4 diciembre, 2025

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Carne de cañón

CÓDIGOS DE PODER/ DAVID VALLEJO.

Hace años, en un municipio fronterizo, fui testigo de una escena que aún me provoca cierta risa agria. Un grupo de ciudadanos discutía cómo organizarse ante un problema social que llevaba meses creciendo. En medio de la reunión, una señora levantó la voz con firmeza y con un tono casi heroico exclamó que había que manifestarse en el puente internacional y propiciar que golpearan a su esposo, para elevar el tono y conseguir un impacto mediático, mientras el pobre hombre a su lado asentía con una mezcla de sumisión, miedo, resignación y tragedia anunciada.
Esa escena me recordó que en momentos de tensión algunos convierten al más cercano, o simplemente al otro, en carne de cañón. El sacrificio ajeno se vuelve herramienta y hasta trofeo. Con el paso del tiempo entendí que la verdadera crudeza no estaba en su frase sino en la facilidad con la que estaba dispuesta a disponer del destino de otro para alimentar su impulso de protesta.

Ese recuerdo regresó durante la marcha del pasado sábado. Observé cómo un movimiento que surgía de inquietudes genuinas de la generación z terminó convertido en escenario para actores que buscaban otra cosa. Jóvenes con preocupaciones reales compartían el espacio con grupos que aprovecharon la coyuntura para empujar agendas ajenas. El problema no radica en la pluralidad sino en la sustitución de causas. De pronto aquello que motivó a la juventud quedó arrinconado por consignas viejas, discursos de otros tiempos y símbolos que no pertenecen a esta generación.

Incluso intentaron replicar la protesta de Nueva Delhi que surgió cuando las autoridades plantearon restricciones al uso de internet y a la libertad digital. Allá miles se reunieron con un sombrero sencillo inspirado en un personaje de manga que representaba rebeldía juvenil y resistencia. Aquella prenda se volvió código común para una causa muy concreta y palpable. Acá el sombrero apareció sin su historia original y sin su sentido. Se buscó protestar contra algo tan amplio que terminaba sin forma. Se hablaba del mal gobierno en general. Una consigna imposible de convertir en un objetivo alcanzable. Un mensaje que terminó diluyendo la intención juvenil.

Y como ocurre cuando el propósito se vuelve difuso, llegaron los oportunistas de siempre. Adultos con consignas de décadas anteriores. Colectivos alineados a proyectos partidistas, en especial de una agrupación política de oposición. Bandas de guerra pagadas pero convocadas para causas que jamás entendieron. Una señora exigiendo aumentos a programas sociales mientras portaba un sombrero que costaría el equivalente al sueldo anual de quienes aspiran a dicho apoyo. Aspirantes a cargos públicos que se encargaron de acomodarse en cada foto. Operadores moviendo todo desde la penumbra. Jóvenes envueltos entre intereses ajenos, convertidos en combustible para estrategias que jamás les pertenecieron. El resultado fue el fracaso del movimiento en muchos estados y municipios, o violencia desbordada, sin sentido.

Un movimiento auténtico se organiza de otro modo. Un grassroot real se construye con pequeños logros que fortalecen la moral colectiva. Se avanza con pasos que parecen modestos y que, con el tiempo, crean comunidades sólidas capaces de sostener un objetivo mayor. Los grandes movimientos surgen cuando la causa es clara y se define una ruta que permite avanzar sin perder el espíritu inicial.

Martín Luther King entendió esto a la perfección. Su objetivo era inequívoco. Igualdad plena y fin de la segregación. Cada acción era parte de una escalera pensada para alcanzarlo. La caminata pacífica sobre el puente Edmund Pettus es un ejemplo poderoso. Un acto sencillo y al mismo tiempo valiente. La decisión de avanzar en silencio y con disciplina mientras sabían lo que podían enfrentar. Ese gesto generó un ambiente político imposible de ignorar. Y como esa acción, desarrollaron muchas otras en distintas ciudades. La opinión pública cambió. El Congreso se movió. El mundo observó. Pequeños pasos que se volvieron hechos históricos sin perder la claridad del objetivo.

Pienso en la generación z. Una generación enorme en talento y en número. Personas con mirada amplia, sensibilidad distinta y capacidad para entender un país que cambia a ritmo acelerado. Cuestionan estructuras, exigen espacios y buscan sentido. Esa fuerza merece causas propias y estrategias propias.

A ustedes, jóvenes, les digo algo simple. Sus inquietudes importan y poseen una energía capaz de transformar realidades. Las manifestaciones adquieren fuerza cuando surgen de su convicción y cuando nadie intenta apropiarse de ellas. Aléjense de quienes buscan usarlos para sus propias aspiraciones. Esa tentación siempre estará al acecho. Siempre habrá quien vea en ustedes una herramienta en vez de un sujeto político.

Cuando encuentren una causa que les pertenezca de verdad, cuando definan un camino con pasos que puedan medir y celebrar, cuando se organicen con claridad y disciplina, nada detendrá su movimiento. La generación z tiene la oportunidad de abrir rutas nuevas para México. Basta con que su voz se mantenga propia. Basta con que su causa sea suya. Basta con que decidan caminar hacia el futuro sin permitir que otros decidan por ustedes.

¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto si la IA y la manipulación de causas lo permiten.

Placeres culposos: Kids Abandoning Destiny Among Vanity and Ruins de Kadavar.

Bocados de queso y membrillo para Greis y Alo.

Feliz cumpleaños a mi hermano, el mayor, Federico el preocupon, el auténtico, el goleador, el sobreviviente, el médico exitoso y el padre de familia ejemplar. Gracias por tu vida y por salvar la de papá y mamá en varias ocasiones…y la de miles de personas.

Por. David Vallejo.

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