4 diciembre, 2025

4 diciembre, 2025

México, una economía que trastabilla

Faljoritmo /Jorge Faljo

Una de las tareas recurrentes de los economistas públicos, privados e independientes, es prever la evolución de la economía. Un cálculo que no es fácil porque más que ciencia exacta tiende a ser arte y muchos no le atinan. La sencilla cifra en la que usualmente se concreta toda la expectativa es importante porque sobre ese dato el sector público calcula el monto futuro de sus ingresos y por tanto sus previsiones de gasto, o porque incide en las decisiones del sector privado sobre la conveniencia de invertir o no.

Este lunes el poder ejecutivo entregará, en el paquete económico y presupuestal del 2026 su calculo del crecimiento económico esperado para el año en curso y el siguiente. De acuerdo a lo adelantado por la presidenta Sheinbaum la previsión oficial, usualmente sesgado hacia el optimismo con la intención de fortalecer la confianza y alentar la inversión.

Sin embargo el país se encuentra en un momento de particular incertidumbre tanto por factores internos como externos. En lo interno no se sabe bien a bien cual será la eficiencia operativa y las posibles orientaciones del nuevo poder judicial, porque toda ley tiene cierto margen de interpretación; la unipolaridad del congreso en torno a un partido y sus aliados, en ausencia de un balance equilibrado de fuerzas también hace pensar en posibles cambios en el marco legal más acelerados que en el pasado.

En lo externo estamos expuestos a un cambio en la política comercial instrumentado por el nuevo gobierno de los Estados Unidos que no ofrece mucha certidumbre. Por lo contrario, la visita en la semana de su secretario de estado, Marco Rubio, vino a decirnos que México tiene 50 barreras arancelarias y no arancelarias que deben, según ello, ser revisadas con intención de eliminarlas. No solo quiere que México se abra a mayores importaciones de los Estados Unidos sino que le venda menos; es decir instrumentar dos tenazas que reduzcan su déficit comercial.

Lo que para ellos es déficit para México es un importante superávit, de hecho prácticamente el único que tenemos con algún país, que es parte esencial del actual modelo económico; con el ingreso que implica ese superávit es que se financia el fuerte déficit que tenemos con China y que permite abastecernos de insumos industriales estratégicos y de bienes de consumo.

Las incertidumbres se suman y las actuales previsiones sobre el crecimiento de la economía en este 2025 van desde cifras inferiores a menos de medio punto porcentual provenientes del sector privado, de 0.6 por ciento según Banxico y suben a alrededor del 1.2 por ciento de acuerdo a la Secretaria de Hacienda. Para 2026 las previsiones no son mucho mejores. Es decir que lo que se plantea es básicamente la continuidad de los siete años anteriores de crecimiento mediocre.

Una mirada más cercana a las características del crecimiento induce mucha mayor preocupación que las cifras de orden general.
De acuerdo con los últimos datos reportados por el INEGI entre junio de 2024 y junio de 2025, el consumo privado total creció en un modesto 1.1 por ciento; pero si nos enfocamos en el consumo privado de bienes nacionales, resulta que este disminuyó en 0.7 por ciento; en contraste hubo un incremento del consumo de bienes importados de 4.4 por ciento.

No es algo novedoso, sino la continuidad de una tendencia. Según Banxico, en los cinco años que van de enero de 2019 a febrero de 2024 el consumo privado de bienes nacionales creció en un ridículo 1.9 por ciento y el de bienes importados en 48 por ciento. Son años de una importante elevación del bienestar de la población; 13.4 millones de mexicanos salieron de la pobreza y 1.7 millones de la pobreza extrema. ¡Excelente! Lo aplaudo.

Sin embargo ese mayor bienestar se asocia fuertemente al mayor consumo de bienes importados con un alto costo para las empresas nacionales orientadas al mercado interno. De 2023 a 2024 la manufactura nacional de prendas de vestir y de calzado, ambas redujeron su producción en más del 15 por ciento; la producción de muebles cayó en 12 por ciento; otros sectores de producción para el consumo mayoritario tuvieron también comportamientos negativos.

La elevación del bienestar acompañada de la quiebra de multitud de empresas, la pérdida de cientos de miles de empleos formales, con una pobreza laboral que no cede y una informalidad que llega a sus máximos históricos, es insostenible. Una luna de miel próxima a agotarse.

El gobierno ya da señales de preocupación y toma algunas medidas para limitar las importaciones más dañinas para la industria nacional. En la semana la presidenta Sheinbaum declaró que se analiza imponer aranceles a países con los que no se tiene acuerdo comercial entre ellos China.
Durante décadas México sacrificó el crecimiento de la producción para el mercado interno y se volvió importador hasta de lo más básico: alimentos, vestido y calzado. Se celebró la fortaleza del peso que abarataba esas importaciones en detrimento de la producción interna.
A cambio de ello se privilegió y presumió el crecimiento de las exportaciones, en buena medida basadas en una industria de mero ensamble.

Ahora la economía nacional se encuentra bajo fuego cruzado. Se deteriora la producción para el consumo interno: Desde el exterior se exige una mayor apertura a las importaciones de los Estados Unidos; a eso vino su secretario de estado, Marco Rubio. Y para acabarla… el secretario de comercio Howard Lutnik declara, siguiendo a Trump, que la manufactura de exportación de México debe reubicarse a territorio norteamericano. La próxima renegociación del T-MEC podría darle un duro golpe al sector globalizado de la economía mexicana.
El futuro del sector exportador estará sujeto a negociación y dependerá de decisiones e imposiciones externas. Debemos en cambio hacer un máximo esfuerzo para controlar conducir el rumbo de la producción para el mercado interno, para nosotros mismos.

La luna de miel del consumo popular importado debe llegar a su fin y ser substituida por la decisión dura y la instrumentación difícil de que el bienestar del pueblo de México debe estar sustentado en el fortalecimiento de su producción. El primer paso en ese sentido es diseñar e instrumentar, gradualmente pero con decisión, una estrategia en la que la demanda generada por las transferencias sociales se ejerza en las tiendas del bienestar anunciadas por la presidenta Sheinbaum, más las tiendas Diconsa. Un sistema de distribución que debe multiplicarse exponencialmente con una clara orientación a hacer compras locales, regionales y nacionales a los productores orientados al mercado interno.

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