El Sombrero de Paja sobre una calavera pirata, propiedad de Monkey D. Luffy, protagonista de un comic japonés que se llama One Piece, fue convertido en el símbolo y estandarte de la marcha contra el gobierno de México que llevó a cabo la derecha opositora el 15 de noviembre pasado, que transitó desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo de la Ciudad de México y se replicó, según sus organizadores y sus propagandistas, el mismo día y a la misma hora en decenas de ciudades en nuestro país.
Monkey D. Luffy cuya aspiración es convertirse en el Rey de los Piratas, es el personaje principal de una manga o cómic japonés de Eiichiro Oda, en el que Luffy funda la Banda de los Piratas del Sombrero de Paja que persiguen el misterioso tesoro de One Piece que se encuentra al final de la Grand Line, y que en su evolución, se pronuncian por la libertad, contra el Gran Gobierno Mundial, y la corrupción.
La idea de la derecha de utilizar los personajes y los símbolos de las historietas populares que combinan dibujos y texto no es nueva, ha sido una herramienta cuyo uso data de largo tiempo en la historia. Umberto Eco en su novela “La Misteriosa Llama de la Reina Loana” analiza a través de su personaje Giambattista Bodoni, Yambo, la influencia y la utilización de los cómics como herramienta para moldear la sensibilidad y la psicología de los jóvenes italianos en la época de Mussolini y normalizar sutilmente la retórica y los valores del fascismo.
En su ensayo “Para leer al Pato Donald”, Armand Mattelart y Ariel Dorffman en plena guerra fría, analizaron los cómics de Disney como un vehículo para la difusión de la ideología y los valores del capitalismo norteamericano, la riqueza como el propósito principal de la existencia, la cultura del mérito para obtenerla, y también el papel de los medios masivos como herramientas de adoctrinamiento ideológico y dominación cultural.
En la serie española La Casa de Papel, un grupo de ladrones con mascaras de Dalí, asalta el Banco de España para robar dinero de la reserva monetaria de ese país, su presencia convoca a miles de simpatizantes que utilizan la misma careta y les cantan Bella Ciao, el himno de los partisanos italianos de la resistencia contra el fascismo de la Italia de Mussolini, esa misma canción fue tropicalizada y utilizada recientemente en México en las marchas de la auto llamada Marea Rosa y La Resistencia.
El sábado pasado, bajo las banderas negras de los Piratas del Sombrero de Paja la calavera y las tibias cruzadas, los manifestantes de la derecha corearon sus consignas, que no dejan ninguna duda de cual es su filiación, gritaron libremente y a voz en cuello: ¡Fuera Morena! ¡Fuera Claudia! ¡Fuera Sheinbaum! ¡Carlos Manzo Vive! (su mamá asistió en silla de ruedas) ¡Ya basta! ¡Claudia entiende el pueblo no te quiere! ¡Viva la Revolución Zeta! ¡Fuera el narco gobierno! ¡Fuera el gobierno narco comunista! Poco se dijo sobre la revocación del mandato, quizá para no correr el riesgo de que les tomen la palabra y no puedan demostrar con votos lo que vociferan en las calles.
De los dichos pasaron a los hechos y grupos de auténticos piratas del sombrero de paja se lanzaron al abordaje de las vallas metálicas que rodeaban la fachada del Palacio Nacional para protegerla de hechos vandálicos que ya han acontecido en otras ocasiones. En este caso, los violentos piratas, organizados en numerosas pandillas, que se colocaron a la cabeza de la marcha al entrar al zócalo, utilizaron martillos, cadenas, y cuerdas, que llevaban en mochilas para derribar los muros de acero, y para evitar que la policía los contuviera, los agredieron durante horas con palos y barras de metal, y lanzándoles piedras, y cientos de artefactos explosivos.
Al llegar a la Plaza Mayor, efectivamente, como lo ofreció previamente el grupo autodenominado Generación Z, no había líderes, ni figuras políticas, ni templete, ni discursos que le dieran sentido a la marcha, ningún emulo de Maria Corina Machado, soñando con algún galardón internacional, solo los porros asediando a los policías. Pese a los esfuerzos de los reporteros de Televisión Azteca para describir la violenta represión de los policías desarmados, la única violencia que reflejaban las imágenes de sus propias cámaras era la de grupos que se lanzaron a derribar las vallas. El saldo reportado por los medios fue de 100 policías heridos, 60 atendidos en el lugar y 40 enviados a hospitales, 20 manifestantes heridos por objetos que fueron lanzados en la trifulca por los pandilleros.
Los incidentes frente a la puerta principal del Palacio Nacional, y sobre todo, la ausencia de líderes y de guía política en la manifestación debe ser motivo de preocupación, ésta mutación de la derecha hacia la violencia irracional parecía ser el verdadero propósito de la marcha, mientras el contingente de los ciudadanos de la derecha dejó claro su justo reclamo por la seguridad que todos los mexicanos quieren, aunque la inmensa mayoría no exige violentamente la paz.
La derecha opositora llevó a cabo libremente un ejercicio catártico de su inconformidad, gritando las viejas consignas anticomunistas del pripanismo, y esta vez, con el ominoso ingrediente de una violencia persistente que parecía estar buscando mártires, todo ello a través del uso siniestro de los símbolos infantiles del Sombrero de Paja de un pirata de cómic.
Por Jesús Collado Martínez
Trópico de Cáncer/Expreso Press Tamaulipas
17 de noviembre de 2025




