El papel higiénico, presente en la vida cotidiana desde hace más de un siglo, comienza a perder terreno frente a una alternativa tecnológica que promete transformar el hábito más íntimo del hogar. Se trata de los washlets, inodoros inteligentes con chorro de agua que ya se imponen en países europeos y asiáticos, y que lentamente empiezan a ganar espacio en América Latina.
Un cambio de paradigma en la higiene personal
Estos artefactos, nacidos en Japón, funcionan con chorros de agua regulables que reemplazan la fricción del papel y garantizan una limpieza más profunda. Muchos modelos incorporan, además, secado con aire caliente, tapa automática y asientos calefaccionados, lo que convierte la experiencia en una práctica más cómoda y eficiente.

La tendencia responde tanto a razones de higiene como de sustentabilidad. Según datos de la industria, la producción de papel higiénico demanda grandes cantidades de agua y madera, mientras que los sistemas de agua directa reducen residuos y minimizan el impacto ambiental.
Marcas como TOTO encabezan la comercialización global de estos dispositivos. Hoteles de lujo en Londres, París y Múnich ya incorporaron washlets como estándar de confort, y su llegada a viviendas particulares crece en paralelo con un mercado que prioriza la sustentabilidad.
En América Latina, aunque todavía es incipiente, la tendencia de inodoros inteligentes empieza a observarse en hogares modernos y en emprendimientos residenciales de alta gama.

Ventajas y obstáculos de la nueva alternativa
Entre las principales ventajas de los washlets destacan:
Mayor higiene: estudios en revistas científicas confirman que reducen significativamente la presencia de microorganismos.
Beneficios dermatológicos: el agua resulta menos agresiva que el papel, evitando irritaciones.
Ahorro a largo plazo: si bien la inversión inicial es elevada, el costo se amortiza al eliminar la compra constante de papel.
Impacto ecológico positivo: disminuye el consumo de recursos naturales y la presión sobre los sistemas sanitarios.
Sin embargo, persisten algunas barreras: el precio de los modelos, que ronda entre 1.200 y 3.000 euros, la necesidad de instalaciones eléctricas específicas y, sobre todo, la resistencia cultural al cambio de hábito. Por último, resta mencionar que especialistas coinciden en que los washlets no reemplazarán de inmediato al papel, pero su avance es constante y responde a un escenario global en el que la tecnología, la higiene y la conciencia ambiental ganan protagonismo.
CON INFORMACIÓN DE EL HERALDO DE MÉXICO




