29 diciembre, 2025

29 diciembre, 2025

Los sueños se preparan, se trabajan y se delegan

UNA VEZ MÁS/ JORGE ANTONIO REYES CRUZ

Me da gusto saludarte una vez más. Hoy, en esta última columna de 2025, a punto de iniciar un nuevo año lleno de expectativas, sueños y objetivos, quiero compartirte una reflexión sencilla pero profunda, que aplica tanto para los negocios como para la vida personal.

En este cierre de año, casi de manera natural, hacemos un balance general de lo que logramos concretar y de aquello que no se dio como lo habíamos planeado. No solo en lo profesional —tema recurrente de esta columna—, sino también en lo personal. Revisamos decisiones, caminos recorridos, aciertos y pausas inesperadas …

He comentado en otras ocasiones que tener claridad en nuestros objetivos es fundamental. Planear, escribirlos, estructurarlos y trabajar por ellos nos coloca, sin duda, varios pasos adelante. Prepararnos es una responsabilidad: capacitarnos, esforzarnos, tomar decisiones y enfrentar retos con determinación. Los sueños no se improvisan, se construyen con trabajo, constancia y disciplina.

Sin embargo, también hay algo que debemos aceptar con humildad: por más que planeemos, hay circunstancias que no están en nuestras manos. Este 2025 seguramente dejó ejemplos claros de ello. Planes que no avanzaron como esperábamos, proyectos que se retrasaron o situaciones que nos obligaron a replantear el rumbo y que incluso de carácter personal, dolieron. Y eso no significa fracaso, significa proceso.

Aquí es donde entra una idea que para mí ha sido clave: los sueños se preparan,se trabajan y se delegan.
Se preparan porque requieren esfuerzo, compromiso y acción. Pero se delegan porque, al final, deben ponerse en manos de Dios. Él es quien coloca esos sueños en nuestro corazón, quien nos da las ideas, la inquietud de emprender y la motivación para avanzar. Delegarlos no es rendirse, es confíar, por eso, vale la pena seguir persiguiéndolos en el 2026,  mi invitación es que cuando estés elaborando tus planes y objetivos ponlos en manos de Dios. 

Muchas veces creemos que no hemos avanzado lo suficiente. Nos frustramos al no ver resultados inmediatos. Sin embargo, cuando miramos hacia atrás, nos damos cuenta de que hoy somos más fuertes emocionalmente, más conscientes, más enfocados. Hemos crecido, aunque el resultado final aún no llegue. Y ese crecimiento también es avance.

Una de las grandes enseñanzas que me deja este año es entender que nuestros planes pueden estar perfectamente escritos, bien estructurados y llenos de ilusión, y aún así cambiar. Eso no significa que estemos equivocados ni que los sueños no se cumplirán. Significa que los tiempos no siempre son los nuestros. Dios conoce los detalles, los procesos y el momento correcto.

Caminar sobre esa fe no nos debe de relajar a dejar de trabajar; al contrario, nos compromete más. Nos invita a hacer nuestra parte con responsabilidad, pero con la tranquilidad de saber que no cargamos todo solos. Delegar nuestros sueños en Dios es confiar en que Él ve lo que hoy no entendemos y que cada etapa nos prepara para algo mayor.

Al cerrar este 2025, no cierres tus sueños. Ajusta el plan, fortalece la fe y sigue caminando. Prepárate, trabaja y esfuérzate, pero aprende también a delegar. El 2026 llegará con nuevos retos y oportunidades, y que nos encuentre con objetivos claros, con el corazón agradecido y con la certeza de que, cuando ponemos nuestros planes en manos de Dios, todo toma sentido en el momento correcto.

Nos leemos en el 2026, un año de acción con propósito y fe.

Por: Jorge Antonio Reyes Cruz 

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