BUENOS AIRES, Argentina.- La huelga de transporte en reclamo de la reducción del impuesto a las ganancias a los asalariados se sintió con fuerza ayer en toda Argentina, ya que no funcionaron ni buses, ni trenes ni metros y tampoco aviones.
A siete meses para las presidenciales, el paro constituye una demostración de fuerza de los sindicatos no solo para el actual gobierno, sino para el que resulte de los comicios.
La medida, apoyada por las tres centrales sindicales, fue contundente y la de mayor efecto de las cuatro que ya debió soportar la administración Kirchner en 12 años de gobierno.
La paralización del transporte fue llevada a cabo por el acuerdo de 22 sindicatos del sector y respaldada por las tres unidades sindicales, que ayer salieron a saludar el alto acatamiento y a anunciar que preparan una huelga general de 36 horas con movilización hacia la plaza de Mayo “para que se escuchen los problemas”, según el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT).
Buenos Aires y las principales ciudades del país amanecieron desiertas, con millones de personas imposibilitadas para acudir a sus empleos, lo que llevó al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, a quejarse de que “los cortes de accesos” y de hacer una medida de fuerza con el dinero del Estado. “Habría trabajado el 95 por ciento de la gente si tuviese con qué viajar”, reflexionó Fernández.
De hecho, los principales accesos a la capital, a la ciudad de La Plata, y otras en el interior, se vieron cerrados por grupos de militantes que levantaron barricadas.
A la huelga también se sumó el sindicato de los trabajadores bancarios, lo que le terminó dando un carácter de huelga general. Las escuelas públicas y privadas estuvieron abiertas pero justificaban la inasistencia de alumnos y profesores.
“Tenemos imágenes en Córdoba, Mendoza, Rosario, Lanús, el centro de la ciudad de Buenos Aires, y da la impresión de que el paro tiene un acatamiento muy alto. Parece un domingo”, explicó Pablo Micheli, secretario general de la Congreso de los Trabajadores Argentinos (CTA). Sin recolección de residuos, los hospitales y los centros asistenciales trabajaron con guardias mínimas.
Para Moyano, “el paro fue contundente” y ante la posibilidad de realizar una huelga general antes de las elecciones de octubre, sostuvo que “está planteado y ahora hay que analizarlo con los compañeros. Nosotros no nos comemos la cena antes del almuerzo”.
Los sindicatos reclaman desde hace tres años que el Gobierno deje sin efecto el pago de impuestos a las ganancias al 76 por ciento de los asalariados, lo que suma un total de 25.000 millones de dólares anuales que “el Gobierno utiliza para que cierren las cuentas”, según Moyano.
Desde el Gobierno, excepto Fernández, el silencio hasta ayer en la tarde sobre los efectos de la medida de fuerza era absoluto. Ni el ministro de Economía, Axel Kicillof, quien en la víspera había dicho que los sindicalistas convocan a una huelga en favor de “los que más ganan”, ni la presidenta Cristina Kirchner se refirieron ayer a la protesta que paralizó al país y dejó a las ciudades con un sinnúmero de calles desiertas.
Con información de ElTiempo