciosa de todo lo que ha sacrificado para llegar hasta aquí: horas de entrenamiento bajo el sol, días lejos de casa, noches de incertidumbre. Pero también es la prueba viva de que la fe y la disciplina pueden derribar cualquier barrera.
En un deporte donde los sueños suelen quedarse en el camino, él eligió creer, trabajar y persistir. Y aunque hoy el uniforme de los Chicago Cubs ya es parte de su vida, su verdadera meta sigue intacta: alcanzar la cima y, con cada paso, inspirar a quienes lo ven como ejemplo de que no hay imposibles cuando se juega con el corazón.

POR DANIEL VÁZQUEZ
EXPRESO-LA RAZÓN 

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