Creo que hablar del pasado sería de más, pero también creo que hay temas que es necesario mencionar. Los estragos que dejaron Héctor Hugo Eugui y sus colaboradores aún pesan factura en Correcaminos, aunque la esperanza es que pronto puedan retomar el camino correcto.
El problema no fue solamente táctico, como lo constatábamos quienes acudíamos a los entrenamientos, sino también físico. La semana pasada, tras la llegada de Jorge Urbina y su cuerpo técnico, con Manolo Naya como auxiliar y Jesús Becerra como preparador físico, se confirmó lo evidente, el plantel no estaba preparado físicamente en forma óptima.
Y no era ningún secreto… Los aficionados lo notaban desde la tribuna, los reporteros lo señalábamos y hasta los narradores de cadenas nacionales lo repetían en cada transmisión. Después de los 60 o 70 minutos de juego, los jugadores simplemente se quedaban sin piernas, mientras los rivales, con una preparación más sólida, aprovechaban la debilidad.
La respuesta fue inmediata de los nuevos: trabajo a doble sesión durante la última semana, una enfocada en lo táctico, pero sobre todo en lo físico.
Y es que los miles de pesos gastados en la pretemporada de playa no sirvieron para nada. Más que aprovechar instalaciones y planear sesiones de alto rendimiento, se limitaron a jugar futbol en la arena, retas y actividades recreativas. Con esa falta de exigencia, era imposible que el equipo llegara en condiciones.
Ahí radica el principal problema heredado, un trabajo poco profesional, desactualizado y sin rigor. Saúl Villarreal, preparador físico de Eugui, fue responsable directo de un déficit que hoy se paga caro.
Y a mí me lo confirman los propios jugadores en charlas fuera de micrófono: “estamos cansados, pero motivados” y “es otro nivel de exigencia”, fueron algunas frases que me compartieron. Y ellos, que lo sufren en el campo, no tienen necesidad de mentir.
Ya es tiempo…
Y hablando de jugadores… Ahora bien, no todo recae en el cuerpo técnico. Hablando de los actores principales, y sin ánimo de generalizar, ya hay varios que cumplieron su ciclo, mientras que otros nunca lo empezaron porque no han aportado nada. Es momento de que vayan preparando las maletas, porque con los nuevos movimientos directivos seguramente habrá mano dura y un golpe en la mesa.
Ya no están los que toleraban indisciplinas, burlas o apatía. El mensaje es claro: se ponen a trabajar o detrás vendrán los jóvenes de Fuerzas Básicas, pues contrario a lo que decía Eugui, sí están listos. Obviamente tienen que aprender y mejorar, pero están listos para ponerse a la disposición y mostrar el compromiso, y eso es lo que más falta le hace al primer equipo.
De Premier a Expansión
El primer golpe en la mesa de Jorge Urbina parece estarse cocinando. Tres jugadores de Liga Premier ya entrenan con el primer equipo: Gianni Rubli, Servando Aguilar y Diego Barrón. Los tres han sido de lo mejor en Correcaminos Premier, y lo han demostrado con creces.
Desde el fin de semana ya se entrenan bajo las órdenes de Urbina y son opción real para sumar minutos en el próximo partido. Una señal clara de que el club busca dar paso a quienes realmente tienen hambre y compromiso.
Así no…
Lo sucedido tras el Clásico Tamaulipeco es una muestra de lo que debe erradicarse: jugadores como Joel Martínez amagando con insultar a la afición con un corte de manga, Joaquín Pereyra yendo a encarar a mi compañero Fabián Meléndez, y hasta miembros del anterior cuerpo técnico como el entrenador de porteros Charly Zamora, en actitudes retadoras, aunque lo niegue. Para colmo, familiares de ese miembro del cuerpo técnico, llegaron a amenazarme con hacerme “videos”. Hagan lo que quieran.
¿En qué se ha convertido el entorno de Correcaminos? Ojalá Urbina, Chávez Medrano y quienes lleguen a sumar al proyecto, pongan orden. Porque la afición es la más importante, y la prensa no merece amenazas por cumplir con su labor de informar y opinar.
Reflexión final
El daño está hecho y los estragos de Eugui todavía se sienten, pero es momento de mirar hacia adelante. Correcaminos no puede seguir arrastrando vicios del pasado. Hoy, con un nuevo cuerpo técnico y con jóvenes dispuestos a dejar el alma en la cancha, es tiempo de recuperar la identidad perdida, esa que el rector Damasco Anaya ha hecho hasta lo imposible por recuperar y se nota al ver el estadio lleno y con l afición metida en el juego. La afición lo exige, y el futbol, tarde o temprano, castiga a quienes no trabajan con seriedad. Nos leemos en próximos días.




