Creo venir de todas partes. Nada me es ajeno mientras camino, vengo de dos que respiraron y después me enseñaron. Aunque trato de no hacer lo mismo tan seguido.
Vengo de todas las cosas, por eso el poeta insinúa que de todas partes viene:
«Yo soy Facundo Cabral, y ahí no termina la cosa. Yo soy el hijo de sara y con eso es suficiente. Hermano de Osvaldo y Nestor, uno jasmin, otro viento.
Soy cuñado de Cristina y también lo soy de marta que me dieron dos sobrinos, más aún dos esperanzas, uno se llama Leandro y el otro se llama Sergio, uno clavel, otro fuego. Como para no andar cantando con todo lo que yo tengo…
Caray lo tendría todo, si no me faltara el miedo. Yo soy amigo de pepe, al que una noche en Tandíl el vino le quedó chico…y se le dió por morír…Soy el cantor de mi pueblo, se robar y se mentír y se de cuantas maneras el hombre puede vivír. Larará…»
Lo tendría todo si no me faltara todo, tendría hasta miedo. Dormiría como el rico tío McDonald, encima de enormes costales de monedas de oro en cualquier parte de una caricatura. De hecho lo hago. Tengo todo lo que no tengo pues no sé lo que quiero y el tiempo es un libro, una historia en mis ojos mal contada y callejera.
Vengo de aquel día libre en la escuela cuando vi a aquella mujer, y después de 20 años la volví a ver. Era hermosa, vengo de verla de nuevo y sigue hermosa, carga un niño, trae dos grandecitos por un costado. Afuera de aquel banco estaban el cielo gris de la memoria, el saludo tímido, el pasado y fulminante presente de nosotros en la escuela Rotario. Lo que me chingó aquella vez hace 20 años fue no poder besarla por el grano que yo traía en la boca.
Vengo cayendo cuerpo abajo, empujo la meta sin embargo, soy la piedra, venga de donde venga, soy agua blanda, boca que escucha las mañanas en un campo por nadie visitado. Vengo de una decadencia en otra, encima de un peso, de un pedazo de bolsa.
Vengo llegando. Descalzo, sin nombre todavía, no he dicho todo por si las dudas, no diré nada. Pienso todo lo contrario de lo dicho. Puedo echar a correr en cualquier momento y este es cualquier momento.
En el aire calco el valor de mi presencia, soy delgado y suelo correr a altas velocidades según quien comente, para Einstein soy lento considerando al viento. Si alguien pregunta nadie sabe de dónde vengo. ¿Hay cola para saberlo? Nombre.
Si me preguntas : ¿de donde vienes compadre? Yo no sabría qué decirte. Vengo de un viernes nublado y bochornoso. Traigo una cicatriz torcida sin ganas de venganza de la última vez que me pelee. Échenme a Chuck Norris.
Vengo de una comezón en Ia panza, de una comida de boda, vengo siendo un perro corriendo, un poco de sueño sin cuerpo, vengo tratando de averiguar a donde va el planeta. Sigo siendo un número, un asiento menos, una bronca en la esquina, vengo de un pinche incendio, de un terrible silencio en un solar baldío.
Vengo de casa, todavía traigo palabras que debí dejar en el guardarropa. Traigo el tímido sol como arpa en el silencio magnífico de la sinfónica. Atrás viene el nahual, los gurus, los vendedores de espejos, la mujer Barbuda, los aviones arrojando serpentinas y boletos para el gran circo de cinco centímetros.
Vengo del café con dos poemas que olvidé sin estrenar, ¿a quién podría importar? A quién podría importar si marcho por el medio de la calle, nadie ha preguntado de dónde viene señor, de ahí donde las hormigas se han vuelto ciudades. Al paso me encuentro entre hormigueros chistosos y chiquitos. ¿ No tendrán un varo que me presten? No. No es cierto. Los hormigueros no llegan tan lejos.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA




