El endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump redujo de forma drástica los flujos irregulares: mientras en 2023 se registraban alrededor de 1.5 millones de aprehensiones anuales en la frontera con México, en 2025 se observa un desplome mensual de los encuentros, acompañado por un aumento significativo de detenciones internas por parte de ICE.
Esto no significa que haya disminuido la necesidad de migrar, sino que el costo humano se traslada a deportaciones, separación familiar y vidas “en pausa” en ambos lados de la frontera
En Tamaulipas el cierre no es un dato abstracto: es el sellado de rutas históricas de salida y paso que articulaban estrategias de sobrevivencia para familias de zonas rurales y ciudades fronterizas. El mensaje central es que se bloquea la válvula de escape sin resolver las causas internas: pobreza, violencia y ausencia de servicios básicos en municipios donde ya antes el Estado llegaba tarde o no llegaba.
TAMAULIPAS POR ENCIMA DEL PROMEDIO
Después de once años de crecimiento continuo, las remesas hacia México comenzaron a caer en 2025: en los primeros ocho a nueve meses del año el flujo acumulado muestra una contracción cercana a 5–6% anual, la primera en más de una década, luego de que en 2024 las remesas representaran alrededor de 3–4% del PIB nacional.
Análisis recientes advierten que la combinación de menor migración irregular, límites en la capacidad de envío de los hogares migrantes y nuevos impuestos a las remesas en Estados Unidos puede llevar a un crecimiento cercano a cero o incluso a caídas adicionales.
En este contexto, en Tamaulipas se está sufriendo caídas de remesas por encima del promedio nacional, por su fuerte vinculación con el mercado laboral estadounidense y por su alta proporción de hogares que dependen de estos ingresos para consumo básico. En otras entidades con alta dependencia –como Michoacán, Guerrero, Zacatecas, Chiapas u Oaxaca– las remesas representan hasta 15% de la economía local, ilustrando lo que también ocurre en regiones de Tamaulipas donde el ingreso estable llega más por «Western Union» que por empleos bien pagados en la localidad.
Las remesas ya no actúan como amortiguador automático del consumo.
En Tamaulipas, los registros de puestos de trabajo formales muestran un comportamiento preocupante: durante 2025 se observó una caída cercana a una cuarta parte en el registro de empleos ante el IMSS en el primer semestre.
Cuando se cruzan estos tres procesos –frontera endurecida, caída de remesas y deterioro del empleo formal– se configura una afectación para las familias tamaulipecas. En lugar de diversificar fuentes de ingreso y fortalecer empleos dignos en el estado, se cierra la posibilidad de migrar, se reduce el envío de dólares y se precariza el trabajo local.
En síntesis podemos plantear aquí tres ideas fuerza:
1) la migración no nace en la frontera, nace en territorios donde la escuela es débil y la salud está lejos;
2) el cierre de la frontera y la caída de remesas golpean más a quienes menos voz tienen en la discusión pública: las familias que dependen de esos recursos para comer, estudiar o sostener un pequeño negocio; y
3) mientras no haya políticas de empleo, seguridad y servicios básicos en Tamaulipas, cualquier endurecimiento migratorio será solo un muro temporal que acumula presión social a ambos lados de la línea.
ALTERNATIVAS DE DESARROLLO EN TAMAULIPAS
Tamaulipas puede compensar parcialmente la caída de remesas si activa de inmediato tres palancas donde ya tiene ventajas: nearshoring y logística, turismo y agroindustria de valor agregado.
1. Nearshoring y logística
Aprovechar los 45 parques industriales, puertos (Altamira, Tampico, Matamoros) y cruces con Texas para atraer más manufactura y servicios logísticos vinculados a cadenas de suministro de Estados Unidos. En el corto plazo, el gobierno estatal y municipios pueden lanzar programas exprés de vinculación empresa–técnicos (CONALEP, UAT, tecnológicos) y simplificación de trámites para acelerar nuevas plantas y expansiones.
2. Turismo y servicios
El turismo ya genera más de 14 millones de visitantes y miles de millones de pesos en derrama, con polos como Miramar, Tampico y Tula en fuerte crecimiento.
En el corto plazo se puede impulsar empleo formando guías, prestadores de servicios y microempresas turísticas, ligadas a rutas estatales como “Ruta Tamaulipas 2025” y al turismo de reuniones en Tampico.
3. Agroindustria y encadenamientos
Tamaulipas es líder en sorgo y ha incrementado su producción de maíz, pero enfrenta precios bajos y alta vulnerabilidad climática.
En el corto plazo, se pueden promover esquemas de acopio, transformación (forrajes, harinas, bioproductos) y ventas anticipadas para pequeños productores, articulándolos con la demanda de la industria pecuaria y de exportación hacia Estados Unidos.
4. Resulta urgente que Tamaulipas reactive un esquema tipo “3×1 para Migrantes” adaptado al nuevo contexto.
El Estado podría asumir el rol coordinador que antes tenía la federación: por cada peso que aporten clubes de migrantes y familias, gobierno estatal y municipios aportarían tres, focalizados en proyectos productivos comunitarios (agroindustria, turismo local, comercio y servicios).
Así se convierte la nostalgia y el ahorro migrante en capital semilla local, generando empleo y sustituyendo parcialmente la caída de remesas.
Tamaulipas enfrenta un momento difícil en migración, remesas y empleos formales, pero también cuenta con reservas de fortaleza institucional, ubicación estratégica y capital humano para convertir este golpe en punto de inflexión.
El gobierno estatal a cargo del Dr. Américo Villarreal Anaya ya impulsa políticas migratorias más humanas, programas de reinserción laboral como “Mil oportunidades en tu retorno” y una mayor coordinación con la federación para atender a personas repatriadas.
Si se articulan estos esfuerzos con «nearshoring, turismo, agroindustria y un nuevo “3×1” para proyectos productivos», Tamaulipas puede transformar la adversidad en una etapa de empleo digno, cohesión social y desarrollo incluyente.
EL CASO DE NUEVO LEÓN Y COAHUILA: LA REGIÓN NORESTE
El cierre de la frontera y la caída de remesas no solo golpean a Tamaulipas; Nuevo León y Coahuila también están expuestos a un triple shock: menor migración, contracción del ingreso en dólares y fragilidad del empleo formal.
Aunque Nuevo León lidera en crecimiento industrial y generación de puestos de trabajo, una parte de sus municipios urbanos depende ya de remesas que complementan salarios y sostienen consumo local.
En Coahuila, las remesas suman cientos de millones de dólares al año y han mostrado caídas de dos dígitos en 2025, afectando municipios fronterizos y de la Comarca Lagunera, donde muchos hogares combinan empleo en maquila, transporte o comercio con ingresos enviados desde Estados Unidos.
A esto se suma un entorno migratorio adverso: la migración irregular ha caído más de 80% por políticas restrictivas de Washington y por el despliegue de controles y fuerzas de seguridad mexicanas, lo que ha dejado a miles de personas varadas o forzadas a retornar a estados como Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León sin garantías de empleo estable.
Frente a este panorama, la región noreste comparte tanto los riesgos como las oportunidades. Las tres entidades concentran corredores industriales, cruces fronterizos estratégicos e infraestructura logística que las posicionan en el centro del nearshoring hacia Estados Unidos.
Si se articulan políticas conjuntas de atracción de inversión, formación técnica acelerada, apoyo a MiPyMEs proveedoras y programas tipo “3×1” para reconvertir remesas en capital productivo, el impacto negativo puede amortiguarse.
La clave está en reconocer que la migración ya no puede verse solo como válvula de escape, sino como parte de una estrategia de desarrollo donde el retorno, la inversión de la diáspora y la diversificación productiva construyan un mercado laboral más resiliente en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila.
Por. Dr. Jorge A. Lera Mejía
Especialista en políticas públicas, migración y remesas.




